"Ahora trabajo montando tejados y no se me caen los anillos"

Nacho Sáez
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Alvarito repasa su trayectoria de casi tres lustros en el fútbol sala profesional tras regresar a Segovia, donde juega en el San Cristóbal ya sin cobrar.

"Ahora trabajo montando tejados y no se me caen los anillos" - Foto: Rosa Blanco

Álvaro de Luis Yubero 'Alvarito' (Segovia, 17 de diciembre de 1987) ahora es un padre de familia que se levanta de madrugada para trabajar en la empresa de montaje y reparación de tejados y canalones que comparte con sus dos hermanos. Pero un día, hace no tanto, fue una de las grandes promesas del fútbol sala español. «No me arrepiento de nada. Estoy súper contento de la trayectoria que he tenido», afirma.

¿Ahora es buen momento para que hablemos?
Ahora bien, ya estoy en casa. Si es que no paro. Con los niños para arriba, para abajo… Madre mía.

¿Cuántos niños tiene?
Dos. Tengo un niño de seis años y otro de cinco meses. El de seis, que si fútbol, que si inglés, que si no sé qué… Pero nos apañamos bien. 

¿Qué tal ha sido la adaptación al segundo?
Buena. Es más tarea, más trabajo, más todo, pero son muy buenos los dos, la verdad es que no tenemos queja. 

¿Le queda permiso por paternidad en el trabajo?
Es que soy autónomo. Me cogí unos días en el trabajo cuando nació el niño y ahora he estado una semana sin trabajar por una lesión que he tenido, pero ya estoy otra vez de vuelta.

¿En qué trabaja?
Dos hermanos míos y yo tenemos una empresa de montaje y reparación de tejados y canalones. Nos movemos mucho por la zona de Madrid. Va bien la cosa, que es lo importante. Mi hermano pequeño se puso por su cuenta con 18 años –ahora tiene 26– y yo, cuando tenía vacaciones del fútbol en verano, les echaba una mano. Ahora ya me he dado de alta de autónomo y voy todos los días.

¿Cómo lo lleva?
Estoy contento. Es un cambio porque, cuando jugaba, casi me podía levantar a la hora que me diera la gana y ahora me levanto a las seis o las siete de la mañana porque si no trabajas, pues no cobras. Pero yo sabía desde el primer momento que iba a llegar un día en el que me iba a tocar currar, porque al final estudios como tal no tengo tampoco. No se me caen los anillos, no pasa nada.

¿Le ha dado tiempo ya a echar de menos el fútbol sala profesional?
Se echa de menos el fútbol sala profesional, se echa de menos. Bastante. Pero al final uno elige lo que quiere. Cuando formas tu familia, dedicarte al fútbol profesionalmente –yo además que estaba fuera– es complicado. Se hace muy difícil la distancia y al final tienes que decidir. Con los años que tengo podría seguir jugando profesionalmente –en el extranjero estaba súper valorado y en los países que he estado han querido que continuara– pero al final tienes que tomar la decisión de estar cerca de tu familia o estar lejos y seguir jugando. Pero sí que se echa muchísimo de menos.

¿Su familia llegó a aconpañarle en alguno de los equipos en los que jugó en el extranjero?
Mi mujer, Laura, fue conmigo a República Checa cuando aún no teníamos niños. Y en Rumanía mi hijo Unai, el mayor, que todavía no tenía un año, estuvo apuntado en un colegio-guardería. Nos habíamos adaptado muy bien, pero ya sabe lo que pasa cuando los resultados no acompañan. De la noche a la mañana se lo cargaron, desapareció el club y nos mandaron para casa. Eso fue duro porque estábamos acoplados y a gusto con un niño tan pequeño. Me hubiera tirado allí un montón de años, pero de la noche a la mañana nos dijeron que teníamos que dejar la casa y nos dieron los billetes de vuelta a España. Es lo que también te empuja a tomar la decisión de dejarlo [el profesionalismo]. Tienes miedo de que vuelva a pasar lo mismo. Se sufre.

¿Ahora no ha tenido ofertas de España para seguir en el alto nivel?
Aquí en España tuve opciones de fichar por algún equipo de Primera División, pero es complicado. Económicamente a mí no me compensaba. Ahora parece que algunos equipos vuelven a pagar más, además de Inter, Barça, Pozo, Valdepeñas y Jaén, pero a mí no me compensaba.

¿Le hubiera gustado jugar más en España a lo largo de su carrera?
He tenido opciones de haber jugado más en España a lo largo de mi carrera, pero económicamente era mejor para mí el extranjero. Ha sido el único motivo de que haya jugado tanto fuera, aunque una vez allí te llevas esa experiencia de conocer otras culturas, otras ligas, otro mundo. La liga española es la mejor del mundo pero luego depende de lo que busque cada persona. Yo no me arrepiento de nada. Estoy súper contento de la trayectoria que he tenido. Y ahora, en casita con la familia, tranquilo y contento.

¿Ha pesado la sanción quetuvo para no recibir ofertas mejores? 
No lo sé. Son cosas pasadas, están súper olvidadas, he dado la cara en todo momento y creo que he demostrado que he podido seguir. Tenía la espina clavada de volver a Segovia después de lo que pasó y ascendimos de Segunda a Primera. Con eso es con lo que me quedo. Lo anterior fue una equivocación que tiene uno en la vida y apechugas con ello, pero no me gusta hablar de ello.

Su segunda salida de Segovia tampoco fue la deseada...
Como he dicho, yo en ese momento me movía por el tema económico porque ya tenía una familia y yo no podía estar jugando en un sitio donde no sabía si iba a cobrar o no, así que me tocó volver a salir.

¿Qué siente al ver la situación actual del fútbol sala en Segovia?
Es una pena y muy triste. El tema económico está claro que tiene mucho que ver, pero se podían haber hecho las cosas mucho mejor que como se hicieron, aunque no voy a entrar en detalles. He ido muchas veces a ver a Segosala y entrar en el pabellón y ver cien o doscientas personas, cuando yo lo he visto a reventar y vivir el fútbol sala como se vivía, da mucha rabia. Pero yo no soy quien para juzgar por qué ha ocurrido esto. Ahora estoy en San Cristóbal, encantado con el club, con la categoría, que es una experiencia nueva…

¿Qué le mueve a seguir jugando sin cobrar y en categorías menores?
Tengo 35 años y quiero seguir jugando todo lo que pueda porque esto es mi vida. Desde pequeñito quería vivir de esto, jugar a esto y lo he hecho. Soy un afortunado. Ahora es un cambio de categoría y no cobro, pero sabía perfectamente a dónde venía. Al volver a Segovia quería competir al máximo nivel posible y me ofrecí al Segosala pero ellos, por la filosofía que tienen o no sé por qué, no quisieron. Así que hablé con Adri [el entrenador del San Cristóbal] y ahora mismo no lo cambio por nada. San Cristóbal es un pueblo acogedor, el club está haciendo las cosas con tranquilidad, sin hacer mucho ruido, y yo estoy encantado con el equipo. El grupo humano es de la leche, competitivo y muy comprometido a pesar de que todos trabajamos.

¿Se ve jugando aún muchos años?
Físicamente me encuentro bien y si te cuidas un poco, en estas categorías puedes seguir unos años más. La exigencia no es la de Primera o Segunda así que me veo bastantes años si el club quiere.

¿Le gusta entrenar?
El que me conoce sabe que me encanta entrenar. Ahora entrenamos tres días pero aparte yo intento ir otros dos días al gimnasio. Y luego llega la hora del entrenamiento y me da igual haber trabajado ocho horas. Entro en la pista y no miro nada que no sea competir. Por eso al equipo le viene bien tener a jugadores como Mordi o como yo, que hemos vivido el fútbol sala de alto nivel y que sabemos que si quieres ganar tienes que ser competitivo. Si vienes a pasar el rato, estás jodido. A mí no me apetece ir a entrenar un miércoles a las nueve de la noche a pasar el rato. Yo no soy de esos sino de los que compiten en cada entrenamiento desde el primer minuto hasta el último. Hasta el día que me retire va a seguir siendo así.

¿Le gustaría seguir vinculado al deporte cuando se retire como jugador?
Sí. Es lo que he querido desde pequeño, he tenido la suerte de vivir de ello y por nada del mundo pienso que el día que me retire no voy a saber nada más de este deporte. No sé de qué manera podré seguir vinculado, pero me gustaría.

¿Le queda la espina de no haber debutado con la selección española?
En su momento se hablaba que quizás jugara en la selección española o que me ficharía algún equipo grande pero son cosas que pasan en la vida y no me arrepiento de nada. Lo que tiene que pasar pasa y hay que dar un paso adelante y mirar al frente. Da rabia, está claro, pero no se puede hacer nada.