Aurelio Martín

LA COLUMNA

Aurelio Martín

Periodista


Inmenso error

06/07/2020

Cuando priman los intereses políticos por encima de la resolución de los problemas graves de un país y, además, se trata de contaminar el ambiente para enfrentar a los ciudadanos, se está comiendo un error, un inmenso error, como aquella frase que se hizo popular cuando el ahora Rey Emérito optó porque fuera Adolfo Suárez quien se hiciera cargo de la Presidencia del Gobierno, para iniciar una transición, que se llegó a calificar de modélica.
España, como la comunidad internacional, arrastra un grave problema sanitario y económico, derivado de una pandemia que ha aparecido como sustituta de un enfrentamiento bélico al estilo tradicional, pero que ha provocado miles de muertes y ha generado desequilibrios entre países.
El tránsito de la dictadura a la democracia no fue nada sencillo, parece que ahora se olvida todo pero sí que existió generosidad por las fuerzas políticas emergentes, incluso de falangistas reconvertidos, para que se construyeran unos cimientos que nos llevaran a la modernidad y a colocarnos en el mundo, pese también al terrorismo sangriento que buscaba la desestabilización acabando con la vida de seres humanos por el mero hecho de tener ideas diferentes que las de los separatistas vascos. Además, se salía de una dictadura tras una guerra civil y un levantamiento militar que cambió hasta los colores de la bandera, aún hoy, utilizada de forma partidaria más bien como representativa de una ideología que de un país. 
El problema es que 40 años después, con un balance que no ha sido negativo, cuando llega una crisis como la que padecemos, no se hayan sacado conclusiones ni se cambien comportamientos, optándose por tratar de acabar con gobiernos que no gustan, frente a trabajar de forma conjunta para encontrar soluciones. La mirada está puesta en las elecciones autonómicas próximas y en tratar de justificar posiciones que no tienen sentido. Cuando alguien tiene intención de ir en una línea, lo deja claro en el primer momento y no da vueltas echando la culpa a que no suena el teléfono. 
Siendo grave todo esto, lejano a aquel clima de concordia, desde la crítica, cuando era precisa, por qué no, se está consiguiendo fracturar a la sociedad, hay quien ha inoculado el veneno del frentismo entre miembros de una misma familia, separado a amigos o enrarecido el ambiente de trabajo. Claramente todo ello no va dirigido a solucionar problemas, sino a beneficiar posiciones políticas con las que poder alcanzar el poder, incluso, deteriorar derechos conseguidos. Aquí, como en protegerse y proteger a los demás en estos tiempos de circulación libre de un virus letal, la responsabilidad es individual, si uno se cree o no los cuentos, si tiene capacidad crítica para decidir por sí mismo o si no es consciente de que influyen en su comportamiento, porque, si es así, estará siendo manejado.