La «psicosis» energética adelanta y dispara el acopio de leña

Nacho Sáez
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El temor a la subida de precios y a la falta de existencias llega a las empresas dedicadas a estos combustibles alternativos al gas y la electricidad, que alertan de los efectos de las compras compulsivas.

La «psicosis» energética adelanta y dispara el acopio de leña

«¡Qué casas debe tener la gente! Se están llevando ocho pallets de sacos de pellet, que no lo van a terminar de quemar hasta dentro de tres años». La CEO de Naturpellet, María José Tapia, confirma que la fiebre que en su día se desató por el papel higiénico, las mascarillas, el aceite de girasol y los cubitos de hielo ha llegado ahora al campo de los combustibles alternativos como el pellet. El miedo a la subida de precios y a la falta de existencias ha puesto a prueba la capacidad de respuesta de un sector que ya creció un 40 por ciento el año pasado, punto de inicio de la crisis energética con el temor al gran apagón. La subida del precio del gas tras la guerra de Ucrania ha catapultado la demanda de biomasa.

Naturpellet, situada en Sanchonuño, es la segunda fábrica de pellets más grande de España. Produce 50.000 toneladas, cantidad insuficiente para el número de solicitudes de compra que han recibido en los últimos meses. «Nos gustaría tener tres fábricas más», resalta su CEO. Entre sus clientes figura Leroy Merlin, donde han detectado compras compulsivas. «Hay mucha psicosis. Nuestra campaña se acaba en marzo o en abril y este año no hemos dejado de tener pedidos ni en agosto con 40 grados en la calle», cuenta Tapia.

La Asociación Española de la Biomasa ha advertido de «tensiones» en el mercado del pellet de madera. «En medio de la crisis energética más importante de los últimos 40 años, el pellet de madera está sufriendo, como otros sectores industriales, un aumento de los costes de producción;  situación que se agrava por la escasez de materia prima y que coincide con el escaso apoyo institucional al sector forestal y maderero, al que no facilita la movilización de madera y biomasa a las industrias. Esos recursos pueden terminar ardiendo en incendios cada vez de mayor envergadura», subraya.

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Para esta organización, «España cuenta con un margen de crecimiento muy grande». «La madera disponible para ser transformada en las diferentes industrias crece, según datos oficiales del Inventario Forestal Nacional (IFN), a un ritmo de 46 millones de metros cúbicos al año. De estos, solo se aprovecha un 40 por ciento (a diferencia de la media europea de 65-70 por ciento) desde los años 90, por lo que ahora mismo nuestros montes cuentan con biomasa de sobra que sería útil y conveniente aprovechar por motivos económicos, obviamente, y también de conservación de los propios montes», añade.

Rusia y Bielorrusia exportaban tres millones de toneladas de pellet a Europa que han quedado varadas por la guerra, y han puesto contra las cuerdas a países como Francia, Alemania, Italia y Austria, donde también han crecido las ventas de calderas y estufas de pellet. «En España se produce prácticamente lo mismo que se consume. La situación actual puede crear alguna tensión durante la campaña de calefacción, pero las fábricas tienen margen con algo de tiempo para aumentar de forma progresiva sus producciones y suministrar al mercado nacional», concluye la Asociación Española de la Biomasa.

Naturpellet ha decidido proteger ese mercado local. Ha rechazado las numerosas ofertas que ha recibido del extranjero. «Tenemos una barbaridad de llamadas y correos electrónicos incluso de países que ni siquiera conocía», desvela su CEO, María José Tapia. «Hay muchas fábricas que están sacando el producto porque se paga muy bien, pero nosotros hemos decidido proteger el mercado nacional. Es una pena que seamos de los pocos que hemos decidido esto. Siempre hemos dicho que nosotros no exportamos porque estamos muy lejos de las fronteras y siempre hay una fábrica más cerca, pero ahora nos pagarían lo que pidiéramos. La tonelada en Europa está cien euros más cara que en España».

COSTES. Un saco de quince kilos –lo que consume de media una vivienda al día en épocas de mucho frío– se ha situado en torno a los ocho euros. «Yo creo que ahora mismo puede estar entre dos o tres veces más caro que hace un año. Lo que pasa es que también es cierto que los costes se nos han multiplicado por bastante más. O sea ahora mismo seguramente el margen sea menor que hace un año incluso teniendo el precio tres veces más caro. Nos pasa mucho que viene la gente diciendo que estamos especulando muchísimo con los precios aprovechando la coyuntura, pero no hemos aprovechado la coyuntura y ni siquiera hemos podido trasladar al cliente toda la subida de costes que hemos tenido», remacha la CEO de Naturpellet.

En el ámbito de la leña, la situación es similar. El acopio se ha adelantado, ha aumentado la demanda y han subido los precios. Leñas Ricosan solía cerrar en agosto. Este año no. «Era la época más tranquila, pero se ha adelantado la campaña y hemos doblado las ventas, así que hemos tenido que reincorporar a los trabajadores y empezar a surtir. Nunca había pasado», explica su gerente, Roberto Sansegundo, que sin embargo afronta la situación con tranquilidad tras más de dos décadas dentro del sector: «No tenemos estrés ninguno. Hay ocho camiones repartiendo todos los días y hasta donde lleguemos. No hay que volverse locos. Si se acaba la leña, pues se acabó».

Esta empresa de El Espinar admite la existencia de un riesgo de abastecimiento. «Aparte de que esta cara va a faltar. Se está doblando el consumo y España no está preparada para asumirlo. La gente está acopiando, no lo va a gastar y se va a romper el stock. Yo tengo un pedido de 8.000-10.000 kilos para un chalet. No lo va a gastar pero se asegura tenerlo». El precio ha subido un 20 por ciento. De 20 céntimos ha pasado a 24 por kilo por un recurso que «necesita», remarca el gerente de Leñas Ricosan, «un secado de doce meses». «Si falta la encina, tengo maderas alternativas. Al final tendrá que ser madera seca y que arda. Yo que tengo almacenados diez millones y quiero llegar a veinte no me voy a quedar sin ella pero leñeras más pequeñas, aficionados o particulares no van a tener para servir», concluye.