Restauran el tapiz más importante del Torreón de Lozoya

DS
-

La intervención ha supuesto una inversión de 17.625 euros.

Restauran el tapiz más importante del Torreón de Lozoya

La Sala de Tapices del Torreón de Lozoya ha acogido la presentación del nuevo aspecto que luce el tapiz -que habitualmente preside este espacio- tras el proceso de restauración al que ha sido sometido en durante el último año por parte de la Real Fábrica de Tapices. En el acto han intervenido el presidente y director de la Fundación Torreón de Lozoya, Javier Reguera y Rafael Ruiz, y el director general y la jefa del Departamento de Restauración de la Real Fábrica de Tapices, Alejandro Klecker de Elizalde y Verónica García Blanco. 

Tras once meses de ausencia, el tapiz más importante de la Fundación Torreón de Lozoya ha vuelto a su espacio museístico habitual, después de haber sido sometido a un meticuloso proceso de restauración por parte de la Real Fábrica de Tapices. Esta intervención ha supuesto una inversión de 17.625,00 euros que, para Reguera,  "ha sido un esfuerzo que había que hacer imprescindiblemente, tanto por el progresivo deterioro de la pieza, como por la relevancia que ha supuesto su reciente identificación con una creación de Pedro Pablo Rubens, lo que supone un valor añadido a nuestra colección y al patrimonio artístico segoviano, algo que la Fundación La Caixa entendió desde el primer momento en el que acudimos a ella en busca de una colaboración económica que agradecemos".

Adquirido a finales de los años setenta o principios de los ochenta del siglo pasado en la Galería Cid por 750.000 pesetas, el tapiz estuvo durante un tiempo colgado en la planta noble del Torreón de Lozoya, figurando en la colección con el título erróneo de 'La muerte de Alejandro'. La musealización del Torreón de Lozoya, llevada a cabo por la Fundación que lleva su nombre, supuso su regreso tras varias décadas en las que estuvo almacenado, fuera de la vista del público. Ello permitió que varios investigadores y conservadores de museos identificaran correctamente el asunto y la autoría, hasta entonces desconocidos, 'La devolución de Briseida a Aquiles', que formó parte de la serie 'La historia de Aquiles', último de los cuatro importantes ciclos de tapices que Pedro Pablo Rubens diseñó a lo largo de su vida. Esta serie, ideada entre 1630 y 1635, estuvo integrada por ocho escenas en las que se narraban las peripecias de este héroe de la Guerra de Troya.

Se desconoce la identidad del comitente que encargó el ciclo al maestro por excelencia del barroco flamenco, pero se sabe que Rubens trabajó en él minuciosamente, creando ocho bocetos al óleo, en pequeñas tablas, que se conservan en el Museum Boijmans Van Beuningen de Rotterdam. Posteriormente, elaboró los temas con mayor detalle en unos soportes de dimensiones superiores (llamados 'modeli' o 'modelos') con la participación de su taller. El modelo de 'La devolución de Briseida a Aquiles' forma parte de las colecciones del Museo del Prado. Finalmente, estos modelos sirvieron como base para pintar los llamados 'cartones', composiciones en grandes hojas de papel encoladas, del tamaño definitivo de los tapices, en los que los maestros liceros se apoyaron para tejer los tapices. Ninguno de los cartones de esta serie se han conservado.

La guerra de Troya aportó a la historia de la tapicería un sinfín de argumentos para sus creaciones, si bien la historia del colérico Aquiles no fue un tema habitual. El argumento que se narra en el tapiz del Torreón de Lozoya es crucial en aquella contienda bélica. El griego Aquiles participaba activamente en ese largo conflicto que duraba ya diez años y que enfrentaba a griegos y troyanos. El ejército sitiador de Troya se encontraba en desventaja, en buena medida por la peste que los asolaba y que obedecía a un castigo de Apolo por haber convertido a la hija de uno de sus sacerdotes, Criseida, en esclava del líder de los griegos, el rey Agamenón. Presionado, el monarca liberó a Criseida pero exigió como compensación la entrega de una cautiva de Aquiles, Briseida, lo que llevó al héroe a abandonar la guerra y aumentar aún más la complicada situación de los griegos. Este estado de cosas cambiará completamente cuando el compañero favorito de Aquiles, Patroclo, muera a manos del príncipe troyano Héctor y cuando Agamenón devuelva a Briseida a Aquiles, lo que determinará su retorno activo a la guerra, que se saldará con la derrota y destrucción de Troya.

El tapiz recoge, por un lado, el llanto sobre el cadáver de Patroclo, al interior de una tienda de campaña, simultáneamente a la devolución de Briseida y a la entrega de otros presentes a Aquiles, narrados por Homero. En la imagen tejida, Aquiles abre sus brazos para recibir a Briseida, detrás de la cual aparece un anciano, Néstor, el más sabio de los griegos que combatieron en Troya, y un personaje con una mano levantada indicando hacia el cielo que puede ser Odiseo, quien recomienda calma a Aquiles a la hora de vengar la muerte de Patroclo, dado el cansancio de las tropas griegas, o el mismo Agamenón, jurando no haber violentado a Briseida mientras la tuvo consigo.

De los tapices tejidos con este ciclo, el investigador Friso Lammertse, entre otros, considera que la serie prínceps fue tejida por la manufactura bruselense del importante maestro Daniël Eggermans, aunque se conocen piezas procedentes de otros establecimientos; de hecho, la serie gozó de un enorme éxito, constando que algunas pertenecieron a personajes como el rey Luis Felipe de Francia o el almirante de Castilla Juan Alfonso Enríquez. Varios ejemplos de este ciclo han sido rastreados en España por Victoria Ramírez Ruiz, conservándose actualmente, de modo fragmentario, en el Museo de Artes Decorativas, Catedral de Santiago de Compostela y Museo del Teatro de Almagro, en tanto que una serie completa se exhibe en el Parador de Fuenterrabía, ingresada en la Colección de Paradores Nacionales procedente de la colección del marqués de Caracena. 

Alejandro Klecker, director de la Real Fábrica de Tapices, ha manifestado que "el tapiz de hallaba en un estado de conservación comprometido, que se manifestaba principalmente por roturas de hilos de trama y desgastes de los mismos por deshidratación, acumulación de polvo y suciedad, así como por intervenciones anteriores en forma de retejidos de baja calidad". "La restauración ha consistido en una fase previa de documentación del alcance de los deterioros y diagnóstico inicial, para pasar después a una minuciosa labor de limpieza. A estos trabajos previos siguieron la consolidación estructural del tapiz y su forrado por el reverso para protegerlo", ha añadido.