Cerrojazo al alma

A.M.
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El popular establecimiento hostelero Alma Nostra echa el cierre por sorpresa y sus promotores liquidan a los trabajadores en la idea inicial de no continuar con la actividad

Una persona recoge un contenedor y lo guarda en el establecimiento. - Foto: Rosa Blanco

En el estribillo de uno de los boleros más interpretados en el panorama musical se repetía una estrofa que permanece aún en la memoria de quienes escuchaban este vals romántico conocido desde la década de los años cincuenta del siglo pasado, obra del compositor Adrián Flores: «Alma para conquistarte/Corazón para quererte/Y vida para vivirla junto a ti».

Esta historia, con un episodio que ahora que va de red en red, tiene algo de aquella música criolla que comenzó a popularizarse en Perú.  Con el establecimiento Alma Nostra que abrieron en la calle de San Francisco, hasta su cierre el 23 de septiembre de 2019, Roberto Correia y su pareja Gabriel Fernández conquistaron a buena parte de la población con un ambiente plural y abierto a la cultura que fue definido como ejemplo claro de compromiso con la calidad y la innovación del sector hostelero, aparte de dar vida a una calle que languidecía. 

Incluso estos hosteleros atípicos en tierra de cochinillo se hacían querer, lo que provocó no pocas muestras de solidaridad cuando, agobiados por las denuncias por ruidos, según argumentaban, echaron el cierre. El primero de su recién iniciada carrera empresarial en la que, cada verano, no faltaba un concierto benéfico de fados porotagonizados por las voces más famosas de Portugal.  

Pero la letra de aquel tema que tanta fama dio al Trío Los Panchos, al menos por el momento, no se podrá cumplir, en esa parte que habla de «una vida para vivirla junto a ti».  

Tras un paréntesis en Portugal,  Correia y Fernández, regresaron a Segovia con un nuevo proyecto hostelero en el Palacio de La Floresta, del siglo XVI,  abierto en septiembre de 2020, con más de 500 metros cuadrados y una capacidad para 200 personas, que se ha visto cubierta en no pocas ocasiones.  

Pero, tras unos días de vacaciones, con horizonte de abrir el 16 de enero, aquello permanece cerrado, tras decir adiós a una plantilla de 16 personas, a quien Correia asegura que se les ha liquidado convenientemente, aunque hay quien ha solicitado un abogado de oficio para que tramite una reclamación por despido. Alguno de los camareros que le pidió conocer el turno que le correspondía el día de la anunciada apertura, recibió un mensaje de whtassap en el que uno de los jefes le decía textualmente: «Tomé la decisión de no seguir con el restaurante definitivamente y con lo cual cerrar la empresa, con este motivo se te dará de baja. Ha sido una decisión muy difícil para mi. Te deseo lo mejor y muchas gracias por todo».   

Aunque el entorno no comparte las formas en las que han actuado, por su precipitación y sin anunciar, Roberto Correia ha explicado a este periódico que se han registrado desavenencias en el matrimonio que regentaba el local, por lo que optaron por darse un tiempo. 

Conocedor de la decisión,  uno de los responsables de La Floresta, donde Alma Nostra servía la cena y el desayuno a los estudiantes de IE alojados allí, envió un mensaje a ambos, horas después, el día 17 de enero, al mediodía, pidiéndoles hablar «para aclarar los temas, que todavía se pueden retomar sin muchos problemas, pero con el tiempo se complican. Por ahora, no puede entrar nadie hasta que hablemos». 

Correia asegura que el contrato de alquiler está en vigor y se desconoce qué va a pasar,  aunque la idea es que ellos posiblemente no abran. y argumenta que les han cerrado la puerta con candado.  Puede que todo esto tome otro camino a poca distancia, en el Palacio de Justicia, aunque cuando corresponda deliberar sobre denuncias de algunas partes, hasta el momento anunciadas, se haya producido la mudanza al nuevo edificio de Nueva Segovia.

Pero la clientela aún no se explica cómo puede haber acabado así la aventura de un negocio hostelero que parecía próspero, incluso que sus responsables hayan borrado hasta sus redes. Y es que el bolero se ha quebrado.