La situación de Ciudadanos no se soluciona con un congreso con cambio de caras, menos conocidas que las anteriores y con menos bagaje y trayectoria política; tampoco se soluciona accediendo a incluir a miembros de la lista perdedora en la dirección nacional, ni con un logo nuevo, ni con una fórmula de organización que separa el liderazgo nacional del partido con el liderazgo del grupo parlamentario.
Para desgracia de Arrimadas, que intentó salvar los restos del naufragio, ha pasado factura, importante factura, el daño que hizo Albert Rivera hace cuatro años, al no tener visión política suficiente para superar su animadversión a Sánchez y aceptar un pacto de gobierno para impedir el desastre que se avecinaba: un gobierno presidido por Sánchez en coalición con Podemos y el apoyo externo de independentistas y Bildu. . Rivera abandonó el partido y la política, pero el roto que hizo a Ciudadanos no era posible arreglarlo por mucha voluntad que pusieran Arrimadas y Bal. Que encima acabaron enfrentados cuando más necesaria era la unidad y defender una aventura común y creíble.
Es difícil presentar un proyecto suficientemente atractivo e ilusionante como para conseguir que un partido a punto de desaparecer pueda renacer como el ave fénix; los sondeos recogen unánimemente que se queda sin representación en el Congreso, será mínima en parlamentos autonómicos y ayuntamientos, si logran algún escaño, y las fugas de militantes, y dirigentes, se cuentan por miles.
Hay que reconocer que Begoña Villacís se afanó en montar un congreso del que pudiera salir un partido fortalecido, y que Arrimadas puso todo su empeño en apostar por el futuro de Cs. Pero era tarea inútil, sobre todo cuando Edmundo Bal se presentó candidato a ser el nuevo líder nacional.
Los nuevos dirigentes, Patricia Guasp y Adrián Vázquez, no son mejores que Arrimadas y Bal, ni de lejos. Arrimadas además se encontrará en una situación insostenible como portavoz parlamentario, porque el grupo en el Congreso de los Diputados apoya mayoritariamente a Bal, que no es seguro que se resigne a su nueva situación. Arrimadas ha sido crítica con la actitud de Bal, sin nombrarlo, cuando dijo en su congreso que "quienes se creen los más importantes son los más prescindibles", frase que no augura nada nuevo.
El futuro se presenta negro para Ciudadanos, más aún cuando Feijóo desde el primer día quiso potenciar el centrismo del PP para atraer el voto que se había ido a Ciudadanos y, si se tercia, atraer también a miembros destacados de ese partido.. Algunos ya se han pasado a sus filas, los últimos los dos diputados que tenía UPN.
En las próximas semanas habrá que seguir de cerca cómo se plantean su vida política Arrimadas y Bal, si van a luchar juntos por la supervivencia de Ciudadanos o rompen la baraja. Y habrá que seguir qué va a pasar si el PP intenta echar el lazo a gente de Cs y cuál será su respuesta.