Fritos y quemados

S.S.
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Churrerías y pastelerías muestran su preocupación ante una subida imparable del precio del aceite de girasol, un coste que se suma a las dificultades que están sufriendo para encontrarlo

Fritos y quemados

El desabastecimiento y la subida desmesurada del precio del aceite de girasol no sólo están presentes en los supermercados, que también, sino que, sobre todo, está afectando a aquellos negocios que lo necesitan para sobrevivir, como es el caso de churrerías o pastelerías. Los comerciantes aprietan los dientes a la vez que el consumidor se aprieta el cinturón debido a que la alta inflación y el conflicto han hecho subir los precios de los productos básicos agrícolas.

Según el director de la Asociación Española del Dulce (Produlce), Rubén Moreno, el desabastecimiento de este producto «es inminente». «Tenemos ya los stocks al límite y dentro de un par de semanas las empresas más tempranas se habrán quedado sin aceite de girasol y en un plazo máximo de cuatro semanas todas las empresas», aseguraba a mediados del mes de marzo. Esto sucede porque, a pesar de que España produzca en torno a las 774.000 toneladas según los datos ofrecidos por el Ministerio de Agricultura en el año 2019, la producción nacional únicamente cubre algo menos de la mitad de la demanda. Por ello, alrededor del 62% del aceite que se consume en España proviene de Ucrania. 

consecuencias. Las churrerías y pastelerías segovianas ya están sufriendo las consecuencias indirectas del conflicto entre Rusia y Ucrania, no sólo por la dificultad que está entrañando encontrar el aceite de girasol, sino también por  la subida del precio. Un problema que se suma al aumento también en los costes de las energías y los combustibles.

Azucena, empleada de la churrería Mar-Mel, asegura que los precios se están triplicando. Ella, que hace un mes compraba el aceite a 1,49 euros, ahora lo paga 3,45 más IVA. «Se me pone a casi 4 euros, es una barbaridad», denuncia. En la churrería, utilizan unos 25 litros de aceite diariamente, por lo que la factura a final de mes ha ascendido aproximadamente unos 3.000 euros, a lo que se suma la falta de producto: «Tenemos que estar buscando. De hecho, sólo me quedan cinco garrafas y no sé ni cuándo ni dónde lo voy a poder conseguir. Mi jefa ahora mismo se acaba de ir a buscar dónde lo podemos comprar, asegura. Y critica que, cuando encuentran dónde adquirirlo, las limitan la cantidad, un problema que se agrava al no saber cuándo llegará el producto, o ni siquiera si llegará debido a la huelga indefinida de transportistas. Además de esto, Mar-Mel reparte a domicilio, por lo que también está afectando la subida del precio de la gasolina. «Estamos una hora y media con la furgoneta repartiendo. No compensa, pero al igual que has estado en las buenas tienes que estar en las malas. Son tus clientes, tienes que responder; aunque tampoco sabemos cuánto vamos a poder aguantar en esta situación», lamenta Azucena. 

Por estos motivos, se han visto obligados a subir los precios de sus productos estrella, los churros y las porras, en cinco céntimos. «La mayor parte de la gente lo entiende, además no es una subida muy fuerte», señala. Azucena asegura que no puede repercutir en el precio final todas las subidas, porque tendría que «disparar los precios». 

A Rodrigo, de la churrería A. Santamera, también le ha afectado esta situación, aunque asegura que, por el momento, él no ha sufrido desabastecimiento a pesar de que el precio sí que ha aumentado alrededor de 60 céntimos la garrafa en menos de una semana. Aunque aún no se han visto obligados a subir los precios de sus productos, señala que lo están estudiando porque a la subida del coste de la luz ahora se añade la del aceite. «Es una locura. Los clientes sí que nos preguntan que si no subimos los precios, y lo estamos barajando, pero aún no hemos tomado una decisión», explica. 

En la churrería La Artesana aún no han notado la subida de los precios ni el desabastecimiento. Juan Manuel, el dueño, señala que aún conserva aceite que compró antes de que se iniciara la invasión rusa por lo que aún «no tiene problemas». A pesar de esto, asegura que su proveedor ahora mismo ya no tiene y no puede servir. Al igual que Rodrigo, explica que contempla subir los precios cuando tenga que comprar harina y aceite, dos productos que utiliza diariamente y que han aumentado su coste, además de que la subida del precio de la energía también le está afectando. «El precio de la luz lo asumo yo, pero hay que ir tirando», señala.

Las pastelerías son, al igual que las churrerías, uno de los negocios que se están viendo más afectados por este aumento en el coste del aceite de girasol. María Eugenia, de la pastelería Turégano, asegura que se están llegando a plantear «o no hacer las magdalenas o cerrar». Señala que, la subida de precio, además del aumento también del coste de los huevos y la harina, está repercutiendo en su producto más vendido, que son las magdalenas, a las que ha tenido que subir el precio y que, además, la gente no lo entiende. «Hay gente que me dice que no me las va a volver a comprar por haber subido el precio. Estamos siendo vapuleados y lo estamos pasando muy mal porque encima de que estoy trabajando a pérdidas, la gente no entiende que subas sólo diez céntimos. Además, o no las hago o ya la próxima subida de precio será de uno o dos euros para recuperar los gastos», indica. «Ahora mismo, producir resulta más caro que no trabajar. No compensa. La luz la tengo encendida a medias y el aceite ha subido un 300%», asegura.

Por último, indica que aún no ha sufrido desabastecimiento con el aceite de girasol, pero que los están poniendo límites y sólo pueden comprar cierta cantidad al día. «Antes hacíamos la compra una vez a la semana y ahora tenemos que ir todos los días», explica. 

supermercados. La Asociación de Empresarios de Supermercados de Castilla y León (Asucyl) ha hecho un llamamiento a la calma porque, a día de hoy, «no hay problemas de abastecimiento» en ningún producto. Una situación que se mantendrá «siempre y cuando funcione el transporte y los consumidores no se dejen llevar por el miedo y el pánico», acaparando productos «indiscriminadamente». Así, la secretaria general de Asucyl, Isabel del Amo, aunque reconoció que Ucrania es «un país muy productor con una importante importación a España», asegura que el país cuenta con «alternativas» a productos como el aceite de girasol para «poder importar de otros países» y producir más en otras alternativas de aceites vegetales como la oliva o la soja. «Se puede atender la demanda de aceite de girasol que responde al consumo habitual sin problema», concluyó la secretaria general de Asucyl, que no obstante matizó que «lo que no se puede atender es el acaparamiento», algo que «trasciende» a la propia capacidad de los supermercados porque «cuando la gente compra de manera impulsiva, es difícil reponer los lineales». Una opinión que comparten otras asociaciones. FACUA-Consumidores en Acción ha recomendado a los consumidores que no compren un número superior de unidades dejándose llevar por mensajes alarmistas tanto de prohibición como de recomendación, que no hacen sino fomentar precisamente que se lancen a adquirir mayor cantidad del producto de la que realmente necesitan, provocando así el desabastecimiento. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) también ha transmitido en un comunicado que «hoy por hoy» no debería existir déficit de este producto en los supermercados, ya que el que se está vendiendo ahora es de la cosecha del año pasado, antes del inicio del conflicto. Además, la organización ha recalcado que para entonces podría impulsarse la producción nacional o la comercialización de otros aceites vegetales asequibles como el de soja, el de colza o el de orujo de oliva.