Celadores: «Somos el patito feo de la Sanidad»

Sergio Arribas
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El colectivo, que solo en el Hospital General de Segovia suma 180 trabajadores, reclama ser declarado como personal de alto riesgo como médicos, enfermeras y auxiliares.

Alejandro González, de pie, junto con dos compañeras de la plantilla de celadores del Hospital General. - Foto: Rosa Blanco

Relata en cuatro pinceladas el caso, sin entrar en detalles. Alejandro González, celador en el Hospital General de Segovia, cuenta cómo en fechas recientes se detectó una «infección» en una zona concreta del complejo sanitario y trabajadores de distintos servicios acudieron al departamento de Salud Laboral, donde se ordenó que fueran sometidos a pruebas —test PCR— para descartar el contagio. «A los celadores les dijeron que no hacía falta que se las hicieran porque eran personal de bajo riesgo», afirma Alejandro, a quien una médico le despachó diciéndole «que si tenía fiebre que me quedara en casa». 

«Somos el patito feo de la Sanidad», comenta Alejandro a las puertas del Hospital, acompañado por uno de los miembros de la jefatura del colectivo, Antonio Moreira, que suma 11 años en el oficio. «Es que somos considerados personal no sanitario y encima de bajo riesgo», puntualiza el veterano celador que, junto a una treintena de miembros del colectivo, participó el pasado día 10, en una concentración a las puertas del Hospital convocada por la asociación de ámbito nacional ‘Reconocimiento del celador ya’ y de la que es portavoz su compañero Alejandro.

La movilización persigue, en síntesis, el acceso al puesto de trabajo con el amparo de una titulación oficial —un grado de FP, ausente en Segovia— y el reconocimiento de los celadores como personal de alto riesgo, lo que implica el acceso a medidas de protección como Epis y otros equipos a los que ahora sólo pueden disponer a criterio de la dirección del complejo hospitalario. «Parte de la dirección que yo conozco nos apoya. Cuando nos faltaban equipos de protección nos los facilitaban, pero cuando en los peores días de la pandemia andábamos escasos de material, el celador siempre era el último en recibirlo», comenta Alejandro.

Esta ‘discriminación’ obedece a la consideración del celador como personal de bajo riesgo, calificación que la administración sustenta «en que dicen que no estamos en contacto directo con el paciente». «Te deja perplejo porque nuestra labor asistencial es visible. Somos los que recibimos a los pacientes en Urgencias, los que les trasladamos por el Hospital, los que les levantamos, acostamos y movemos, nosotros les llevamos a consultas, a rayos, al TAC, estamos las 24 horas con ellos…», comenta una celadora que prefiere no desvelar su identidad.

Alejandro, por su parte, subraya cómo en el Hospital hay entre 15 y 20 celadores que cada día están «en contacto directo con la enfermedad» al prestar servicio tanto en la planta reservada para pacientes COVID como en urgencias. En las llamadas ‘zonas sucias’ —con presencia de pacientes positivos— trabajan con Epis y diverso material de protección, aunque en otras consideradas libres del virus, caso de la llamada ‘zona limpia’ de urgencias, solo lo hacen con una bata y una mascarilla, lo que supone estar en un «riesgo permanente».

«No estamos pidiendo nada del otro mundo, solo queremos que nos traten igual que los demás», añade Alejandro, mientras Antonio recalca que sus demandas no implican ningún transfondo económico, sino que «si yo he estado en contacto con alguien [positivo o con síntomas sospechosos], que me hagan las pruebas igual que se las hacen al personal sanitario». Alejandro y Antonio forman parte del colectivo de cerca de 180 celadores —133 fijos y el resto contratados de forma temporal como refuerzo durante la pandemia de la COVID-19— que hoy trabajan en turnos en el Hospital de Segovia. A ellos se unen otros 30 celadores de Atención Primaria, repartidos en los distintos centros de salud.

Más carga de trabajo. En lo que se refiere a sus condiciones de trabajo en el complejo hospitalario, los tres coinciden en que ahora «estamos relativamente bien, tenemos equipos de protección, no en abundancia, pero sí para ir trabajando día a día», aunque «lo que queremos es que nos traten como trabajadores interiores del Hospital». «Si un auxiliar de enfermería de una planta tiene 8 pacientes, yo tengo 16, porque como mínimo tenemos que ayudar a dos auxiliares. Tenemos más trabajo y estamos más en contacto con los pacientes que el personal sanitario», añade Alejandro.

En la mente del colectivo y de todo el personal del Hospital sigue muy presente Marisol Sacristán Martín, celadora del servicio de Urgencias, que falleció a los 57 años tras permanecer tres semanas en la UCI. Su fallecimiento, el 22 de abril, supuso una enorme conmoción y destapó el debate sobre si los celadores, al no ser personal considerado como sanitario, gozaron en los peores días de la pandemia de las mismas medidas de protección que médicos, enfermeras o auxiliares.

«Siempre estará en nuestro recuerdo. Es la única trabajadora del Hospital fallecida por culpa de la COVID y era celadora en Urgencias, donde la carga vírica era más grande en ese momento», apunta hoy Antonio, que espera, al igual que sus compañeros, que las movilizaciones del coletivo logren que la administración reconozca su trabajo y, con ello, se refuerce su protección ante el virus.