Pon en forma tu cerebro

Sara Mancebo (EFE)
-

Las rutinas vinculadas con la dieta y el ejercicio que se adoptan en cada etapa de la vida están muy relacionadas con el desarrollo de este órgano y las enfermedades que pueda sufrir en el futuro

¿Sabes qué alimentos son necesarios para mejorar tu capacidad intelectual, la calidad del sueño, el humor o la memoria? ¿Qué actividades contribuyen a potenciar las capacidades mentales y el equilibrio emocional? ¿Sabes qué papel juegan las bacterias intestinales en cada etapa de la vida o de qué forma afectan al cerebro las alteraciones de estos microorganismos? A estas y otras cuestiones da respuesta en su nuevo libro Pon en forma tu cerebro la neurocientífica y catedrática de Fisiología Raquel Marín.

El cerebro es un comensal exigente que consume mucho oxígeno y calorías para funcionar. Desde que nacemos y en todas las etapas de la vida, tanto lo que comemos como lo que hacemos en nuestra rutina cotidiana tiene importantes repercusiones en la manera en la que el cerebro envejece y enferma.

Marín es neurocientífica y catedrática de Fisiología, además de directora de la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación en la Universidad de La Laguna (Tenerife) y aporta una serie de pautas para mantener este órgano sano. 

Y, ¿por qué es importante mantener el cerebro en forma? Todos los órganos del cuerpo dependen de la actividad del cerebro y para ello, para poder desarrollar todas las funciones de la vida, tenemos un compleja red de comunicación neuronal. Estas conexiones se pueden fortalecer o reducir de acuerdo a la cantidad de estímulos que reciban.

La parte genética de las enfermedades no suele tener un peso mayor del 40 por ciento, el resto va a depender del estado de esas conexiones, que las neuronas hablen entre ellas y la conversación sea fluida, algo que se puede conseguir con unos hábitos de vida saludables. La carga genética no se puede evitar, pero sí el ambiente en el que están esos genes para que actúen de una forma u otra.

Para tener este órgano siempre a punto hay que distinguir entre edades «porque el cerebro cambia durante las distintas etapas de la vida y sus necesidades también», explica. Pero los hábitos que, a grandes rasgos, van a ayudar a tener un cerebro joven y saludable son la práctica de ejercicio físico regular, dormir entre siete y nueve horas, mantener unas buenas relaciones sociales y afectivas, practicar la introspección para fortalecer la autoestima y enfrentarse a nuevos retos y estímulos que nos hagan salir de nuestra zona de confort. Además de una cosa imprescindible: nutrir a nuestro cerebro adecuadamente.

Hay una serie de bacterias que no solo participan en la síntesis de los nutrientes, sino que ayudan además a forjar una serie de características intelectuales y mentales. La lista de problemas que puede desencadenar un desajuste en la microbiota intestinal es cada vezmás larga.

La depresión es una de las enfermedades más relacionadas con el intestino. Hay dos familias de bacterias cuyos niveles aparecen más bajos en personas con depresión con independencia del tratamiento antidepresivo que siguieran. 

Estos desequilibrios se asocian con alteraciones en la producción de un metabolito de la dopamina, un neurotransmisor que participa en la motivación, entre otros. También se ha demostrado que la adhesión a la dieta mediterránea reduce la depresión hasta en un 40 por ciento aunque, por supuesto, influyen otros factores.