De generación en generación

Nacho Sáez
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Óscar Bermejo ha transmitido la tradición de participar en el desfile de Gigantes y Cabezudos a su hijo Alonso y a su amigo Jaime.

De generación en generación

La comparsa de Gigantes y Cabezudos tiene el relevo asegurado. Alonso Bermejo y Jaime Tordesillas, de 12 años, se han empapado ya de una tradición que moja a todo el que se acerca. Óscar, padre de Alonso y miembro también de la comparsa, cuenta que su implicación se inició gracias a un amigo de Espirdo ya fallecido, Sergio Piquero. «Me empezó a picar con que me tenía que ir con él y al final lo cogí gusto», explica. Ahora es él quien tiene que dosificar el ímpetu de sus hijos. «Tengo otro de siete que también me está dando la vara para salir», dice.

Este año las figuras estrenarán trajes. Los han elaborado alumnas del curso de confección de vestuario en textil y piel. «Son más finos y tienen menos peso», se consuela Óscar pensando en el calor que tendrán que pasar si se prolonga o se repite el episodio de altas temperaturas de los próximos días. Para su pasacalles, la programación de las Ferias y Fiestas de San Juan y San Pedro les ha reservado los días 25 y 29 este año, especial también por la celebración del 80 aniversario de Los Silverios, la agrupación musical que siempre los acompaña.

«Nos sentimos apreciados por la ciudad. A la gente le gusta vernos, hacernos fotos… En la Plaza Mayor, en el Azoguejo... En cada parada que hacemos hay fotos por todos los lados», continúa Óscar sobre su experiencia, que comenzó cuando tenía nueve años –ahora tiene 44– y que mantiene ininterrumpida desde hace 18. «Aunque ganas un dinerín, poco, es una tradición. No lo haces por dinero, sino por pasártelo bien con los amigos y ahora también para que la familia disfrute», destaca. Esos sentimientos tienen quienes lo preserven. «No cuesta encontrar gente para salir con la comparsa. Al final uno tiene un contacto, otro también… Entre todos nos vamos apañando y salimos», concluye Óscar tras posar con su hijo Alonso, su amiga Jaime y los cabezudos, por supuesto.