72 horas de trabajo sin respiro para conectar vidas

David Aso
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Los presidentes de la Cámara y FES tocaron contactos por una docena de países para comprar tres respiradores cuanto antes y, una hora después de llegar al hospital, salvaron la primera vida al sustituir uno que se acababa de romper sin recambio

Palomo y Ortega (centro), durante la entrega de los tres respiradores invasivos que llegaron al hospital el pasado 8 de abril.

Los tres respiradores donados al hospital de Segovia el 8 de abril, comprados gracias a la implicación de empresas y particulares de la provincia por la campaña que impulsaron la Cámara y la Federación Empresarial Segoviana (FES), evidencian las miserias del bazar mundial en que se ha convertido la compra de material sanitario en plena pandemia. Un mercado enfermo de especulación, roto por la falta de oferta e inflamado por una demanda sin precedentes.

Precios disparados, ofertas falsas y dificultades hasta para encontrar un transporte seguro que evitara riesgos de robo «porque está habiendo de todo», advierte el presidente de FES, Andrés Ortega. Pero pronto pudo comprobarse hasta qué punto «el esfuerzo mereció la pena» cuando, según apunta, una hora después de que llegaran los aparatos al hospital, uno de ellos ya reconectó a un paciente con la vida: el respirador que le mantenía se acababa de romper y en el Complejo Asistencial estaban todos en uso menos los recién desembalados, comprados de segunda mano a una empresa alemana que los tenía en Luxemburgo. «Es lo que había», justifica, pero en el hospital valoran que son de calidad. Atrás quedaban cinco días de tensa espera y, sobre todo, un fin de semana de órdago para localizarlos, negociar y cerrar la operación.

Además, la experiencia adquirida sobre la marcha ha llevado a FES a liderar la gestión de una compra agrupada de equipos de protección ya no sólo para los empresarios de la provincia, que era el objetivo inicial. "Al principio lanzamos la iniciativa para ayudar a las empresas de Segovia, pero finalmente lo hemos escalado a Castilla y León y hemos comprado EPI en una compra agrupada también para Soria, Ávila y Burgos", precisa Ortega, hasta superar los 250.000 euros.

 

La operación de los respiradores. De realizar las gestiones por la compra de respiradores para el hospital de Segovia se encargaron Ortega y el presidente de la Cámara, Pedro Palomo, que aseguran que en apenas 72 horas, entre el viernes 3 y el lunes 6 de abril, hicieron más de 300 llamadas a contactos o intermediarios de Singapur, Alemania, Francia, Austria, Inglaterra, Irlanda, Italia, Holanda, Luxemburgo, Emiratos Árabes… También de España, claro, donde hablaron con empresarios madrileños o con el director general de Seat en Barcelona, entre otros; y de puntos mucho más alejados, hasta contactar con el director general de El Corte Inglés en China, por ejemplo. 

En realidad todo empezó a gestarse semanas atrás. «La gente del hospital nos llamó para pedir ayuda porque el sistema sanitario ya se estaba colapsando. Hablamos Andrés y yo, entendimos que había que empezar cuanto antes y un domingo por la noche (22 de marzo) pedimos abrir dos cuentas en Bankia y Caja Rural llamando a los máximos responsables de las dos instituciones», relata Palomo. Cámara y patronal hicieron pública la campaña al día siguiente con el objetivo de comprar 50.000 mascarillas y 1.000 trajes pero, en apenas tres días, del 23 al 26, alcanzaron los 230.000 euros. Era más del doble de lo que les costaba el pedido inicial (100.000), así que decidieron mantenerse en contacto con la Delegación Territorial de la Junta y las autoridades sanitarias para intentar cubrir nuevas necesidades que fueran surgiendo en el hospital o ya también en residencias u otros centros de la provincia. Y así les llegó el viernes 3 de abril la demanda de los respiradores, básicos para mantener con vida a los pacientes más graves cuando entran en la fase de colapso pulmonar.

Ese mismo día, Palomo y Ortega lanzaron «un SOS» a través de sus redes sociales. «Los contactos se lo tomaron como algo propio y sólo el mensaje en Linkedin tuvo más de 7.000 visitas», aprecia el presidente de FES. El resto del fin de semana lo pasaron tirando de los contactos que les iban surgiendo a partir de esos primeros movimientos y otros que fueron activando. «Estuve en mi despacho con tres pantallas, dos teléfonos fijos y el móvil, y de vez en cuando venía mi hija y me echaba una mano», cuenta el presidente de la Cámara. «No digo que no durmiéramos, pero estuvimos pegados al móvil y el ordenador todo el fin de semana», dice el de FES.

Muchas de esas más de 300 llamadas de aquel fin de semana resultaron «inútiles», pero «había que responder a gente voluntariosa», o sirvieron para adquirir en paralelo otro tipo de material sanitario. «La solidaridad que demostró tanta gente durante la campaña hizo que recaudar el dinero fuera fácil en comparación con lo que costó encontrar los respiradores», destaca Ortega. Sobre todo los tres primeros por ser de los invasivos, los que se usan en la UCI; los otros cuatro que llegaron el 13 de abril (con la ayuda del director del centro médico Los Tilos, Alberto Sonlleva) son no invasivos, para pacientes menos graves. «En el mercado casi no hay y lo que encuentras debía adaptarse a lo que demandaba exactamente el hospital por la cualificación que debe tener el personal para usarlos». 

Fueron 72 horas que les permitieron comprobar «el apoyo desinteresado de muchos contactos», clientes o proveedores habituales de sus empresas en su mayoría, pero también «la miseria humana de gente que quería aprovecharse de las circunstancias», denuncia Palomo. «Con todo esto se está viendo lo mejor y también lo peor de las personas -añade Ortega-, porque tuvimos que cuidarnos de muchas ofertas que eran falsas, o de que te quisieran vender el mismo modelo que compramos pero por el doble». 

«Tirando del hilo encontramos un intermediario que nos puso en contacto con una empresa en Alemania que tenía tres respiradores», continúa Ortega. «Estuvimos negociando porque había mucha gente que los quería, aquello fue prácticamente una subasta y conseguimos hacernos con ellos». Los reservaron el domingo, los pagaron el lunes y ese día salieron de Luxemburgo tras sortear también «dificultades para localizar un transporte seguro». «Nos enfrentábamos al riesgo de que nos los robaran o lo que fuera porque está habiendo mucho de todo en este momento», lamenta Ortega. De hecho, Palomo cuenta que, una vez asegurada la compra, recibieron propuestas de personas de otros países dispuestas a pagarles el triple de lo que habían pagado para que se los revendieran. De precios declinan hablar aún porque están preparando la memoria de gastos por la compra de todo el material costeado con la campaña y quieren «que los donantes sean los primeros en ser informados».

Respirador profesional de UCI adquirido desde Valverde. El 17 de abril, sólo nueve días después de la llegada de los tres respiradores de la Cámara y FES, la Escuela de Fútbol Sala Valverde, que había emprendido otra campaña solidaria, logró llevar otro respirador invasivo al hospital con menos esfuerzo gracias a un contacto absolutamente clave que encontró en su propia localidad: Luis Noval, quien trabaja para Grupo Empresarial Electromédico (GEE). Facilitó que su firma se encargara de la gestión, compraventa y transporte en menos de diez días porque ya estaba gestionando la llegada de respiradores para cuando se lo pidieron, si bien aquella operación tampoco estuvo exenta de dificultades: «GEE creía haberse asegurado la compra de diez respiradores, pero de los diez les mandaron cinco, se los bloquearon en la frontera con Portugal y, cuando se los desbloquearon, el transportista que se los iba a traer ya no podía hacerse cargo de ellos», explica el coordinador de la Escuela FS Valverde, Diego Palomo. «Después uno se rompió durante el transporte y el caso es que de los diez, al final la semana pasada sólo les llegó uno a Madrid, que fue el que nosotros pudimos comprar a través de Luis Noval». Les ha costado 16.940 euros, IVA incluido, y al ritmo que llevan con la campaña, no descartan lanzarse a por otro; aunque, a petición del hospital, lo que costearon la semana pasada fue un ecógrafo portátil.

Mientras tanto, Ortega y Palomo se muestran satisfechos de las horas invertidas aquel fin de semana. «Sabíamos que eran importantes, pero yo creo que no fuimos conscientes del todo hasta que vimos la emoción de los profesionales sanitarios al ver llegar la furgoneta con los aparatos», aprecia el presidente de FES. Y el hecho de que una hora después ya salvaran la primera vida, la prueba de que el camino más sencillo no siempre es el mejor cuando ganar tiempo es todo.