Draghi, el hombre silencioso

Agencias-SPC
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El primer ministro ha optado por trabajar fuera del foco mediático y solo ha comparecido para presentar su Gobierno, hace ya casi un mes

El ‘premier’ ni siquiera hizo declaraciones tras su primer Consejo Europeo, como sí hicieron sus colegas comunitarios. - Foto: GUGLIELMO MANGIAPANE

Han pasado tres semanas desde que Mario Draghi y su Gobierno tomaran posesión de sus cargos. Y desde entonces, poco o nada se ha sabido del nuevo primer ministro, un hombre que intriga a Italia con su estilo silencioso de gobernar, alejado, por ejemplo, de las redes sociales tan en boga en la política, una estrategia comunicativa muy distinta a la de sus predecesores para un tiempo difícil por la pandemia.

El pasado martes firmó su primer decreto con medidas contra el coronavirus -como la implantación de la educación a distancia en las zonas más afectadas o la reapertura de teatros y cines en las regiones con menor incidencia- y, pese a la importancia e incluso el simbolismo del acto, optó por no comparecer para ilustrarlo, como hacían sus muy locuaces predecesores en el cargo, Giuseppe Conte (2018-2021) o Matteo Renzi (2014-2016).

En su lugar, hablaron en rueda de prensa el ministro de Sanidad, Roberto Speranza, y la titular de Relaciones Regionales, Mariastella Gelmini, así como sus asesores científicos, encargados de dar la cara durante esta crisis sanitaria.

El que fuera presidente del Banco Central Europeo (BCE) parece decidido a imponer su estilo adusto para reforzar a su alrededor un muro que le permita trabajar en calma y fuera del foco mediático.

Su modo de actuar quedó claro desde el momento en el que se puso a crear su equipo en la más estricta confidencialidad y sin exponerse tras las reuniones que mantuvo con los partidos políticos, las asociaciones medioambientales o los agentes sociales, que fueron, precisamente, quienes filtraron parte del contenido de esos encuentros.

Así, cuando en la noche del 12 de febrero el economista se quitó la mascarilla para anunciar su lista de ministros desde el Palacio romano del Quirinale, la Jefatura del Estado, muchos de los aludidos ni lo sabían y otros solo habían sido avisados poco antes.

A Draghi, de formación jesuita, ya le precedía su fama de poco elocuente tecnócrata y parece que no renunciará al estilo nuevo que ha inaugurado: la discreción como forma de comunicación del poder.

El exbanquero no habla, solo se le escuchó en su investidura en el Parlamento, apenas se le ve y por supuesto carece de redes sociales. Nada de Twitter o Facebook, herramientas más que frecuentes entre sus colegas del Viejo Continente, excepto la alemana Angela Merkel.

Este es, además, un método que pretende extender a sus colaboradores y ya en su primer Consejo de Ministros pidió «máxima sobriedad en la comunicación» a sus compañeros de Gabinete. Toda una declaración de principios.

Atajar las especulaciones

Y es que el premier, con ese perenne gesto hierático, parece decidido a poner coto a los dimes y diretes políticos que cada mañana nutren las páginas de los periódicos italianos para disfrute del lector.

Como portavoz ha elegido a Paola Ansuini, su mujer de confianza desde tiempos de su presidencia del Banco de Italia, a la que estima pero, dicen, sigue tratando de «usted». El primer día de Gobierno, esta retuiteó un análisis en el que se destacaba el deseo del economista de dejar que «hablen los hechos», los resultados.

Y también se declaraba el «adiós a los retroscena (detrás de escena)», un término que alude a los artículos periodísticos basados en intrigas de palacio e informaciones extraoficiales más o menos fundadas.

También ha devuelto sus funciones al Departamento de Prensa del Palacio Chigi, sede del Ejecutivo, y la información sobre su Gabineta llegará a golpe del comunicado a los medios de toda la vida.

Esto contrasta tajantemente con lo conocido en los últimos años durante la era Conte, en la que sus colaboradores vivían pegados al Whatsapp o Telegram para filtrar información, encabezados por su polémico escudero, Rocco Casalino.

Como muestra, un botón: la semana pasada, el dirigente participó en su primer Consejo Europeo como primer ministro, una cumbre telemática de dos días, y mientras sus homólogos daban declaraciones desde todas las capitales del continente, desde Roma no se soltaba prenda. Silencio absoluto. Otra vez.

 

Menos redes sociales

Por otro lado, Draghi parece ajeno a lo que se cuece en las redes sociales y cinco de sus ministros ni siquiera existen en ellas.

Son los técnicos Daniele Franco, de Economía; Enrico Giovannini, en Infraestructuras; Marta Cartabia, de Justicia; y Luciana Lamorgese, en Interior, así como Giancarlo Giorgetti, titular de Desarrollo Económico y miembro de la ultraderechista Liga.

Los analistas de Osservatorio Digitale han elaborado una tabla que ilustra el número de usuarios a los que llegan por las redes los Gobiernos de Conte y de Draghi y el segundo se queda a mitad del camino del primero. Es decir, todos los ministros del Gabinete de anterior (solo una no tenía redes) sumaban un total de 13.777.397 seguidores en Facebook, Twitter e Instagram. Los de ahora no superan los 6,8 millones.

Pero esto no debe confundirse con una descuidada estrategia comunicativa. Draghi está pendiente de lo que se dice de Italia, también desde fuera, y  cuenta con un consejero para la relación con los medios extranjeros.

Oír, ver y callar. Una nueva metodología en un país donde tanto gusta hablar.