Antonio Casado

CRÓNICA PERSONAL

Antonio Casado

Periodista especializado en información política y parlamentaria


El borrón del emérito

05/03/2022

El rey emérito no se sentará en el banquillo. Las tres diligencias abiertas contra él (comisiones Ave, cuentas opacas y elusión de impuestos) han sido archivadas porque la Fiscalía del Tribunal Supremo no ha encontrado causas para querellarse contra él ante el alto tribunal.

En unos casos lo impide la inviolabilidad de la que gozaba cuando se produjeron las conductas perseguibles. En otros, lo impide la prescripción de hechos presuntamente delictivos por puro paso del tiempo. Y, en fin, las regulaciones fiscales sobrevenidas también lo dejan fuera del radar judicial por incumplimientos con la Agencia Tributaria.

Pero su alejamiento del banquillo no supone inocencia ante los reproches penales y éticos que pesan sobre él. De aquellos le libran las formalidades de la ley (inviolabilidad, prescripción, regularizaciones), pero los éticos le convierten en un juguete roto ante la opinión pública.

El segundo aspecto de la cuestión es el que más importa, sin perjuicio de que antes o después se afronte una reforma legal que impida la exculpación de un jefe de Estado por comportamientos delictivos en la esfera privada. Don Juan Carlos tiene reservada una página brillante en la historia de España (apadrinamiento de la transición de la dictadura a la democracia), y eso nadie puede borrarlo ya, pero su imagen personal está definitivamente arruinada a los ojos de la ciudadanía.

Lo curioso es que los motivos del reproche ético están perfectamente descritos en el propio documento que razona la exculpación penal. Me refiero a los "hechos probados" que aparecen en el decreto motivador del archivo de las tres diligencias abiertas. Razón de más para concluir que, como queda dicho, don Juan Carlos no es querellable, pero eso no significa que sea inocente.

Está sobradamente documentado que el emérito aprovecho su privilegiada situación (jefe de Estado entre 1975 y 2014) para enriquecerse. Un borrón en la imagen de la democracia española y una injustificable falta de respeto a los ciudadanos. ¿A quién va a sorprender que ahora los españoles lo vean como el rey que les decepcionó, la mala compañía o el amigo al que nunca le comprarías un coche?

Con ese expediente tan emborronado afronta ahora su pretensión de volver a España. Un borrón más es que él mismo relacione esa pretensión con el archivo de las diligencias. Eso alimentará la sospecha de que su estancia en Abu Dabi podía ser una forma de eludir la acción judicial llegado el caso. Pero el debate ya está abierto.

El Gobierno de Sánchez no quiere que se instale en ningún edificio público. Y mucho menos en la Zarzuela. En eso coincide con la Casa del Rey, que finalmente será la que decida.

(Continuará).