La munición de un pueblo de Segovia que triunfa en Illinois

Laura López/ Efe
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La fórmula de la empresa segoviana Bioammo ha despertado el interés del gigante de la munición norteamericana Winchester.

La munición "de un pueblo de Segovia que triunfa en Ilinois

La empresa segoviana Bioammo tiene una fórmula única en el mundo para fabricar cartuchos biodegradables para la caza y el tiro deportivo, una receta patentada en cincuenta y dos países que ha despertado el interés del gigante de la munición norteamericana Winchester.

Radicada en el pueblo segoviano Santa María la Real de Nieva, con menos de 900 habitantes censados, esta empresa nació de la idea que tuvo hace poco más de una década el ahora presidente de la compañía, Enrique López-Pozas.

Según ha relatado el empresario en una entrevista con EFE, durante su experiencia como director de cadenas hoteleras en Marbella y gracias al contacto con muchos clientes del norte de Europa, detectó cómo empezaba a imponerse en el sector la cultura del reciclaje de residuos, el ahorro de agua o la reducción del uso de plásticos.

Además, por ser hijo de un coronel y haberse "criado en cuarteles", ha sido conocedor del mundo de las armas "desde pequeñito" y, con estos antecedentes, mientras echaba un día una partida de 'airsoft', saltó "la chispa" al ver cómo el campo quedaba lleno de bolas de plástico disparadas.

"Me dije, ¡joe!, si esto fuese biodegradable sería genial", recuerda ahora López-Pozas, quien después de comprobar que aquello no existía, dejó su carrera de dirección de hoteles y se puso a estudiar para desarrollar la idea junto al centro tecnológico Andaltec.

UNA FÓRMULA ÚNICA EN EL MUNDO PARA LA CAZA SOSTENIBLE. Tras ocho años de investigación, dieron con la fórmula perfecta para crear estos cartuchos: en lugar de fabricarlos con plásticos de origen fósil, como el resto, los de Bioammo están compuestos de biopolímeros compostables.

Esto permite que, una vez caen al suelo, desaparezcan del medio natural por completo en un periodo inferior a los tres años -frente a los 550 años del plástico- al ser absorbidos por las bacterias, lo que evita la contaminación por microplásticos del campo.

La receta de estos cartuchos, que el director general de Bioammo, Manuel Galatas, compara con la fórmula de la Coca-Cola, la tiene solo esta empresa, en cuyas oficinas se pueden ver enmarcadas algunas de las más de cincuenta patentes que la compañía ha registrado en diferentes países.

UNA EMPRESA "CONDENADA A SOBREVIVIR". Aunque Bioammo se fundó en 2015, la empresa no tuvo listo el producto hasta enero de 2020, justo antes de que llegara la pandemia, a la que siguió un largo periodo de restricciones sanitarias como el cierre de los campos de tiro y, en 2022, la crisis de suministros.

Por todo ello, después de un 2020 en blanco, en 2021 facturaron 3,6 millones de euros con una producción de alrededor de 14,5 millones de cartuchos y 2,9 millones en 2022 con aproximadamente doce millones de unidades, todo ello "funcionando a muy poco gas".

"La empresa estaba condenada a sobrevivir", resume Enrique López-Pozas, para quien es "un auténtico milagro" que la compañía no haya "caído" con las crisis, del que está detrás el apoyo de los accionistas.

Desde la inversión inicial de alrededor de 7 millones de euros, Bioammo ha realizado cuatro ampliaciones de capital hasta los 20 millones que hay invertidos en total hasta ahora en el proyecto, lo que ha servido, "sobre todo, para pasar la crisis".

Ahora, por fin, el presidente de la compañía se muestra muy optimista respecto al futuro, con un horizonte al fin despejado y un gran interés por el producto desde el exterior.

Bioammo exporta el 90 por ciento de lo que produce, la mayoría a Estados Unidos y, en menor medida, a Reino Unido y otros mercados del norte de Europa como Suecia, Dinamarca, Finlandia u Holanda, países donde o bien está muy presente la caza o existe más sensibilidad medioambiental.

Para Bioammo, España es aun un mercado minoritario, aunque también distribuyen sus productos en algunos puntos de venta como Decathlon o El Corte Inglés.

A pesar de ser un país donde la caza es una práctica más extendida que los de su entorno, desde la empresa se achaca este extremo a la "falta de conciencia" medioambiental y a que, en España, "la gente mira más el precio" y estos cartuchos son un 10 o un 15 por ciento más caros que los tradicionales.

DE SANTA MARÍA LA REAL DE NIEVA A ILLINOIS. La última buena noticia ha llegado desde Estados Unidos en forma de una gran alianza por cinco años que Bioammo ha firmado con el fabricante de munición Winchester, que distribuirá los cartuchos segovianos en sus más de 6.200 puntos de venta.

Es la primera vez que esta compañía estadounidense, con sede en East Alton, en el estado de Illinois, distribuye productos fabricados por otra marca que no es la suya y, además, gracias a este acuerdo, fabricará sus propios cartuchos biodegradables con los componentes que Bioammo le proveerá.

El director general de la empresa, Manuel Galatas, relata así sus impresiones tras conseguir el acuerdo: "A nosotros nos sorprendió que entrasen con una apuesta tan fuerte. Quisieron meterse a saco en este mundo porque ellos no habían sido capaces de llegar a este producto".

Gracias a este empuje y sin descuidar a sus clientes europeos, la compañía prevé fabricar este año 50 millones de cartuchos por valor de 16 millones de euros y seguir creciendo hasta alcanzar 80 millones de unidades en 2024.

Para López-Pozas, la alianza con Winchester se traduce en un sello de calidad porque la norteamericana trabaja con los estándares de calidad más altos de la industria y un "reconocimiento" a la labor de toda la plantilla.

A raíz de la nueva alianza, pronto incorporarán quince empleados más a la treintena de personas que ya trabajan allí, la mayoría vecinos de Santa María la Real de Nieva que no tenían experiencia en el sector.

A corto plazo, ven su futuro en esta localidad, a pesar de haber echado en falta más ayuda de las administraciones públicas: han recibido un préstamo de un millón de euros por parte de la Junta de Castilla y León y dos subvenciones de fondos europeos que todavía no han recibido porque están sujetas a la creación de más puestos de trabajo.

"No se premia tener patentes en España, es un tema francamente desconocido. En Estados Unidos, vas con una patente y eres Dios y eres un señor... aquí vas con una patente y no saben ni lo que es. Al no premiarse ni valorarse, o tardas un montón de años en conseguirlo o terminas yéndote de España ", analiza López-Pozas.