"No quiero una ciudad que sea un museo, sino que esté viva"

A.M.
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Doctor en Historia y exprofesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, ha investigado y publicado sobre el urbanismo, arquitectura y arte de Segovia. Es académico correspondiente de la Real de Bellas Artes de SanFernando.

Antonio Ruiz fotografiado en el Archivo Municipal de Segovia - Foto: Rosa Blanco

El doctor en Historia y cronista oficial de la ciudad, Antonio Ruiz Hernando (Segovia, 1943), señala en este entrevista que le aterra la caída del número de habitantes que sufre la capital y sostiene que no quiere una ciudad vacía o un museo, sino una ciudad viva, lamentando que no ve futuro para los jóvenes tras preguntarse ¿dónde les damos trabajo?. Asimismo valora que hayan venido estudiantes de diversos países matriculados en la IE University pero no considera que estén integrados: «Hay como dos mundos, lo siento por ellos, es un fenómeno sociológico, porque son jóvenes que vienen de megalópolis o de países muy extraños y no profundizan en la ciudad, no se acercan a ella...».   


El 17 de abril de 2016, en la entrevista del primer número de El Día de Segovia  hablaba de su niñez en una ciudad muy pueblerina, rural y de economía muy reducida, desde entonces ha seguido registrándose una transformación,  ¿ese desarrollo ha sido positivo en cuanto a protección de su patrimonio y su paisaje?

Es obvio que una ciudad se tiene que desarrollar, eso implica ocupación de terrenos que también están al exterior. En 1947 se protegió un entorno que ocupaba los valles del lado norte del río Eresma y del río sur, que es el arroyo Clamores. Recuerdo todo el problema que existió cuando se hizo la entonces Residencia Sanitaria, porque se pretendía hacer un proyecto de gran altura...  Evidentemente los entornos de la ciudad han cambiado bastante y más todavía, si cabe, desde que hablamos. Casi han desaparecido barrios como Santo Tomás o San Millán, sustituidos por toda una serie de edificios de gran altura y pérdida de chalés... 
No me opongo para nada que una ciudad se desarrolle, todo lo contrario, pero hay valores que tienen que permanecer. Me choca mucho, por ejemplo,  la avenida del Padre Claret, me sigo preguntando cómo se hizo la calzada tan estrecha, se podía haber actuado con lógica y establecer doble doble dirección, es un dislate. Y la pavimentación con esos adoquines que no han sido labrados, tiemblan los autobuses que parece que se van a deshacer. Con esto quiero decir que, a veces, en sitios donde se puede actuar de una manera libre y con cierta coherencia se hace de una forma que no entiendo. 

¿Y respecto a la construcción?

Es incomprensible cómo es posible que haya una arquitectura que carece de estilo en sitios donde no incide para nada sobre un entorno monumental. Hay que atreverse a hacer arquitectura contemporánea porque en la ciudad hay edificios romanos, románicos o góticos y todos forman un conjunto excelente y, excepto algunos puntos, el resto es una arquitectura anodina por completo, sin ningún valor. 

¿En cuanto a lo sociológico ha cambiado o se mantiene ese exceso de localismo que usted comentaba?

Con las tecnológias hemos experimentado un cambio radical en la comunicación entre los ciudadanos. ¿Qué ha salido de la famosa crisis de la covid-19?, pues que ahora mismo el sistema de relación con las instituciones es complejísimo, se evita la presencia y te dicen que hay que pedir hora, entonces la relación humana se está perdiendo, supongo que no solamente en Segovia, eso me asusta y soy incapaz de comprender. También ha cambiado por la presencia de los alumnos de IE University,  es muy interesante que hayan venido aquí pero no encuentro que estén integrados en la ciudad, hay como dos mundos, lo siento por ellos porque son jóvenes que vienen de megalópolis o de países muy extraños y no profundizan en la ciudad, no se acercan a ella... 
Hay polémica porque estén ocupando pisos del casco histórico y se produce cierta gentrificación por la pérdida de vecindario que no puede acceder a los alquileres,

¿Qué puede pasar a esta zona de la ciudad? 

Me asombra mucho que se hable de la 'España vaciada',  es un término que no me gusta mucho, aunque hay pueblos que van a acabar desapareciendo porque no hay habitantes, pero vayamos al caso del recinto histórico, donde ambos vivimos.  ¿Por qué se vacían los pisos?,  entiendo que pueda haber trabas que imponga la Comisión de Patrimonio, pero no interviene tanto en el interior de un edificio, así que se arreglan y se alquilan a estos estudiantes. Leí un artículo muy interesante sobre la Universidad de Groninga,  en Holanda, donde se están planteando si la presencia de tantos estudiantes extranjeros no puede llegar a ser perjudicial porque los propios universitarios de esa ciudad se quejan de que los apartamentos son muy caros. Ojalá hubiera más estudiantes, pero tal vez influyen en la carestía de los alquileres, suben de precio, entonces se vacía la ciudad.  
Voy a poner otro ejemplo, antes teníamos el Policlínico, ¿si ahora nos pasa algo dónde nos tenemos que ir?,  a San Lorenzo a Santo Tomás..., no tenemos nada que esté próximo y la mayoría la población que vivimos en el casco [unos 2.500] somos mayores,  debo ser de los más jóvenes y tengo cerca de 80 años...  Se vacía también porque están sacando fuera las instituciones y demás organismos, hacer una gestión supone movernos mucho, aunque sobren edificios vacíos de  gran superficie. 

El Ayuntamiento prevé la creación de una Zona de Bajas Emisiones (ZBE) en el entorno del casco histórico, previéndose el corte de tráfico en alguna calles, entre otras medidas, ¿considera adecuada la zona elegida?

¿Se acuerda cuando cerraron al tráfico la Calle Real y las numerosas protestas?, dígale ahora a un comerciante que le vuelven a poner tráfico, a ver qué opina. Me parece lógico que no coloquen un aparcamiento frente a la Catedral o al Acueducto, pero a veces instalan artefactos que, a priori son móviles, y después se quedan.  Creo que el problema del urbanismo del tratamiento de la ciudad histórica debe hacerse desde el punto de vista del urbanista, del historiador y del arqueólogo, tienen que conjuntarse varias fuerzas y hablarlo detenidamente. 
Los famosos planes especiales y la catalogación de edificios, hace unos años, decían tales barbaridades que me sorprendían, lográndose detener.  Cuando se hacen ese tipo de estudios tienen que ser personas muy competentes, no se puede dejar a alevines de historiadores, de arquitectos o de urbanistas, porque es una ciudad muy singular. 

¿Hay suficiente protección desde el punto de vista jurídico-urbanístico?. 

No, para mi son un error las autonomías. En 1931, en la República,  se habían declarado muchísimos monumentos por lo que había tantos, en julio de 1941,  que se llevó a cabo la del conjunto de la ciudad, era facilísimo actuar porque todo el mundo sabía que lo que se trabajaba aquí tenía que ser supervisado. Eso comenzó a perderse con las autonomías y ahora se declaran monumentos parciales como Bien de Interés Cultural (BIC), entonces puede haber enormes lagunas entre uno y otro, se puede actuar sin responsabilidad ninguna. 
Desde los años treinta del siglo pasado, son bienes todas las murallas, las fortificaciones y las piedras armeras, pues en el área de protección del Seminario, donde ahora se va a levantar el Teatro Cervantes, es la muralla la que se vuelve a declarar protegida...  Hay una súper producción de legislación sobre cosas que carecen ya de sentido, estaba muy bien protegida y se ha destrozado. Además para un jurista y para los de la Comisión de Patrimonio es todo un enredo, no se sabe cómo actuar.

Usted sale de paseo muy pronto por la mañana por una ciudad en la que considera que hay una trilogía de espacios verdes, caserío y cielo que la hacen singular, ¿sigue descubriendo peculiaridades en sus caminatas?

Me encanta viajar, pero también se puede hacer un viaje dentro de la propia ciudad. Es obvio que descubro algo en cada paseo que puede ser la luz y, por ejemplo, me choca que haya tanta floración cuando estamos en el mes de enero, no es normal, pero apenas se ha alterado el perfil de la ciudad por el Valle del Eresma, a dios gracias. Ahí hubo una maravillosa intervención de Leopoldo Yoldi [ingeniero de Montes] que se preocupó muchísimo de los jardines y del arbolado  que estaban protegidos e hizo ese sendero que ahora recorre muchísima gente. La gran suerte de los que vivimos en el casco es que, a tres minutos, usted y yo podemos pasar directamente al campo, vivir en una ciudad así es un lujo. 

¿Ha continuado su  trabajo pendiente sobre cómo se inició la pintura de paisaje en la Academia de San Fernando?

Sí, me interesó muchísimo porque Segovia es una ciudad pictórica por excelencia, gracias a la luz, pero luego uno se enreda, entonces aquel estudio era el resultado de un año sabático, tengo ahí toda la documentación y lo dejé... Me enredé con otra cosa que es lo que está viendo aquí estos papelotes (muestra varias fotocopias sobre la mesa) y es el Acueducto, pero no me interesa como estructura que vemos de los arcos maravillosos en el Azoguejo,  si no qué pasaba con el agua una vez que llegaba a la parte alta, la que no se consume, entonces me di cuenta de que tenía que meterme en cómo se reciclaba el agua y qué ocurre con las aguas residuales. 
Hacia 1860,  Segovia tenía una red de distribución de agua limpia para beber y mucho alcantarillado para aguas fecales, como muy pocas ciudades, que se arrojaban al Eresma y al Clamores, completamente cubiertas. Además vino muy bien una peste, hacia 1855, donde se dieron cuenta del peligro que se corría. Si se mira al abrir una zanja se podrá ver el sistema de aguas limpias por debajo y el sistema de aguas sucias por arriba, procuraban no mezclarlo. Había muchos caños públicos que se cerraban por la noche para llenar los aljibes de las gentes que pagaban un dinero, el agua sobrante había que expulsarla, en un principio corría por las calles, pero se percataron de que levantaba el pavimento y comenzaron a canalalizarla. Según van pasando los tiempos caen en que los fregaderos ensucian mucho y vertían a la calle, como los retretes, por lo que, hacia 1850, comenzaron a canalizar las aguas fecales. Para evitar que se mezclara las cañerías, las de agua sucias iban por encima porque tenían que buscar la misma pendiente que las aguas limpias.  Por ejemplo, en la travesía de la Rubia,  las aguas iban al Valle del Eresma  y las de la Plaza de la Rubia, a pocos metros,  bajaban por la Plaza Mayor hacia la calle del Barranco y al Clamores.

Después del paseo matutino, sigue acudiendo a diario al archivo municipal, ¿en qué trabaja? 

Comencé porque quería hacer la historia del Ayuntamiento de Segovia, que también terminé, pero cuando se consulta un libro de las actas municipales, de 1790, que son del mayor interés, salen cosas tangenciales y me empecé a dar cuenta de esta cuestión curiosa de la Acueducto. Hay otros temas muy bonitos, los ayuntamientos intervenían en el precio del mercado todas las semanas, no era un comercio libre, ellos ponían desde el precio del pan al de las zanahorias, el Ayuntamiento era, hasta relativamente hace poco tiempo, el organismo gestor de toda la vida de un ciudadano y, aunque nos parezca chocante, tenían que presentar los proyectos para ordenación de sus fachadas, ya en el siglo XIX,  se tenía que pedir permiso. 

¿Le queda algo especialmente interesante por descubrir?  

En el siglo XVI Segovia era una primera potencia, a través de los archivos las sorpresas son enormes, por ejemplo la vida diaria. Creo que los arqueólogos están con la ciudad romana, pero hay muchas otras cosas que se pierden. Todo el mundo tiene manía con el románico, no sé por qué, una cosa porque sea vieja no es más bella o de más calidad que una cosa nueva... Por ejemplo el desprecio que existe por la arquitectura barroca. Si en una visita a la ciudad se me ocurre entrar en el Seminario, a la gente no le gusta, lo que quiere es el románico aunque esa iglesia y su retablo son fantásticos.  Hablando del retablo, en el tabernáculo de esa 'máquina barroca, sorprendente y gigantesca' que le llamaban antiguamente, han metido la estatua de San Frutos...  Hay que tener mucho cuidado en cómo se actúa sobre una obra de arte. Respeto enormemente a la Iglesia, soy creyente y practicante, pero el tratamiento de la Capilla del Sagrario de la Catedral tapando el expositor del siglo XVIII, de Antonio tomé [escultor] es una barbaridad. Hay que actuar con un cierto criterio y con personas expertas, me da igual sea en el urbanismo, en un edificio o en un objeto.

Ha sido director de la Real Academia de San Quirce, ¿se realizan avances en esta institución?, ¿hay renovación en el tejido cultural de la ciudad?  

Salvo Carlos Muñoz de Pablos y yo que somos los veteranos por edad y por años que llevamos allí,  hay un equipo de gente más joven,  personas que entienden los nuevos sistemas de comunicación,  algo que para nosotros ya está muy lejano, se siguen haciendo los ciclos o se preocupan por mantener los Cursos de Pintores Pensionados, que es todo un problema. 
Se habla mucho de cultura pero, cuando se requiere el auxilio de instituciones que echen un capote, por ejemplo para los pintores, parece mentira lo que se puede tardar hasta que se consigue ayuda, con el problema que existe para alojar a estas personas cuando el Palacio de Quintanar, hacia la década de 1950, estaba destinado justamente a cursos y a la estancia de los pintores. La Academia San Quirce hace lo que puede, a veces la gente nos ve como si fuéramos una secta secreta y se pregunta ¿qué hacen estos señores?, pues preocuparse un poco por la cultura, pero es difícil llevarlo adelante.

¿Ha descubierto ya qué función tiene el cronista oficial de la ciudad? 

No (ríe), antiguamente un cronista era una persona que hacía la historia de la  ciudad, por ejemplo Colmenares... Solamente me llamaron una vez, creo que en tiempos del alcalde Pedro Arahuetes, pero para que hablara el día que se celebraba el aniversario de la Constitución, que no tiene mucho que ver. A veces me han reclamado para que enseñe la ciudad a algún visitante [ilustre], porque hacer la historia de la ciudad, en estos momentos, la sigo haciendo, hasta cierto punto, pero no tiene mayor relevancia. Me voy con los concejales al día de San frutos y a las procesiones, me divierte mucho ver cómo he visto cambiar a cantidad de alcaldes y yo, sin ser miembro activo de la Corporación, soy el más anciano y van pasando los jóvenes... 

¿En un plano más general, ve con optimismo el futuro de esta ciudad?   

Hay ciudades universitarias, como Oxford, Cambridge o Ratisbona, pero yo entiendo que también es necesaria la presencia de la industria, que no tiene por qué ser un alto horno o una chimenea que eche humo,  creo que en estos momentos hay industrias que no son contaminantes... ¿Cuál es la esperanza de encontrar trabajo en Segovia para un muchacho que estudie?, muy poca, entonces me duele profundamente que una persona que se forma, no ya aquí, sino en España, un médico o un buen investigador, salga a buscar el trabajo fuera. 
Esta cayendo el número de habitantes en la capital [6.056 en 15 años], andamos por los 50.802, eso me aterra, no quiero una ciudad vacía, una ciudad museo, sino viva, habitada por los que nacimos y hemos hecho nuestra vida aquí; me gustaría que eso siguiera con los hijos y nietos,  que fuera una ciudad de segovianos,  no expulso a nadie y bienvenidos sean todos, pero que sea una ciudad que no se vacíe, y se está vaciando, no le veo futuro a un muchacho aquí, ¿dónde le damos trabajo?