Hielo a cuentagotas

A.M.
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Productores y distribuidores no alcanzan a cubrir la mitad de la demanda de cubitos en Segovia, que aumentan de precio

Un repartidor de hielo en la capital - Foto: Rosa Blanco

La ausencia de producto almacenado al haberse fabricado menos en invierno, debido al precio de la luz, el excesivo calor que, además de fomentar más el consumo impiden trabajar a las máquinas al ritmo deseado, y  las fiestas en honor de la Virgen en numerosos pueblos de la provincia, además de la hostelería, en algunos casos, son algunas de las causas que han provocado la crisis del hielo, según argumentan fabricantes y distribuidores, donde en Segovia no se alcanza a cubrir la mitad de la demanda y en algunos puntos de venta se disparan los precios.   

El gerente de Congelados Segovia, José Luis Gómez, asegura a este periódico que «ahora mismo la situación estará en un 50% de lo que necesitaría el mercado, nos encontramos en que solo se puede atender la mitad de la demanda que tenemos». Nunca se había producido una situación similar, reconoce, pero, este año, los tres o cuatro grandes fabricantes que hay a nivel nacional han dejado de producir en los meses más fríos, debido al incremento del precio de la luz, por lo que no han hecho acopio y, en la actualidad, «por mucho que se fabrique no dan abasto (...) las fábricas tienen que estar trabajando desde el mes de diciembre para poder satisfacer la demanda que hay en estos meses y, si contamos que tenemos encima ola de calor, se dispara el consumo» 

La empresa en la que trabaja Gómez, como otras consultadas, priorizan la atención a sus clientes de todo el año, reconociendo que el fabricante les está suministrando menos de lo que necesitarían para abastecer a su mercado, por lo que les resulta imposible admitir clientes nuevos a riesgo de no poderles servir. 

En cuanto al coste, Gómez subraya que ellos tienen un precio cerrado con el fabricante, que no se ha movido, sin que tampoco hayan aumentado lo que cobran a sus clientes. No obstante, reconoce que «hay quien está especulando» con esta situación.  Esto lo ha vivido un hostelero del barrio de San Lorenzo,  que acaba de concluir sus fiestas, pese a que había hecho acopio de armarios frigoríficos y alguna máquina de hacer cubitos –cuya demanda se ha triplicado, aunque el coste medio es de 205 euros, pero existen modelos por 110 euros, que pueden fabricar hasta 12 kilogramos de cubitos diarios–. Según iban pasando los días, ha ido conociendo evolución de precios por bolsa de 0,65 a 1,10 euros, o de 5,50 a 6,50, euros una bolsa en gasolinera, incluso 2,50 euros por un saco de dos kilos.    

Las cerca de 400 fábricas que operan en España generan alrededor de 5.000 toneladas diarias, que se reparten casi al 50% entre la hostelería y el hogar.  Según datos que ha ofrecido a Efe el director general de Procubitos Europe, Fernando Plazas, el mayor productor de cubitos de hielo de España, con el 22 % de la capacidad nacional, se producen unos 2 millones de kilos de cubitos de hielo al día y lo habitual es que en los meses de primavera se almacenen otros 2 millones de kilos diarios para hacer frente a la demanda del verano, que normalmente es de 4 millones de kilos al día. La demanda se ha disparado hasta los 8 millones de kilos diarios y, sin casi hielos almacenados, sólo hay capacidad para abastecer dos millones de kilos al día, que es lo que se va a produciendo.

Mariano Chavida, responsable de Hielos Chavida, en Cuéllar, la única fábrica en la provincia, sostiene que con el calor del verano se produce la mitad que en invierno. Hay días que pueden fabricar 1.000 kilos de cubitos pero no todos los meses, porque en algunos la fabricación se reduce a 10 o 15 días, dependiendo de la demanda. Además,  compran fuera en torno a 100.000 kilos. 

Con dos cámaras, si antes pagaba de luz 1.500 o 2.000 euros en agosto, la empresa cuellarana tiene ahora un gasto de 3.500 euros y los demás meses de más de 2.000, por lo que pararon de producir para almacenar, al desconocer la evolución del mercado, pero apareció un julio tórrido. Chavida segura que fábricó 15 días de enero y un mes entre mediados de febrero y mitad de  marzo, pero luego no paró, excepto un día de una avería de una máquina, en mayo, y no han vuelto a fallar.  Su mayor problema es que no sirven las empresas y da otra clave para entender la crisis:«Las compañías a las que compramos, que elaboran de 50.000 a 60.000 kilos al día, están exportando mucho a Bulgaria y a Rumanía, porque allí no hay fábricas, que lo pagan más caro que nosotros, aunque nos han subido ligeramente el precio». En su caso, ante el precio de la luz, subió 50 céntimos por cada 10 kilos, teniendo en cuenta también que un viaje le costaba antes 500 euros menos que ahora.  

Tratando de que no les falte suministro a sus clientes, en una zona que celebra fiestas estos días, Chavida asegura que, si pudiera «serviría a más clientes, tengo cuatro palés, hay dos para tirarles, porque tuve un problema con una cámara y están medio descongelados, pero si hubiera querido, se lo habrían llevado, una distribuidora de Santander que me compraba todo lo que tuviera».

Ahora suministra equitativamente dependiendo del tipo de cliente, si es de todo el año o solo de fiestas, «porque hay gente que tiene máquinas y en todo el año no me compra, tengo que atender preferentemente al habitual».

José Luis Sánchez, responsable de Bollería J. Sánchez e Hijos, de distribución de materia prima, vaticina que esta curva ascendente de consumo se pueda aplanar una vez concluidas las fiestas de la Virgen, la semana próxima, y vuelva todo a su cauce,  pero en la provincia aún quedarán a finales de agosto fiestas importantes, incluso en el mes de septiembre.

Sánchez tampoco deja tirado al cliente habitual pero, tras aumentar los pedidos de forma espectacular, suele servirles la mitad de la demanda. A su juicio, «hay que racionar y repartirlo para que haya para todo el mundo, el distribuidor tiene un almacén en Burgos y otro en Valladolid, pero se está quedando sin el hielo que tenía almacenado en las naves». 

Al haber tanta demanda, explica Sánchez, se ha producido un ligero aumento de precio: «Vendíamos a lo mejor por debajo del margen comercial y se aprovecha para poder mantener el almacén, aunque no ha sido un aumento epectacular». 

Asimismo ha considerado que, para una casa particular, es suficiente con las dos cubiteras de hielo del frigorífico, salvo que vaya a haber una celebración grande, «pero hay gente que ahora escucha hablar de que no hay hielo y se lleva tres sacas de cinco por si acaso», matiza.  

El efecto del papel higiénico 

Durante el confinamiento, un posible desabastecimiento en las grandes superficies, que no se llegó a producir en ningún momento, provocó una fiebre de hacer acopio de productos como papel higiénico, que adornaba los carros en su desfile por las estanterías. Luego llegó la guerra por la invasión de Rusia en Ucrania y la voracidad de algunos consumidores se centro en llevarse aceite de girasol y harina , aunque aún lo guarden en casa, lo que obligó a racionar estos productos.

Ahora está ocurriendo con el hielo, donde está limitada temporalmente la venta de bolsas –máximo de cinco o un saco–, con precios que oscilan según qué cadenas, desde 0,75 euros la bolsa, a 0,85 euros o 0,89. En muchas de las grandes superficies, sobre todo a determinadas horas, los frigoríficos están vacíos y ni siquiera hay posibilidad de echar nada al carro.