Una pequeña Huelva en Nava de la Asunción

Nacho Sáez
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En la provincia andaluza finaliza ahora la temporada de recogida de fresa y en Segovia empieza. De la mano principalmente de Vivero El Pinar, pionera con su cultivo de verano.

Una pequeña Huelva en Nava de la Asunción

Tradición e innovación van de la mano en esta exitosa empresa segoviana que no suele aparecer en las nóminas de premiados en los galardones que entregan cada año algunas instituciones locales. Quizás muchos no sepan que Vivero El Pinar  continúa el proceso de expansión de la pequeña Huelva que creó en Nava de la Asunción hace más de dos décadas. El Carracillo segoviano es famoso por producir planta de fresa para enviarla precisamente a Huelva o exportarla a países como Italia, pero la compañía que actualmente dirigen Mario Esteban y su hermano Jimmy Esteban también cultiva el producto final. Y con buen resultado, como prueba que su fresa ha llegado a las estanterías del gigante Mercadona con el sobrenombre de Mumu.

El triunfo de Vivero El Pinar se basa en su apuesta por el respeto a sus raíces –la empresa fue creada por el padre de Mario y Jimmy– y la búsqueda constante de nuevas ideas. Con la sostenibilidad en el centro de toda su actividad. «Conocemos las limitaciones de nuestra zona de producción. Aquí el agua es un bien escaso y nos cuidamos mucho de usar justo lo que necesitamos», explica Mario. Sus cultivos son hidropónicos. «Fuera del suelo. Lo hacemos en unos sacos de cultivo donde plantamos las plantas. Esto nos permite controlar muy bien el riego y el abonado para que la planta tome solo lo que necesita y reutilizar todo el agua y el abono que la planta no usa. Así somos más eficientes. Además, al estar colgando y no en contacto con el suelo, la ventilación y la calidad de la fruta es mejor».

También lo agradecen los trabajadores, que en este caso no tienen que agacharse para realizar la recogida. Algunos llegarán de Huelva, donde estos días finaliza la campaña para dar el relevo a cultivos de verano como este de Nava de la Asunción. «Nosotros copiamos lo que se hacía en el centro y en el norte de Europa. Mientras que en Huelva producen desde diciembre hasta mayo, nosotros lo hacemos desde mayo hasta noviembre», apunta Mario. Además de fresas, cultivan frambuesas, moras, arándanos y grosellas. En total, alrededor de cinco millones al año en 150 hectáreas de terreno. «Cualquier actividad agraria necesita mano de obra. Nosotros intentamos priorizar la mano de obra de la zona –tenemos gente de la zona–, pero cuando no llegas tienes gente de otras nacionalidades que lleva muchos años trabajando con nosotros y con la que estamos muy contentos», argumenta tratando de alejarse de la polémica que siempre rodea a este sector por sus condiciones de trabajo.

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NUEVA FÁBRICA. Su fruta es tratada con mimo durante todo el proceso. Pegada al campo, una nave intermedia de frío almacena las cajas que después son trasladadas a las nuevas instalaciones de envasado que la empresa ha construido a muy pocos kilómetros. En Coca, junto a la sede de Copese, empaqueta el producto en envases que tratan de minimizar la huella medioambiental. Algunos son de cartón y otros de plástico reciclado que luego se pueden desechar junto a  otros residuos orgánicos. «Ahora los estamos enviando a mercados a los que es más difícil llegar desde nuestra situación, como Baleares», revelan sus responsables, protagonistas también de una expansión sostenida: «Estamos en un crecimiento del quince por ciento anual en superficie de cultivo y la producción por hectárea cada vez es un poquito mayor».

Sus bases se asientan, además, en una innovación constante. Otro de los ejes de la compañía es el centro de I+D con el que cuentan. Extendido a través de unos laboratorios ubicados en Segovia y de campos de ensayo en Grecia, Italia y Portugal, les permite desarrollar variedades de fresa, frambuesa y mora. «Este año vamos a evaluar 30.000 variedades», destaca Mario. Tratan de adaptarse a las demandas del mercado: «En Italia, por ejemplo, el cien por cien de su producción va dirigido al consumo nacional y por eso, te piden unos niveles altísimos de azúcar».

Tampoco es extraño que reciban la visita de responsables de compras de grandes superficies como Edeka, la cadena minorista de alimentación más grande de Alemania. «Mi hermano y yo somos la segunda generación de la empresa», apunta Mario. «Mi padre empezó como viverista y seguimos siendo viveristas, pero desde finales de los 90 empezamos a hacer pruebas aquí y desde entonces y hasta ahora hemos ido ensayando diferentes tipos de variedades, diferentes formas de cultivo. Desde hace siete u ocho años ya tenemos volúmenes bastante importantes».

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La fresa que ellos producen es singular, según aseguran. «Tiene mucho sabor, mucha carnosidad, es muy buena de comer y muy buena desde para la persona que la compra en la tienda para llevársela a su casa hasta para hacer repostería, para cocinar... No hace falta echarle azúcar, no hace falta echarle nata, porque tiene un sabor muy dulce», remarca Jimmy. «Realmente nos apasiona. Mi hermano y yo lo llevamos haciendo toda la vida, mi padre sigue trabajando con nosotros, y vemos futuro. De hecho creo que es un futuro interesante para la zona también. Limitado, es verdad, porque en España en verano tenemos frutas a muy buen precio y de muy buen calidad y el mercado es el que es. Consumimos lo que consumimos», concluye Mario.