Perturbados». Así define la asociación de trabajadores penitenciarios Tu Abandono Me Puede Matar el estado emocional en el que se encontraban, el lunes por la mañana, los profesionales de la cárcel de Perogordo que hallaron muertos, durante el recuento de primera hora de ese día, a dos internos que compartían celda en el módulo 3. Uno se encontraba inerte en su cama mientras que el otro se había ahorcado. La escena era dantesca, pero ninguna de las fuentes consultadas por este periódico del interior de la propia cárcel adivina las causas exactas que la desencadenaron.
Tampoco han trascendido detalles de la investigación del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 5 de Segovia, que era el que se encontraba de guardia y el que ordenó el levantamiento de los cadáveres. Instituciones Penitenciarias sólo ha reconocido de forma oficial las muertes, que los fallecidos tenían 26 y 38 años y que no eran de nacionalidad española.
En concreto procedían de Rumanía y de Sudamérica, tal y como amplió Tu Abandono Me Puede Matar, que desveló también algunos detalles de este macabro suceso. Según esta asociación de trabajadores penitenciarios, uno de los internos habría asfixiado al otro y después se habría suicidado. Aunque algunas fuentes apuntan que ambos mantenían una relación sentimental y que los celos o una discusión podrían haber provocado el fatal desenlace, otras niegan esos extremos y aseguran que simplemente compartían celda «desde hace un mes y medio».
Sea de una forma u otra, el historial delictivo del verdugo de este episodio explica la violencia con la que se comportó en algún momento de esa madrugada del domingo al lunes que finalizó con el hallazgo de los dos cadáveres por parte de los funcionarios de la cárcel. Según ha publicado ‘Abc’ y ha podido confirmar El Día de Segovia, se trata de Ioan Pop, que cumplía condena en Segovia por haber matado a su exsuegra en 2014 en Arganda del Rey. El 30 de agosto de ese año, mientras disfrutaba de un permiso penitenciario, acudió a la casa de su expareja, acompañado de su hermana y de su cuñado, para recoger sus objetos personales y para provocar una tragedia, como se pudo comprobar después.
Una vez dentro de la casa, con la excusa de ir al baño, Ioan se dirigió al dormitorio, donde descansaba su expareja, y le asestó tres puñaladas con un cuchillo de 13 centímetros de filo que pudieron haberle costado la vida si no se le hubiera reanimado de una parada cardiorrespiratoria.La hermana y el cuñado de Ioan intentaron reducirlo, pero el acusado se revolvió contra ellos y le dijo a su cuñado: «Vete o te corto a ti también». Ante las amenazas, sus familiares abandonaron el piso y él se quedó solo con su exsuegra, que también estaba allí y que recibió al menos cuatro puñaladas, dos de ellas mortales, cuando intentaba ayudar a su hija, gravemente herida.
Ioan fue condenado a 26 años de prisión por un delito de homicidio, otro de asesinato en grado de tentativa y otro de amenazas graves, con el agravante de parentesco. Una pena que no ha impedido que volviera a matar, en este caso en la cárcel de Segovia, que en menos de 24 horas había vivido otra muerte. La de un joven de 25 años que se suicidó sin que tenga ninguna relación con este caso que perturbó a los funcionarios.