A menos de un año de las presidenciales en las que buscará seguir cinco años más en el Elíseo, el jefe de Estado francés, Emmanuel Macron, apuesta por un ambicioso plan de inversión industrial como carta de presentación para lograr ese objetivo. Sin grandes reformas que aprobar y tras 18 meses marcados por la pandemia, el presidente ya ha comenzado a perfilar los contornos de su iniciativa, que ha bautizado como «la Francia de 2030» y que se inspira en la colosal inversión pública lanzada en Estados Unidos por Joe Biden.
Más modesto, el proyecto galo, que debe ser coordinado en las próximas semanas para ser lanzado en septiembre, tendrá entre 20.000 y 30.000 millones y buscará devolver al país el brillo industrial que ha perdido en los últimos años. Eso podría constituir un elemento electoral en favor del mandatario, ya que varios estudios muestran que los franceses han tomado conciencia de las carencias industriales del país durante la pandemia. Los ciudadanos han visto a su nación expuesta a la competencia internacional en muchos sectores y el Gobierno quiere ahora recuperar soberanía y reducir la dependencia externa. El fin es no quedarse atrás en la carrera de las nuevas industrias del futuro, frente a otros países, como EEUU o Alemania, que anuncian también importantes inversiones.
Componente electoral
Pero en el caso francés, el proyecto tiene también una lógica electoral, pues puede servir de carta de presentación para un presidente que no despega en los sondeos. Todos le colocan en la segunda vuelta electoral, pero ninguno da la victoria por descontada. Macron necesita tener un proyecto que le permita presentarse ante el país frente al descontento que canalizaron los chalecos amarillos y que tratan de capitalizar otras fuerzas políticas, en particular la ultraderechista Marine Le Pen.
El Elíseo considera que, en unos meses, el avance de la vacunación permitirá al país salir de la crisis de la COVID y los franceses podrán al fin empezar a pensar en el futuro. Por eso, pronuncia una frase de forma habitual: «A partir de septiembre tendremos una cita con el futuro».
Si logra instalar la sensación de que la salida de la crisis es un hilo conductor a las nuevas políticas, tendrá mucho ganado, opina el politólogo Jérôme Fourquet. Siempre es más fácil lanzarse a una carrera electoral con una dinámica creada que a partir de cero.
El rumbo está fijado y su estrategia de combate de la pandemia le ha vuelto a colocar en el centro del debate, muy criticado, pero también apoyado por políticos de todos los bandos, desde alcaldes socialistas a presidentes de región conservadores. El mismo ambiente que en 2017 le hizo emerger entre los partidos tradicionales para convertirse en el presidente más joven desde la Segunda Guerra Mundial.