Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


Lo extraño del debate

18/07/2022

El reciente debate sobre el estado de la nación celebrado hace unos días en el Congreso de los Diputados tuvo ciertamente de todo. Anuncios, promesas, gestos, críticas, de todo lo que normalmente forma parte de la política y de un debate de este tipo. Una cosa extrañó: que lo que en buena lógica es la parte más interesante del debate, que es la contraposición personal y directa entre el Presidente del Gobierno y el líder del principal partido de la oposición, aspirante a la alternancia, no se produjera. Y por mucho que el discurso correspondiente hubiera sido preparado o supervisado por él, de manera que expresase su opinión personal y la posición política de su partido, no es lo mismo. Para nada es lo mismo. La escenografía política, más importante de lo que parece, exige poner cara a quien se pronuncia. Y la cara, esta vez, no era la que correspondía, y a muchos extrañó que así fuera.

La razón, ya la saben. El actual líder del principal partido de la oposición no tiene la condición de diputado y, por tanto, carece de voz en el Congreso. Entró en escena ya casi en el último acto de la representación y alcanzó la cúspide en su partido, pero no tiene puesto en su grupo parlamentario. ¿Se le podía haber permitido intervenir específicamente en este caso, en razón de la singularidad y la importancia del debate? Hay quien lo afirma, con un argumento interesante: en nuestro sistema el candidato en un debate de investidura, o en una moción de censura, no tiene por qué ser diputado. Por ejemplo, Pedro Sánchez alcanzó la Presidencia del Gobierno tras una moción de censura y no era diputado en aquel momento. Lo importante en ese caso es obtener la confianza de la Cámara y no si se tiene o no la condición de diputado. Todo esto es cierto.

Pero en el debate del estado de la nación no se elige Presidente del Gobierno. Quien ya lo es debate con quienes tienen la función de controlarle, que son los grupos parlamentarios, a través de sus portavoces. Puede que el Presidente del Gobierno no sea diputado, pero quienes le dan la réplica en un debate parlamentario, una vez constituido el Parlamento, son diputados, y creo que no valdría una delegación expresa de un grupo en persona que formalmente no pertenece a él, porque no es diputado, para ese debate en concreto. Quizá si el Reglamento del Congreso lo contemplara de manera concreta, se podría plantear. Tampoco es el caso, porque no hay tal regla.

Cierto que es una pena limitar el debate de ese modo. Pero no tiene fácil arreglo.