Sin el ritmo de la noche

Sergio Arribas
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Abandonados, perseguidos y señalados. Así se sienten los propietarios de discotecas y bares de copas, que confía en que la vacunación de los jóvenes suponga un acicate para la resurrección de sus negocios.

Juanfran Martín (izq), los hermanos Adolfo e Ismael de la Mata., Gustavo Gómez y José Gabriel Cobos, en la Plaza Mayor . - Foto: S.A.

Son los mismos protagonistas que hace dos años, aunque el ánimo con el que acuden ahora  a la cita con El Día de Segovia, está en las antípodas de la anterior ocasión. Entonces, en octubre de 2019, la nostalgia invadió a algunos de los principales propietarios de discotecas, pubs y bares de copas invitados a participar en un reportaje sobre aquella «época dorada» que vivió Segovia en los 80 y 90, cuando existían una decena de discotecas y multitud de locales de copas. Ahora, los semblantes son serios, las anécdotas se han esfumado y los recuerdos y las divertidas anécdotas han mutado en desahogos, que denotan cabreo, impotencia, amargura o frustración, aunque también esperanza.

Estamos en la quinta ola de la pandemia y las discotecas permanecen cerradas a cal y canto. Otros locales de menor tamaño, también enfocados al ocio nocturno, pudieron obtener la ‘doble licencia’ que les brindó el Ayuntamiento para poder operar como bar ‘normal’, aunque han experimentado un abrupto descenso de público, poco acostumbrado a pisar la moqueta a la luz del día. Con las últimas medidas impuestas desde la Junta de Castilla y León, que impiden además el consumo en barra en cualquier establecimiento, el horario de cierre del interior de los locales, al menos hasta el 30 de agosto, está fijado a las 1:30 horas, aunque sin que puedan admitirse nuevos clientes desde media hora antes. Toca sobrevivir a la espera de tiempos mejores.

«Estamos machacados». «Nos tienen machacados. No hay ningún sector ahora mismo que esté cerrado, solo el ocio nocturno», lamenta José Gabriel Cobos, que representa a estos locales en la directiva de la agrupación de hostelería. Es uno de los veteranos. Regenta desde hace 25 años ‘Sabbat’, la antigua discoteca Florida, que desde el inicio de la pandemia apenas ha podido abrir quince días, a principios de este verano, antes de la quinta ola. 

Juanfran Martín (izq), los hermanos Adolfo e Ismael de la Mata., Gustavo Gómez y José Gabriel Cobos, en la Plaza Mayor . Juanfran Martín (izq), los hermanos Adolfo e Ismael de la Mata., Gustavo Gómez y José Gabriel Cobos, en la Plaza Mayor . - Foto: S.A.

José ‘El Negro’, apelativo cariñoso con el que es conocido desde chaval, habla de que discotecas, salas de fiestas y bares de copas, «nos sentimos perseguidos y señalados». La reflexión viene acompañada de un ejemplo, un episodio que vivió en aquel breve periodo de apertura de su discoteca.  «Mi hijo tenía una celebración con sus compañeros. Estuvieron tomando chatos en diversos bares, cenando en un restaurante y luego acabaron en mi discoteca. Eran 60 ó 70 personas y a los dos días uno fue positivo, y se llegó a decir que había salido de la discoteca, ni del bar, ni del restaurante… Estamos marcados y hemos estado marcados siempre», lamenta el también propietario de ‘Bar Bahía’ donde, poco a poco, van llegando otros empresarios de la noche, como Juanfran Martín (Shout), los hermanos Adolfo e Ismael de la Mata (Canavans y Theatre) y Gustavo Gómez (Gin Club Menorá).

«Entre Gobierno central y Junta nos tienen machacados», insiste José ‘El Negro’ quien, sin ánimo de polemizar con otros compañeros de la hostelería, se pregunta el porqué las medidas más duras siempre afectan a los locales ‘de la noche’. «En una boda de 300 invitados, ¿no se contagia nadie? Somos los únicos que estamos cerrados», añade el propietario de Sabbat, en contacto permanente, en varios grupos de whatsapp, con asociaciones de empresarios de la noche de toda España, que «siguen peleando», incluso a nivel judicial, muchas veces con escaso éxito.

«Las asociaciones que nos protegen simplemente no tienen armas para defendernos. Se marcan unas normas y no pueden hacer nada. Por eso digo que nos sentimos abandonados», asegura, por su parte, Adolfo de la Mata ‘Fito’; mientras Juanfran considera que discotecas y discobares les han «criminalizado y culpabilizado como si no siguiéramos las normas. Es injusto». «Las administraciones —ironiza— prefieren la gente abrazada por la calle a gente con distancia en interiores ventilados, prefiere terrazas abarrotadas a locales con aforos mínimos»

Precisamente, la limitación de aforo supone, a juicio de los empresarios, una medida lógica de prevención ante la pandemia, aunque no tanto los estrictos horarios impuestos a los locales, ante una realidad que describe el propietario de Shout, en la ‘calle de los Bares’. «¡Claro que controlan [los policías locales] el horario de cierre! ¡Y de qué manera! Eso sí, cuando yo cierro y saco a la gente a la calle, resulta que luego se quedan allí, con todos los bares cerrados, como hora y media más como mínimo. Y lo sé porque vivo encima», explica Juanfran. «Cuando cierran los bares, —añade— la gente queda en parques o en otras zonas, o en pisos o peñas. ¿Que cómo se ésto? Pues porque hablan muy alto e intentan que les vendas bebida y hielos cuando cierras. Se quedan en la calle y eso parece que no importa a las autoridades y fuerzas del orden».
«¿Veis a los jóvenes responsables?». El propietario de Canavans y Theatre toma la palabra. «Los jóvenes están hasta la gorra, tienen ganas de divertirse. Estamos viendo lo que hacen, pero, obviamente, están saturados. ¿Deberían respetar un poco más? Pues sí, pero todos, también los más maduros. Llevan año y medio retenidos y estaba claro que cuando acabaran los exámenes iban a explotar». 

Tras indicar que observa a la gente «con muchas ganas, pero no de salir fiesta, sino más bien de interactuar y de sentirse libres» y destacar el comportamiento «cívico» de la mayoría de los jóvenes, ‘Fito’ no pierde el optimismo. «Todo esto pasará, aunque se tardará tiempo y será de forma progresiva, no será de golpe», añade el empresario, partidario de que las administraciones amplíen de forma progresiva los horarios porque «de un nada hasta las siete de la mañana, como ocurrió a finales de junio, fue excesivo, pero es que ahora tampoco veo normal que nos dejen abrir solo hasta la una».

Incertidumbre. En la conversación se hace alusión a las evidentes pérdidas económicas sufridas por el cierre prolongado de los negocios durante la pandemia —se elude hablar de cifras—, mientras que a ninguno le ha sobresaltado la idea de bajar la persiana, salvo a Gustavo Gómez, que pensó cerrar ‘Gin Club Menorá’ para centrarse en su bar-cafetería Juan Bravo-Fonda Ilustrada, aunque rápidamente descartó la idea. «Me planteé quedarme con el Juan Bravo y quitarme algo, el Menorá, que me da problemas y dolor de cabeza, pero luego lo descarté y lo mantengo», afirma Gustavo, para quien lo peor, de cara al futuro, es la «incertidumbre». 

El alto ritmo de vacunación y el hecho de que ya alcance, al menos en primeras dosis, a amplios sectores de la juventud supone una puerta para la esperanza y para la recuperación de la actividad al ocio nocturno. «La vacunación es algo muy importante. Dicen que cuando estemos al 80% de la población vacunada se nos dará más libertad y eso puede ser a últimos de octubre», apunta José ‘El Negro’, argumento que se encuentra con el escepticismo de Juanfran Martín. «Dijeron un 60%, ahora el 80%, lo mismo hasta nos hace falta la tercera dosis. No me fio un pelo de las instituciones y los políticos», añade el propietario de Shout, que abrió en 1994. «Lo veo mal. Somos la medida principal que toman y la panacea para solucionar los problemas. Ni asociaciones empresariales, que están divididas, ni sindicatos, ni ayuntamiento nos defiende ni ayudan», sentencia.

Una «ocasión perdida» para «acabar con el botellón». De lo sucedido durante la pandemia, el propietario de ‘Menorá’, que abrió en octubre de 1997, considera que «hemos perdido una oportunidad de oro para acabar con los macrobotellones pero no se ha querido acabar con ellos y desconozco el motivo». En su opinión, cuando bares de copas y discotecas reabran con normalidad, retornarán los botellones de afluencia masiva, que suponen, según dice, un perjuicio al descanso y limpieza de la ciudad y un daño a la rentabilidad de pubs y discotecas. Por su parte, el propietario de Shout no puede ocultar su hartazgo ante una situación que considera ‘insólita’. «El jefe de policía dice que no puede hacer nada contra el botellón, pero se potencia la limpieza en esas zonas de botellón. Nos siguen cobrando impuestos, también para limpieza, mientras estamos cerrados, con menos aforo y menos horario. Así generamos menos basura», ironiza. 

La ‘doble licencia’ ante el cierre obligado. Fue una alternativa al cierre del ocio nocturno que algunos empresarios abrazaron para sortear la crisis. Hace casi un año, la Junta de Castilla y León aprobó una modificación normativa que permitía a los ayuntamientos conceder una ‘duplicidad de licencias’ de manera que locales considerados de ocio nocturno, discotecas y bares de copas, pudieran funcionar como bares ‘normales’. El empresario Javier García Olmo fue uno de los que logró esta doble licencia para ‘Sala Mandala’, que pudo desde entonces acogerse al horario de bares o cafeterías. «Una discoteca se va a pasarlo bien, a bailar, a tener contacto con otras personas, a conocer gente o a ligar incluso, cosas que por el día cuesta más trabajo. Y no puedes abrir a las dos o cuatro de la tarde», afirma Javier García, que reconoce que mantener el negocio «nos está costando mucho trabajo y sacrificio». «Estamos abriendo como un bar normal, con poca afluencia de público. Nos mantenemos porque Mandala lleva 13 años abierto y se ha hecho un trabajo de gestión muy buena. Había un colchón importante y es lo que nos ha permitido no cerrar en pandemia». Sobre el futuro, García, propietario también de Cervecería Vogue, admite que su deseo es que la vacunación alcance el 100% de la población lo antes posible. No obstante, considera que «la normalidad absoluta que hemos tenido antes de la pandemia va a costar recuperarla. Aunque la gente tiene muchas ganas de salir y divertirse, la normalidad absoluta tardará un poco en llegar».