Monjas 4.0 para la patrona de Segovia

Nacho Sáez
-

Llegaron a La Fuencisla en noviembre de 2019, pero la pandemia apenas les ha permitido darse a conocer. Las carmelitas samaritanas que cuidan el santuario son cinco,tienen redes sociales y hasta venden refrescos y helados.

Monjas 4.0 para la patrona de Segovia - Foto: Rosa Blanco

El histórico chiringuito de La Fuencisla permanece cerrado. Igual que el año pasado. La pandemia ha cercenado un espacio de recreo muy apreciado por los segovianos a pesar de los continuos cambios de concesionario (es una adjudicación municipal). En su lugar, a apenas treinta metros, un cartel de helados Nestlé se asoma a la puerta de la casa rectoral del Santuario de La Fuencisla. Sobre él, otros dos anuncios: «Tenemos Lotería de Navidad» y «Agua: 1 euro; Refrescos: 1,75 euros». La sorpresa llega al entrar a la casa rectoral. Quienes despachan todos esos productos son sus actuales monjas, una versión 4.0 de las órdenes religiosas que a lo largo de la historia han velado por el santuario de la patrona.

Pertenecientes a las Carmelitas Samaritanas del Corazón de Jesús, casi son desconocidas para los segovianos. Llegaron a  La Fuencisla en noviembre de 2019 y poco después se declaró la pandemia, con las consiguientes restricciones para la movilidad, el culto, el turismo... Ellas, sin embargo, mantuvieron abierto el templo. «No teníamos culto, pero quienes tenían permiso para  romper el confinamiento, como servicios de emergencias o policías, venían a rezar. Se me ha quedado  grabada la imagen de un policía llorando y de otro chico que tenía a su padre en la UCI», explica la priora, la madre Ana Martínez Gordaliza, Ana Carmen del Redentor dentro de la congregación.

Las Carmelitas Samaritanas del Corazón de Jesús cuentan con el reconocimiento oficial de la Iglesia desde el 2012, pero en su página web subrayan que «nuestro itinerario carismático comenzó el 16 de junio de 2001 cuando comprendimos y acogimos la llamada de vivir solo para el corazón de Jesús». «Nuestra vocación es el corazón de Cristo», añade esta orden, presente también en Viana de Cega (Valladolid), Eibar (Guipúzcoa) y el santuario de El Henar en Cuéllar. «No somos monjas de clausura «al uso», ni tampoco propiamente religiosas de vida apostólica activa», dicen. «Lo primero no lo somos porque no tenemos clausura papal, ni vivimos la vida monástica según la tradición de la Iglesia. Y lo segundo tampoco, porque nosotras no realizamos ninguna labor social, sino que nuestro apostolado es puramente espiritual: la oración y ayudar a nuestros hermanos a tomar conciencia de su propia interioridad, del alma inmortal que llevan en su ser».

Monjas 4.0 para la patrona de SegoviaMonjas 4.0 para la patrona de Segovia - Foto: Rosa Blanco

En el santuario de La Fuencisla  son cinco: la madre Ana Carmen y las hermanas Ancilla, Beatriz María, Vanessa y Esperanza. Desde que desembarcaron no han tenido ni altas ni bajas. «Aunque no está descartado que lleguen más», señalan reunidas en el bonito jardín que cuidan delante de la fachada de la casa rectoral. Regarlo y mantenerlo florido es una de las funciones que se reparten a lo largo del día. Cada jornada comienza en torno a las seis y media de la madrugada y se puede prolongar hasta las once y media de la noche. Entre medias rezan y reservan momentos para la recreación, por supuesto, pero también se aplican en tareas más mundanas. Las imprescindibles, como alimentarse, cocinar o limpiar, y otras creativas.

Tienen perfiles en Instagram, Twitter y Facebook que actualizan con la disciplina propia de ‘influencers’. «Tarde de hermanas #samaritanassegovia #samaritanasfuencisla #hermanas #jesucristo», publicaron el 18 de julio junto a ocho fotografías en las que se mostraban sonrientes delante del santuario, con una panorámica del Alcázar y en la alameda de La Fuencisla. «Que utilizáramos estos medios fue una petición de Roma», desvela la madre Ana Carmen. «Es una forma de que se vaya conociendo lo que hacemos. Queremos hacer todo lo necesario para acercar a la Virgen lo máximo posible, pero usar Internet no creo que sea moderno. Es utilizar un medio para hacer el bien, pero no sirve de nada si detrás no hay una vida santa y de entrega. La Iglesia lo que necesita son santos. Lo puedes poner claramente», reflexiona.

Lo de vender refrescos y helados también tiene su historia. «Como estaba cerrado el chiringuito la gente nos venía a pedir agua fresca. Ya habíamos tenido una máquina de refrescos cuando estuvimos en Asturias, así que lo pusimos. Pero helados nunca habíamos vendido. Cuando empezamos escuchamos a una madre que le decía a su hijo: ‘¿Pero cómo van a vender helados las monjas?’». Junto al recibidor de la casa rectoral disponen de una pequeña tienda con esos helados y refrescos y también dulces, cremas, velas, bordados, jabones y hasta un gel hidroalcohólico desinfectante con aloe vera y olor a eucalipto que elabora la propia congregación. «Nos ayuda a sustentarnos, pero la gente también viene a vernos con sed de Dios y a contarnos sus heridas», asevera la madre Ana Carmen.

Monjas 4.0 para la patrona de SegoviaMonjas 4.0 para la patrona de Segovia - Foto: Rosa Blanco

«Tenemos una rutina de horarios. Tenemos una hora para levantarnos, para desayunar, para comer, para trabajar, para rezar… Pero luego el Señor siempre nos sorprende y nos rompe la rutina del día a día. Siempre hay algún imprevisto que hace que el día sea distinto. Puede pasar que haya que llevar cualquier cosa a la comunidad de Valladolid o de El Henar o que tengamos que atender a un grupo que viene de visita y que quiere pasar a hablar con nosotras», abunda la hermana Ancilla, la más novel de la congregación en Segovia. Natural de Almería, se consagró monja a los 41 años. «Dejé mi vida y entré en el convento un poco mayor. A mí el Señor me ha llamado un poco tarde pero estoy muy contenta», asegura.

La madre Ana Carmen, en cambio, fue temprana. A sus 33 años, hace nueve que decidió que no quería convertirse en trabajadora social –era lo que había estudiado–. «Mis padres se han acostumbrado. Dicen que lo que les hace descansar es que me ven feliz», revela. En el santuario de La Fuencisla el tiempo se pasa rápido. «Hay una hermana que está en la lavandería, otra en la cocina, otra es la portera, otra la sacristana, otra en la limpieza… También bordamos. Un poco lo que surja. La limpieza general del santuario, la catequésis, la tienda… Depende del momento». La Cofradía de La Fuencisla se encarga del cuidado de la imagen de la Virgen. «Pero ya nos sentimos muy integradas en la ciudad. Se nota que los segovianos quieren mucho a su Virgen», concluye la madre Ana Carmen antes de volver a las tareas. Entre ellas, actualizar el Instagram.