Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


La de 'Tito Berni' no es la única corrupción que galopa

26/02/2023

Lo digo con algún indicio que viene de lejos: los parlamentos, con su capacidad de influencia, albergan a más de un 'Tito Berni', ese diputado, ya ex, Fuentes Curbelo, que se aprovechaba del cargo pasa 'sacar' dinero a empresarios, a veces en su propio despacho de la Cámara Baja. Constato la desconfianza, que lleva a un absoluto alejamiento, que el ciudadano siente por la marcha del poder Legislativo, que corre paralela con la ya casi indiferencia algo despectiva que siente por el Ejecutivo y por el Judicial. Si usted husmea convenientemente en las tripas de muchos sondeos de opinión, percibirá la distancia gélida que la corrupción impone entre los representados y quienes se han erigido, no siempre a través de las urnas, en sus representantes. Porque sucede que la corrupción tiene muchas formas, más allá de la 'clásica', algo chusca, del 'Tito'.

Veo que la campaña electoral en la que ya estamos se puebla de señales que quizá nos anuncien la aparición de nuevos dossiers, la recreación de escándalos pasados tratando de actualizarlos (como estos días con el caso 'Kitchen'), la insinuación de culpabilidades que no son (las fotografías, que tanto proliferan ahora, de Pedro Sánchez junto al 'Tito'). Quienes organizan estos movimientos saben que pocas cosas hacen tanto daño y provocan tanto rechazo entre los electores como la sensación de que se les escamotean cosas, que se abusa de ellos en favor de intereses espurios. Y entonces, los montajes fotográficos y las hipótesis envenenadas: si en época de Rajoy se hizo todo aquello que ahora nos relata la Fiscalía Anticorrupción, ¿no estará sucediendo lo mismo en estos momentos, el abuso ilegal del poder, y ya nos enteraremos dentro de un par de años?

Por descontado, creo en la probidad y honradez personal de Pedro Sánchez, de Feijóo, de Abascal, de Yolanda Díaz, de Belarra, de la mayoría de los diputados y senadores, de la inmensa mayoría de jueces, a los que apenas se podría achacar otra cosa que dejarse etiquetar demasiado fácilmente como 'progresistas' o 'conservadores', sabiendo que esta clasificación conlleva cercanía y nombramientos para puestos apetecibles por parte del PSOE o del PP. Claro que no todos, ni siquiera un puñado, somos 'titosbernis', tan procaces, tan golfos, tan de llevarse los billetes al bolsillo sin más trámites. Ni todos los ministros se comportan como aquel de Interior que usaba a la peor policía para acallar escándalos de su partido. Ni todos los árbitros hacen lo mismo que... En fin, para qué seguir con los ejemplos.

Yo creo que lo que más debería preocuparnos es la corrupción menos tangible, la del sistema, que nos propician desde arriba y que se extiende como una mancha de aceite. La falta de transparencia que nos achaca la UE, el fin del equilibrio entre los poderes de Montesquieu, la nula utilización del Parlamento para debatir ante la ciudadanía los temas que más van a afectar a nuestras vidas. O la utilización de la confrontación política para obtener votos a base de acusar desde los atriles a los 'poderosos' (claro que a veces hay sueldos, remuneraciones, desigualdades, practicados por estos 'poderosos' que indignan lógicamente a la gente de la calle). O utilizar las ventajas del 'Boletín Oficial del Estado' para repartir prebendas con las que llenar las urnas en favor propio.

Echo de menos un 'estatuto de la campaña electoral', que regulase desde los debates en las televisiones hasta los comportamientos éticos y estéticos de los candidatos y de los medios, pasando, claro, por la vigilancia de publicidades institucionales y favores informativos no siempre bien repartidos. En campaña se desatan las peores pasiones de la política, que bastantes excesos tiene ya en su ADN. Y, fíjese qué curioso, es durante las campañas, que por cierto en España son casi siempre, cuando más se habla de corrupción y cuando afloran unos 'titos' que desde hace mucho deberían haber sido detectados. De lo que nunca se habla es de esa otra corrupción sistémica a la que más arriba me refería. Luego dicen los editores de libros y de series que la política ha dejado de vender excepto como relato de maldades. Pues claro: qué esperaba usted.