En busca de las tres diferencias en las reacciones alimentarias

Agencias
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En ocasiones se confunden alergia con intolerancia o toxiinfección, aunque una responde a la intervención del sistema inmune, otra a una mala digestión y la tercera a la ingesta de un producto contaminado

Las reacciones adversas a la ingesta de alimentos están a la orden del día, pero no todas se producen por la misma causa. Las más comunes son: alergia, intolerancia o toxiinfección, pero ¿en qué se diferencian? El Comité de Nutrición de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) y el doctor Francesc Casellas Jordá, especialista en Aparato Digestivo del Hospital Universitario Vall d'Hebron (Barcelona) nos lo cuenta.

Para empezar y, a modo de resumen introductorio, podemos decir que la alergia alimentaria es una reacción adversa mediada por el sistema inmunológico y sus síntomas aparecen en los primeros 30 minutos tras la ingesta. La intolerancia, por su parte, no tiene un origen inmune, se relaciona con el consumo de lactosa, fructosa, sorbitol o la histamina. Y la toxiinfección se produce por la ingesta de un alimento contaminado por gérmenes patógenos o por sus toxinas.

 

Intolerancia alimentaria

La intolerancia alimentaria es una reacción adversa que no tiene un origen inmune, sino que se produce por la digestión incompleta o inadecuada de un alimento.

De hecho, puede aparecer por diversas causas (metabólicas o farmacológicas).

«Las intolerancias tienen que ser valoradas por un profesional sanitario, que descartará la existencia de síntomas de alarma (sangre en las deposiciones, pérdida no justificada de peso, etc.) o de una potencial enfermedad subyacente y determinará si los síntomas se deben a otras causas (Síndrome del Intestino Irritable (SII), Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII), enfermedad celíaca, etc.)», explica el doctor Casellas Jordá.

Los tipos de intolerancias más frecuentes son:

1. A la lactosa, un azúcar que se encuentra en la leche y sus derivados.

2. A la fructosa, azúcar muy común en alimentos como la miel o frutas como la manzana, la pera, la ciruela o el dátil.

3. Al sorbitol, azúcar alcohol que se encuentra de forma natural en frutas como la pera, la manzana, la ciruela, el melocotón, los albaricoques, etc. o se utiliza también como edulcorante en alimentos industrializados.

4. A la histamina. Esta es una sustancia que produce el organismo o está presente en alimentos como son la carne y el pescado.

5. Favismo. Reacción en forma de anemia aguda tras el consumo de habas.

Ante un problema como este, desde la FEAD recomiendan adaptar la dieta para evitar los síntomas que provoca la intolerancia alimentaria. Pero, como normal general, hay que evitar las exclusiones alimentarias sin la guía de un profesional sanitario, así como evitar eliminar innecesariamente alimentos saludables de la dieta.

 

Alergia alimentaria

Una alergia alimentaria es una reacción adversa mediada por el sistema inmunológico que ocurre en ciertas personas (los alérgicos) al ingerir determinados alimentos (los alérgenos).

«Los alérgicos no nacen siéndolo, sino que se hacen alérgicos», explica el doctor Casellas. Y, para ello, es necesario que el paciente haya tenido contacto con el alimento alergénico, siendo más frecuente en personas que tienen familiares de primer grado (padres o hermanos) alérgicos o en individuos que tienen dermatitis atópica. Ante esta respuesta alérgica, el organismo desarrolla anticuerpos denominados inmunoglobulina E (IgE) contra proteínas del alimento causante de la alergia.

Para detectarla, se realizan pruebas cutáneas (conocidas como pruebas intraepidérmicas o prick-test) o un análisis. No obstante, aunque estas pruebas resulten positivas, no son suficientes para diagnosticar una alergia, avisa el experto. «Deben acompañarse de una reacción clínica sugestiva de la alergia tras la ingesta del alimento sospechoso».

Los síntomas provocados por la alergia a ciertos alimentos suelen aparecer rápidamente (máximo hasta entre 30 y 60 minutos) y pueden ser de varios tipos: cutáneos, digestivos, respiratorios o generalizados.

Los alimentos causantes de la misma varían según la edad, la zona geográfica y hasta con las costumbres alimentarias de los pacientes.

En lactantes, las causas más frecuentes son la leche y los huevos; en niños más mayores son al pescado, los frutos secos y el marisco; y en adultos, por la ingesta de frutas, frutos secos y marisco.

 

Toxiinfección alimentaria

La diferencia de las alergias e intolerancias con la toxiinfección alimentaria es que esta se produce como consecuencia de la ingesta de un alimento contaminado por gérmenes patógenos o sus toxinas.

Según explica la FEAD, si la enfermedad se debe a la ingesta de alimentos contaminados por bacterias o virus se habla de infección.

Si es porque se han tomado alimentos contaminados por toxinas bacterianas es intoxicación; y si es por la ingesta de parásitos, infestación.

«La manifestación principal de una toxiinfección alimentaria es la diarrea, de aparición aguda y consistencia líquida», indica el doctor Casellas.

Si la diarrea es lo suficientemente importante, es probable que el paciente pueda llegar a sufrir una deshidratación, por lo que los expertos recomiendan utilizar la hidratación oral siempre que la situación clínica lo permita y no existan vómitos. Además del tratamiento, la prevención es también clave en lo que a las toxiinfecciones alimentarias se refiere.