El alza de precios y costes atiza al sector cárnico de Segovia

David Aso
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Tabladillo, La Prudencia, el grupo de granjas El Pilar e Innoporc encarnan cuatro realidades de un sector por el que la crisis escala a golpes desde el alza de las materias primas hasta la energética

Imagen de archivo de una granja de Innoporc.

La Asociación de Industrias de la Carne de Segovia (AICA)ya advertía a principios de diciembre que su subsector atraviesa «una de las peores crisis de las últimas décadas, fundamentalmente, por la imposibilidad de seguir asumiendo el elevadísimo coste de la electricidad, disparado desde el verano de 2021», hasta incluso cuadruplicar sus facturas de comienzos del año pasado. Nada que no pueda saber cualquier ciudadano por sus propias cuentas, según el tipo de contrato que tenga y si le ha tocado actualizar tarifas, si bien en esta actividad el problema se agrava como consecuencia de la alta demanda energética que exigen sus procesos de transformación. Al eslabón más ganadero, al productor, le duele sobre todo la escalada de materias primas como los piensos; al matadero, el coste del animal; y a las empresas que convierten el producto es la luz la que alumbra sus mayores preocupaciones, dado que «se requiere un gran consumo durante las 24 horas del día para garantizar su producción en condiciones óptimas». 

«Nos está planteando dificultades muy serias que ponen en grave riesgo nuestra continuidad», lamentaba a primeros de mes el entonces presidente de AICA, Juan Marcos Garrido, además de gerente de Embutidos y Jamones Gamar, con sede en Cantimpalos. «Muchas se plantean paralizar las contrataciones temporales que, en fechas de alta demanda, solían hacerse en anteriores ejercicios». Y de ello puede dar fe Cárnicas Tabladillo, donde el descenso de las contrataciones ronda el 80% en comparación con años anteriores, según señala a El Día su CEO, David de María. Actualmente cuentan con una plantilla de unos 40 trabajadores, y en otras etapas han llegado a duplicarla para cubrir operaciones puntuales o eventualidades del mercado. «La luz nos ha subido en torno a un 200%», y la factura energética representa «alrededor de un 30%» de sus costes, «pero hay quien te dirá un 300% y un 40%», añade quien se ha puesto al frente de AICA desde la semana pasada.

La facturación de Tabladillo sí que ha crecido en el último año, igual que la de la mayoría, por la subida de precios, pero no tanto como los costes, por lo que los márgenes menguan; y aunque la demanda de producto también ha aumentado con respecto a 2021, matiza que, medida en volumen de kilos, «aún es inferior a la de 2019», el último año prepandemia. Al menos allí, hoy por hoy no barajan recurrir a un expediente de regulación de empleo, ni recortar producción para paliar sobrecostes: «No podemos parar porque tenemos que sacrificar los animales de las granjas que tenemos comprometidos», explica.

Los objetivos de Tabladillo a corto o medio plazo pasan por «priorizar en ahorro de consumo y optimización de procesos», con una apuesta por las renovables ya iniciada años atrás. Actualmente disponen de dos plantas fotovoltaicas, una instalada en 2018 y otra en 2020, pero, a pesar de que esperan que su ahorro pueda llegar a ser del 50%, De María afirma que «hasta dentro de cinco o seis años no se amortizará» tal inversión, y mientras tanto les toca digerir «una factura más grande». «Igual antes pagabas 20.000 euros sin placas y ahora 45.000 con ellas», calcula, así que «dentro de unos años se notará para bien, pero de momento supone más tensión en los costes», incide.

En Jamones y Embutidos La Prudencia, empresa fundada hace más de un siglo (1910) en Villacastín, pero con fincas propias para la crianza de cerdo ibérico en Extremadura y también con matadero propio, al controlar todo el proceso productivo, la escalada de costes que más les pesa es la del mismo animal, que se ha encarecido un 20%, mientras la factura eléctrica les ha subido «un 30 o 40%», pero aun así este concepto 'sólo' les supone «un 2 o un 3%» del global, según su consejero delegado, Felipe Benito. «Nosotros llegamos a tiempo de instalar placas solares para evitar una subida más grande», aprecia.

MENOS PRODUCCIÓN. No obstante, del mismo modo que AICA señalaba a principios de mes que «hay empresas que han bajado su producción para poder bajar así los costes», y que tal circunstancia podía derivar en problemas de abastecimiento en el plazo de un año, Benito ya concreta tal descenso «en un 20 o 25%» en el caso de La Prudencia. La decisión de reducirla la tomaron hacia el final del primer trimestre del año, prácticamente en paralelo al inicio de la invasión rusa de Ucrania (24 de febrero), aunque el hecho de que hayan aumentado facturación y ventas en 2022, incluso por encima de 2019, pudiera invitar a pensar lo contrario. «Como tenemos jamones de larga curación, lo que vendemos ahora es lo que ya teníamos hecho antes de que empezara la escalada de precios», aclara, «y lo que estamos dejando de producir ahora se notará en nuestras ventas dentro de dos años», dado que entonces sí tendrán menos mercancía que poner en el mercado. De momento, incluso cuentan con «dos o tres trabajadores más que hace un año», hasta sumar unos 80 en plantilla. ¿Y es optimista o pesimista de cara al futuro, dadas las circunstancias? «Difícil cuestión, me quedo al 50%», responde. 

En el grupo de granjas Nuestra Señora de El Pilar, con sede en Mozoncillo, su gerente, Raquel Conde, y también presidenta de la Asociación de Productores de Porcino de Segovia (Aporse), valora que empezasen a instalar placas solares en 2018. «A nosotros la luz nos ha subido este año como un 15%, sobre todo a partir de julio por el tope del gas, pero es que si no hubiéramos puesto placas, calculo que a estas alturas ya estaríamos pagando más del doble, que por otro lado es algo que les ha pasado a muchas granjas de nuestro sector. De hecho, Ni siquiera hay suficientes placas para montar todas las que se quieren con carácter urgente», advierte. 

Además, «también hay que tener en cuenta que la subida de precios ya viene del año pasado, que el gasoil llegó a duplicarse, el gas se triplicó, con la guerra en Ucrania los piensos se terminaron de disparar… al final la subida general de costes llegó a ser de más del 60% en un año, el precio del kilo de carne pasó de 1,05 o 1,06 euros a 1,60 y hasta 1,70, y entre octubre de 2021 y mayo de 2022 se estuvo vendiendo por debajo de costes, a pérdidas», relata. Fue la consecuencia de una repercusión sobre precios finales «que en esta actividad es más lenta porque aquí se depende de una lonja nacional, y no se puede subir porque sí».

«Estuvimos cerca de decidir bajar producción por la subida de costes, pero no lo hicimos», relata Conde. Si tomas esa decisión, en lo nuestro no lo notas en bajada de costes hasta un año después, porque una vez que nacen los animales, el problema ya lo tienes», argumenta. ¿Y el sacrificio temprano de animales que se ha reconocido en otros territorios en estos últimos tiempos? «Yo creo que el ganadero de toda la vida pone el cariño a los animales por encima de las pérdidas, a no ser que ya vea que se arruina del todo, y hay gente que se ha visto en situaciones muy difíciles, pero se intenta afrontar la situación sin llegar a ese extremo», responde.

En cualquier caso, Conde aprecia que «ahora sí que parece que se están reabriendo fronteras, que se está permitiendo traer cereal de Ucrania y Rusia, e incluso el gasoil ha bajado algo, y los costes parece que están empezando a bajar realmente». De mantenerse esa tendencia, cree que podría paliarse la incertidumbre que se ha abierto en el sector ante el riesgo de pérdida de ventas, precisamente, como consecuencia de las subidas de precios finales que empezó a producirse sobre todo a mediados de año. Porque lo cierto es que la demanda, hoy por hoy, al ser un producto básico de la cesta de la compra, percibe que está «más o menos igual que en 2019».

El director general de la empresa de producción porcina Innoporc, Miguel Antona, por su parte, pone el foco sobre las diferencias entre la problemática que sufren «empresas de transformación como las jamoneras, a las que la subida de la luz le está haciendo polvo», y la de empresas como la suya, donde la factura energética puede representar alrededor de «un 3 o un 4%», pero sufre la subida generalizada de otros conceptos. «En nuestra fábrica de piensos, el 90% de nuestros costes está en las materias primas, que se han triplicado en tres años, y el 70% de los costes de producción de porcino está en el pienso, de ahí que los de las granjas se disparasen».

ESCASEZ DE PRODUCTO. Su relato coincide en buena medida con el de la gerente del grupo de granjas El Pilar cuando destaca que, «entre el último trimestre de 2021 y el primer cuatrimestre de 2022, por cada cerdo blanco que se producía en España, se perdían en torno a 30 euros». «Un productor que vendía 1.000 cerdos, perdía 30.000 euros, y el que ha estado perdiendo todos esos meses ha dejado de producir», tal y como señala Antona a modo de ejemplo, o al menos ha reducido producción. «Llega un momento en el que por eso hay también escasez de animales, y que quien quiere comprar ahora jamones para curarlos se encuentra con unos precios más altos, mientras el factor energético le está haciendo polvo; y hay preocupación por que esa escasez haga subir aún más los precios en 2023».

¿Y a Innoporc en concreto cómo le va? «El año ha sido muy complicado y se ha perdido mucho dinero, pero aun así hemos incorporado a unas 20 personas a nuestras empresas porque tomamos la determinación de hacer el esfuerzo de no dejar de producir», sostiene. Actualmente cuenta con 103 trabajadores y Antona aboga por «intentar ser optimista». «Como la situación de 2023 a nivel macroeconómico y social sea peor que la de 2022, con una guerra y un postcovid… Yo creo que hay que ser optimistas sin dejar de ser realistas, teniendo claro que no tenemos un camino de rosas por delante, pero no puede ser un año aún peor... o al menos eso espero», concluye.