"Los niños van a aprender habilidades"

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El Colegio de Psicólogos de Castilla y León advierte del peligro del uso excesivo de tecnología entre los menores y defiende que los niños mantengan casi la misma rutina que hasta ahora y participen de las tareas de la casa

“Los niños van a aprender habilidades"

El confinamiento por el estado de alarma debido a la incidencia del Covid-19 ha dado un vuelco a las rutinas familiares establecidas hasta ahora. El vicedecano del Colegio de Psicólogos de Castilla y León, Vicente Martín, reconoce que la “urgencia” con la que vivíamos hasta ahora “se ha parado” y a pesar de las dificultades de los primeros días, en general las familias están aprendiendo a adaptarse y la población está dando “un ejemplo” de lo que es capaz de hacer y que hasta ahora no se había imaginado, aunque estima que hay que “dosificar” las emociones porque la situación “va a durar semanas”. Alerta de la sobreprotección de los padres hacia los hijos y considera que ya se sabe que tienen que hacer sus deberes y también jugar, pero aboga por hacer que las tareas domésticas se integren en su rutina diaria, algo que les servirá de “entrenamiento” para saberse desenvolver en el futuro, y no dejar un tiempo excesivo frente a aparatos tecnológicos, que podrían provocar adicciones en los jóvenes.

Llevamos dos semanas desde la declaración del estado de alarma. ¿Qué efectos psicológicos puede tener en las personas?

Desde un punto de vista general, esta situación de confinamiento produce ansiedad, depresión, angustia, bajo estado de ánimo, frustración… es algo que ya está claro, pero también es importante decir que cuando el ser humano no tiene posibilidad de evitar y escapar de una situación adquiere unas habilidades de afrontamiento de la situación que le hacen sentir más reforzado y más capaz de sí mismo. Las personas de población normal está aprendiendo a gestionar emociones y pensamientos que nunca jamás pensó que pudiera llegar a ser. Como no hay posibilidad de evitar lo que está ocurriendo, creo que en general la población se está adaptando, dada la situación anormal, perfectamente a la situación. Creo que la población está dando un ejemplo de todo aquello que podemos hacer el ser humano y que ni tan siquiera habíamos imaginado que hubiéramos podido afrontarlo. 

¿Pueden darnos los niños una lección a los mayores a la hora de afrontar situaciones como esta?

Totalmente. Si hablamos de comportamiento, ¿qué es portarse bien? Tener rabietas. Los niños manifiestan sus estados emocionales, según las edades, de forma diferente a los adultos. Cuando un niño se irrita y tiene una rabieta probablemente pretende que le atendamos o lo que hace es manifestar su estado de frustración con un llanto, quejándose o rompiendo algo… Los niños en general se están adaptando bien, pero es que eso supone tener estos estados emocionales de descarga.

¿Cómo puede afectar, en especial a los más pequeños, la prolongación del estado de alarma?

Esos comportamientos son normales dentro de la situación en la que nos encontramos, pero a medida que pasa el tiempo, estoy segurísimo de que esos niños desarrollan esa fatiga que produce lo que llamamos habituación, es decir, que aprenden a afrontar la situación. Dentro de lo negativo que es esto, van a aprender tolerancia a la frustración y que no pueden hacer siempre lo que les apetece. Van a aprender disciplina y orden. 

¿Y los adolescentes?

En general tienen medios para ponerse en comunicación con los amigos, ver películas… con lo que no tienen esa sensación de aislamiento porque sustituyen lo presencial por lo digital, con lo que posiblemente lo llevan, dentro de la situación anormal, con reacciones normales, a pesar del aburrimiento, frustración, preocupación e incluso un poquito de rabia. 

Habla de que los menores van a aprender a tolerar la frustración, algo que parece que ahora los padres no permitimos. En ese sentido, ¿el confinamiento puede tener tintes positivos?

Por imposición, porque no tenemos más remedio, los padres están aprendiendo que los niños se aburren y se irritan, tienen rabietas y conductas de negación. Pero luego se pasan y no es tan grave. Los padres creo que van a aprender a conocer más a sus hijos, y ver que a lo largo del día tienen diferentes ciclos. Los padres lo van a entender y lo van a ir viendo como normal. Quiero trasladar un mensaje de positivismo dentro de esta situación anormal. Los niños van a aprender habilidades para tolerar la frustración y los padres van a aprender a manejar a sus hijos, porque si no va a ser una locura.

En esta nueva situación, hay familias que dicen sentirse desbordadas pero a la vez se les dice que hay que disfrutar de la familia. ¿Cómo buscar el equilibrio entre las obligaciones y el tiempo de ocio?

Las familias pasarán por distintas fases y se van a ir acostumbrando a que existen. Habrá momentos de irritación y otros de resolución de esos problemas. Cuando todo esto pase y hagamos valoraciones, veremos cómo las familias habrán adoptado una toma de decisiones que les habrá permitido organizarse mejor en el ámbito familiar. Los humanos somos organismos muy adaptativos y estoy seguro de que las familias se organizan mejor ahora que los tres o cuatro primeros días, y afrontan sus emociones y pensamientos mejor que hace diez o 15 días. Y eso es por la normalización de lo que ocurre a su alrededor. Eso no quiere decir que estén a gusto, sino que no están tan mal como hace 15 días. Con el ritmo de vida que llevábamos ahora, nos estamos acostumbrando a ponernos en el lugar del otro y a comprender lo que el otro piensa o siente. 

¿Se puede decir que a veces somos nosotros mismos los que nos generamos las sensaciones negativas ante situaciones nuevas como esta?

Dentro de lo negativo habrá que buscar lo positivo que podemos sacar: nuevas fortalezas, un mayor autoconocimiento… porque nos vamos a conocer. Vamos a tenernos que parar en cómo nos sentimos, qué pensamos… y en ocasiones será adecuado y en otras la gente se encontrará con algo que no le gusta. Vamos a aprender cómo a muchos problemas que les dábamos una grandísima importancia, ahora no, porque nos estamos jugando la vida, estamos viendo muertes e infecciones, estamos aprendiendo solidaridad, y vemos que en común es como podemos salir de los problemas. Son valores que nos van a servir, pero hay que dosificar las emociones porque esto va a durar semanas, con lo que no hay que perder todas las lágrimas ahora.

En unos momentos en los que el uso de tecnología se incrementa, ¿puede suponer un problema cuando termine esta situación?

Esto va a tener una influencia, no sé exactamente cual. Hasta ahora estaban acostumbrados a salir obligatoriamente a la discoteca los sábados por la noche, los viernes a tomar unas cañas y ven que ahora no pueden hacerlo. Aquello a lo que no hubieran renunciado nunca porque era imprescindible en sus vidas, ahora se dan cuenta de que no lo es tanto y se puede aprender a vivir de otros modos y se den cuenta de que también se puede disfrutar en casa en familia y que no hace falta salir todos los días. Esa urgencia con la que vivíamos, ahora se ha parado. 

¿Cuál es la medida adecuada de consumo de medios digitales?

Cuidado, porque los niños pueden coger costumbres que no tienen. Hay padres que para que el niño no dé guerra le dejan el teléfono móvil o la tablet. Cuidado porque puede coger luego adicciones. Si vamos a estar un mes o más enclaustrados, una adicción se puede coger rápidamente. A lo mejor no hay que dejarles dos horas más la tablet, hay otras cosas que pueden hacer. Lo que digo es que se puede tener la misma rutina que tenían antes en horario de clases, un poco menos, y hacerles participar en las labores habituales de la casa. A los niños tendemos a protegerles demasiado, pero el niño tiene que participar en las tareas de la casa. Ahora estamos en un estado de alarma y no hay más remedio que colaborar todos, pero no es por ayudar, sino por que aprendan. 

En general y ante el debate sobre cuál es la cantidad adecuada de deberes, de tiempo de ocio…, ¿cuál sería una rutina buena para los niños en estos momentos?

Depende de los casos, porque no es lo mismo vivir en una casa grande en un pueblo que en un apartamento de una ciudad. La rutina del niño tendría que ir en función del entorno en el que nos encontremos, la edad o las condiciones ambientales. Tienen que ir aprendiendo algo de cocina, a manejar algún electrodoméstico según la edad, tienen que acostumbrarse a que tienen que estar un par de horas en una silla haciendo deberes o pictogramas, poner la mesa, una pequeña película o una siesta… y hacerles entrar en lo que es habitual en una casa. Poner películas, ver vídeos, jugar… ya sabemos que lo tienen que hacer. Lo adecuado en el día a día es que participen de las rutinas de la casa, el resto ya sabemos lo que tienen que hacer.

Involucrar a los niños (en función de su edad) en las tareas domésticas, además de ganar tiempo y aprendizaje para ellos, ¿supone ganar una generación futura?

Va a haber una generación que después de un mes y pico en casa va a aprender que es capaz de eso, y que no pasa nada, que antes solo lo hacían las personas dependientes o con una enfermedad crónica. Es una generación que podía estar un poco en el limbo y que ahora se da cuenta de lo capaces que son. Nos interesa creernos que no es tan grave, porque no vamos a poder salir, entonces ¿para qué nos vamos a atacar a nosotros mismos? Desgracia son quienes trabajan en sanidad jugándose la vida, quienes tienen a sus familias enfermas o están en los hospitales con otras enfermedades… Visto eso, es un placer estar en casa sin hacer nada. ¿Y el dinero? Ya se solucionará. Si mañana no tenemos un duro, como tampoco lo tendrán los de alrededor, ya nos organizaremos de otro modo. Entre todos iremos buscando soluciones, como ahora.

¿Cree que se ha tenido lo suficientemente en cuenta a los menores a la hora de fijar las restricciones en el estado de alarma?

No es momento de críticas, pero a nadie se nos escapa que no han sido previsores. Viendo lo que había ocurrido en China y en Italia, igual podíamos copiado unas medidas más integrales desde el principio en lugar de reinventarnos cada día, algo a lo que ahora no nos queda más remedio porque cambian los escenarios. No se sabe si realmente los niños se infectan o no, de forma que no se sabe si la legislación en relación a los niños se podía haber hecho de otro modo. Las medidas de protección son las que no nos queda más remedio que tirar con ellas. 

¿Quién diría que es el colectivo más afectado?

Los abuelos, por múltiples razones, pero además es que tienen los mismos pensamientos y emociones y deseos de vivir que todos. Pero la gente joven ve el futuro y los abuelos, su futuro va a ser el mismo y además están preocupados por sus familias, tienen miedo al contagio, los hijos no les pueden atender igual que antes, quieren ayudar y no pueden, muchos se sienten más estorbo… Además se dan cuenta de la minusvaloración de la tercera edad por parte de la sociedad. Diría que los mayores, los dependientes y el personal sanitario son la población no infectada que peor lo está pasando.

Una vez que se supere esta situación, ¿vamos a ser conscientes realmente de la importancia de un beso o un abrazo?

Supongo que sí, porque es cierto que hay muchas personas que lo necesitan. Los abuelos siempre están deseando un abrazo, igual que los niños. A lo mejor aprendemos valores humanos. Lo que está claro es que posiblemente determinados valores negativos como el odio, la ambición, la envidia o la soberbia disminuyan, y que valores como la solidaridad se potencien.