Esperanza entre la ceniza

SPC
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Medios de extinción y vecinos confían en que las condiciones meteorológicas y el cambio de viento no trunque el trabajo realizado durante la jornada del sábado en el incendio de Monsagro

Esperanza entre la ceniza - Foto: Jose Vicente ICAL

La Sierra de Francia continúa envuelta en una nube de humo que difumina el horizonte a kilómetros de distancia. A primera hora de la mañana, el Puesto de Mando Avanzado de El Maíllo despedía entre aplausos a la BRIF de Tabuyo que daba el relevo a las brigadas nocturnas que defendieron la sierra durante las últimas horas. El cansancio se vislumbraba en los rostros, pero también el ánimo por el buen trabajo realizado. Entre los comentarios de los bomberos forestales destacaban las esperanzas de comenzar el principio del final a lo largo de la jornada. 

A los pies de hasta donde ayer por la tarde casi llegaba el fuego, los vecinos de El Maíllo agradecían a través de una fuerte ovación la labor realizada a quienes mantienen el pueblo a salvo durante estos días de ceniza e incertidumbre. Una preocupación que flotaba en el ambiente entre los habitantes de la localidad, que vivieron como la tarde del viernes el fuego amenazaba a sus campos, su ganado y se aproximaba a su municipio. Afortunadamente su avance fue contenido, pero mientras el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, y el consejero de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, se adentraban en la valoración del incendio, los medios aéreos sobrevolaban la zona, dirección a las columnas de humo que se difuminaban a lo lejos.

A su vez, otra brigada, esta vez la de la base del propio pueblo, se encaminaba para partir. Un compañero llegaba con algo menos de una docena de botellas de agua de litro y medio a un grupo en el que se mezclaban las caras expertas con otras que rozaban la mayoría de edad. "Venga, nos vamos". Y emprendían la marcha carretera arriba, mientras intentaban ayudar a los medios de comunicación a aproximarse a algún punto desde donde pudieran observarse los focos activos. 

La jornada de este sábado comenzaba a los pies del incendio de Monsagro cautelosa, pero con optimismo. Con la cabeza siempre puesta en la meteorología, confiando en que las rachas de viento no jueguen una mala pasada y puedan tirar por la borda el trabajo realizado durante las últimas horas. Una sensación que conoce el teniente alcalde de Monsagro, Juan Rodríguez, quien relata a la Agencia Ical que, tras cinco días desalojados, y frente a una situación tan cambiante, los vecinos "estamos alicaídos, esperando a lo que venga". Ahora, actúan con cautela, procurando no dar falsas esperanzas a la gente de que puedan volver pronto a sus casas. 

Así lo señalaba Suárez-Quiñones durante la mañana. "Que no tengan ninguna duda de que cuando las condiciones sean las idóneas, volverán a sus hogares", aseguraba el consejero, esperando una situación de "absoluta seguridad". Momento que para los vecinos de Morasverdes ha llegado a primera hora de esta tarde. 69 personas se desplazaban en torno a las 16.00 horas de vuelta a sus hogares, de los que fueron desalojados en la tarde del viernes y acogidos en la Escuela Hogar de 'Los Sitios' en Ciudad Rodrigo. 

Poco después de esta partida, los vecinos de Guadapero recibían la noticia de que también podían acudir a sus casas, pero solo durante unas horas. La noche volverían a pasarla en Miróbriga, pero, pese al anuncio, muchos han sido los que han decidido permanecer en el albergue. Es el caso de Geli, residente en la localidad, y que en la tarde del viernes trasladaba su ganado a otros terrenos ante la amenaza del fuego. 80 ovejas y 14 vacas que han regresado esta mañana a su sitio habitual, sin amenazas, y dejando a un lado la inquietud de su dueña quien asegura "estar tranquila". 

La misma sensación la tienen dos de sus convivientes. Adoración, de 78 años, y su cuñada Teresa, de 88, han residido en Guadapero durante toda su vida. Durante los últimos días han visto su tierra arder, pero solo tienen palabras de agradecimiento para los voluntarios, los bomberos y todos los efectivos que han velado por la seguridad de las personas. "Estará todo quemado, pero a la gente no le ha pasado nada", señala aliviada Teresa. Ambas relatan a Ical que sus hijos llevan tres jornadas en primera línea de fuego ayudando a las brigadas, apagando los focos, realizando cortafuegos con tractores y, en definitiva, "haciendo lo que podían". "Gracias a Dios que no ha venido a nuestras casas", piensa Adoración, quien también permanecerá esta tarde el 'Los Sitios' sin previsión de acudir a su domicilio. 

Un medio de vida calcinado

El agradecimiento también emana de las palabras de los vecinos de Monsagro. "Estamos súper bien acogidos, esto está lleno de donaciones, de voluntarios", señala Juan Rodríguez, pero tarda poco el volver a lamentarse por la situación de su pueblo. "Monsagro depende de la madera de pino", unos bosques que, según señala el teniente alcalde, comenzaron a crecer en los años 50 y 60 y que es ahora cuando empezaban a dar beneficios. Ahora, les queda la duda de cuánto se podrá salvar del sector que da la mayor fuente de riqueza a la localidad. 

"Preveíamos que esto iba a ocurrir, el monte está abandonado, los cortafuegos no se mantienen", relata, matizando que no es solo problema de la zona, sino de todo el mundo rural. "Es el problema de que todo arda, que ya no queda sector primario", señala con pena, pero poniendo la vista en el otro atractivo del pueblo: los fósiles. Y, buscando el punto positivo, Rodríguez confía en el llamado "turismo de catástrofes" para que la localidad no pierda visitantes. "Que esto se controle va a ser inmediato", afirma esperanzado, animando a quienes tienen su reserva en la Sierra de Francia a no cancelarla y seguir con su visita en la zona. 

Mientras tanto, los voluntarios de Cruz Roja continúan trabajando en Miróbriga por todos los que necesitan apoyo. "El trabajo está siendo duro", reconoce su portavoz Miguel Ángel Álvarez, pero afirma contento de que el ambiente en el albergue es "muy cálido, con mucha cooperación", pese a la impotencia ante un incendio que está deteriorando el medio ambiente". Desde allí, psicólogos y voluntarios trabajan en detectar las necesidades de todos los allí alojados, médicas, personales o de desahogo. 

Del otro lado, quienes cuidan de la población y su entorno, trabajando sin destajo porque uno de los pulmones de la provincia charra no se convierta en cenizas. Pendientes del viento y del calor seco, confían en que el incendio pueda controlarse. Según explicaba el jefe de servicios de incendios de la Junta esta mañana, Ángel Manuel Sánchez Martín, la llama en la zona en la que se trabajaba era escasa, y su preocupación se centraba en "tratar de cerrar el incendio. "Llevamos casi una semana trabajando intensamente, con muchos recursos, y lo que queremos evitar es que llegue a otros municipios", afirmaba. Aun así, la meteorología será un factor clave para que el fuego no se extienda en las próximas horas. Ante ellos, un escenario incierto que se extiende durante más de cinco días poniendo en jaque a la tierra salmantina.