Editorial

La Unión Europea sale al rescate para evitar la fractura entre el norte y el sur

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No era lo que esperaban España y los países del sur pero al menos la Unión Europea mantiene con los 750.000 millones de euros para el Plan de Recuperación tras la pandemia su espíritu vertebrador y de cohesión con la que nació y se ha ido desarrollando con éxito y sin precedentes en todo el mundo. El continente siempre ha respondido de una u otra manera a las grandes emergencias económicas. Lo lleva en su ADN y en esta crisis sin precedentes, y más parecida a una paralización tras una gran guerra, Bruselas responde a la llamada, sobre todo de España e Italia, las más golpeadas por esta crisis sanitaria tan virulenta como inesperada.

El montante total se aleja de los dos billones reclamados por los países del sur pero se acerca al billón negociado estos días. Tanto la Comisión como el Parlamento son conscientes de las graves dificultades a las que se enfrentan los socios comunitarios en el próximo año con una caída cercana del 8% de su PIB y con la peligrosa fractura entre aquellos estados más solventes y con menos urgencias sanitarias que otros con la economía paralizada casi tres meses por el coronavirus.

España, anulada por su fuerte endeudamiento, respira con una primera línea cercana a los 75.000 millones de euros de ayudas a fondo perdido y otros 63.000 en créditos. Es junto a Italia el gran beneficiado. Pese a que le ha costado reaccionar y llegar a un principio de acuerdo, este plan bautizado como Nueva Generación es un encargo del Consejo Europeo, de los jefes de Estado y de Gobierno, que deberán aprobarlo junto al Parlamento Europeo si fuerzan modificaciones o se queda tal cual. Los más escépticos clavan su mirada en aquellos países, Países Bajos y nórdicos, entre otros, que se ha opuesto desde el principio a destinar masivos fondos a la recuperación. Sin embargo, si el proyecto europeo se quiere mantener vivo, debe hacerlo su mercado único. La estrategia de doble velocidad nunca dio resultados y originó conflictos no solo políticos sino también monetarios. Dejar caer a países vecinos solo producirá un contagio en las economías nacionales.

Por eso este plan histórico se asemeja a una refundación de la Unión Europea en clave económica que Alemania y Francia han entendido no sin dificultades internas desde el primer momento. Ahora solo queda que salga a adelante sin injerencias de terceros ni de partidos antieuropeos. Por muy manida que sea la expresión ‘De la crisis se sale unidos’, la Comisión lo ha entendido así. Y es que optaba por esta salida o por el precipicio.