(Algunas de) las caras detrás del batallón de costura

Nacho Sáez
-

Sandra vive en el pueblo más castigado por el virus, a Olga la han hecho un ERTE y Alicia ha tenido que cerrar su negocio. El grupo de 400 personas que coordinan Mundo Laboral y Aspace se vuelca para fabricar mascarillas pese a las circunstancias.

Las caras detrás del batallón de costura

El llamamiento realizado el domingo desde el Hospital General de Segovia terminó de confirmar la espectacular acogida que ha tenido el proyecto ‘Mascarillas Solidarias’. Aunque desbordó el ‘whatsapp’ del teléfono móvil que se incluía para que todos los interesados en colaborar enviasen sus datos, los innumerables ofrecimientos recibidos se convirtieron en aliento para los impulsores de esta iniciativa, que han conseguido movilizar a casi medio millar de personas y fabricar en menos de una semana 60.000 mascarillas, a las que podrían sumar pronto 80.000 más.

Lo que comenzó como un gesto solidario humilde –con tres trabajadores encargados de cortar las mascarillas y ocho mujeres con la misión de coser las gomas– ha saltado las fronteras de la provincia. «Recibo llamadas de toda España de gente que quiere colaborar», señala Jorge Miguel Peña, director comercial de Mundo Laboral, que ha puesto a disposición de la causa los recursos industriales y humanos de su empresa y que además ha invertido dinero de su propio bolsillo para comprar los materiales necesarios para producir las mascarillas. Donde no llegue él, lo harán –está seguro– muchísimos segovianos, porque han habilitado un número de cuenta bancaria con la colaboración de la Gimnástica Segoviana (ES84 2100 2164570200435960) para recibir donaciones de quien lo desee.

Al menos de momento esa no es la preocupación principal sino que la cadena que han construido siga funcionando con la misma eficacia que hasta ahora. Para ello, Peña se encuentra en contacto a diario hasta pasadas las dos de la madrugada con María de Pablos, la presidenta de la Asociación de Parálisis Cerebral y Discapacidades Afines (Aspace) y Neurofuturo, los otros dos colectivos que se volcaron con este proyecto desde su comienzo. «No vamos a descansar hasta que consigamos que nuestros sanitarios, nuestros mayores y los grupos de riesgo estén seguros», subrayan.

Las caras detrás del batallón de costuraLas caras detrás del batallón de costura

La línea de fabricación comienza en las instalaciones de Mundo Laboral, donde han parado su producción habitual –ropa de trabajo y serigrafiada– y cortan los rollos de tejido sin tejer con el que fabrican las mascarillas. Después, otro grupo de colaboradores –en el que figuran varios taxistas– se encargan de distribuirlas entre las más de 400 personas –sobre todo mujeres– que se han ofrecido a coserlas. Un auténtico batallón de costura que ya se ha convertido en una de las imágenes más icónicas de esta crisis en Segovia.

Quince de sus ‘soldados’ se encuentran en Santa María la Real de Nieva, uno de los municipios más golpeados por el coronavirus. «Ha pegado fuerte y hay incertidumbre entre los que no tienen síntomas a ver si pasan rápido los 15 días de los que se habla», lamenta Sandra San José, que coordina a ese grupo de costureras decidido a aportar su granito de arena a este proyecto ‘Mascarillas Solidarias’. «Yo me uní a través de mi tía María [de Pablos, la presidenta de Aspace y Neurofuturo] y busqué gente de aquí del pueblo, lo que no era sencillo en la situación actual. Pero solo me comprometí a reunir la suficiente para que no se me llegara a ir de las manos», explica.

AUTODIDACTA. Una vecina que trabaja en Segovia se encarga a diario de llevarles el material y después de transportar las mascarillas que terminan de coser. Unas 900 al día gracias al esfuerzo de todas. «Yo soy autodidacta en esto de la costura», indica San José. «Mi madre se compró una máquina y tiene un grupo de amigas que se reúnen todas las semanas para coser. Yo aprendí con un tutorial de Internet para hacer un traje de sevillana. Lo hice y desde entonces sé, pero no soy una doctora en la materia», añade.

Las caras detrás del batallón de costuraLas caras detrás del batallón de costura

Su limitada pericia no la ha influido para dar el paso de ayudar «porque hay mucha urgencia». «Al final todos conocemos un médico o una enfermera o tenemos seres queridos mayores y queremos que estén protegidos», remarca. Ella cuida su casa, sale a trabajar y el resto del tiempo que le queda lo dedica a coser. «No me estoy relacionando casi con mis vecinos y por eso no sé muy bien cómo se encuentran anímicamente, porque todos estamos en casa o trabajando, pero mi objetivo es que podamos llegar a todo el mundo que lo necesite con esta iniciativa de las mascarillas», concluye antes de volver a ponerse a coser.

Olga Matarranz pide unos minutos a El Día de Segovia para poder hablar porque está pendiente de recibir el material que luego repartirá entre el grupo que coordina ella. Madre de dos hijos de 17 y 13 años, respectivamente, acaba de ser incluida en un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) en la empresa para la que trabaja. «Cuando me lo dijeron, me mentalicé para ordenar armarios y todas estas cosas y también para dedicar ratos a coser, que es una de mis aficiones. Pero leyó mi marido en la prensa esto de las mascarillas y enseguida busqué en redes sociales el modo de ponerme en contacto con Aspace para colaborar», cuenta.

Durante dos o tres horas por la mañana y otras tantas por la tarde se vuelca para tener lista esa parte imprescindible de los Equipos de Protección Individual (EPIs) que representan las mascarillas. «Por mis hijos no existe problema porque mientras haya Wifi sé que van a estar tranquilos», bromea.

–¿Y cuántas mascarillas cose al día con el material que le envían?

-Al final depende de cómo te organices el tiempo. No nos han puesto un objetivo estricto que haya que cumplir, pero intento que sean todas las que pueda.

A través de su hermano, que trabaja en el Hospital General de Segovia, es consciente de la dura realidad que se está viviendo en los centros sanitarios: «En el grupo de ‘whatsapp’ que tenemos de la familia, nos dice que no nos podemos hacer una idea de lo que se ve cada día». Por eso, Olga no cree que ella se merezca las palabras de agradecimiento que le envió una amiga –con un familiar que también es empleado del Hospital– por su labor en el batallón de costura. «Pongo mi granito de arena pero tampoco es para tanto», remacha esta vecina del Puente Hierro en Segovia.

A Cuéllar había dudas al principio de si enviar el material ante la inicial falta de costureras. En pocos días, sin embargo, son más de un centenar entre Cuéllar, Chañe, Olombrada, Vallelado… «Cada día se van uniendo nuevas», destaca Alicia Llorente, una de ellas. Esta cuellarana ha tenido que cerrar su negocio debido a la crisis y no ha dudado en ponerse a coser mascarillas. «Yo creo que todos queremos echar una mano a los que se la están jugando en primera línea porque el virus está viniendo por todos los lados», apunta. Con la complicidad de su marido y de sus hijas, contribuyó a que en la mañana del lunes hubieran salido 2.700 mascarillas con dirección a Segovia. «Y en cuanto nos traigan más material volveremos a empezar», se despide no sin agradecer las facilidades proporcionadas para el transporte por Protección Civil.

Antes de entregar las mascarillas -ellos mismos las distribuyen aunque la Junta desde el primer momento tramitó los permisos necesarios a través de su delegado territorial en Segovia, José Mazarías–, la empresa Trackter lleva a cabo en ellas un proceso de desinfección con ozono. Otro ejemplo de colaboración desinteresada en un proyecto en el que no flaquean las fuerzas. «Sabemos que van a ser semanas de mucho trabajo, pero gracias a todo el equipo lo vamos a conseguir», zanjan sus responsables. El próximo objetivo es fabricar batas.