Fernando Aller

DESDE EL ALA OESTE

Fernando Aller

Periodista


Eclipsado

21/10/2022

Seis meses después del acuerdo de gobierno PP-Vox en Castilla y León, no parece que el matrimonio depare una percepción positiva entre los ciudadanos. La sobreexposición del ultraderechista Gallardo y sus astracanadas han eclipsado la gestión de gobierno. Los medios de comunicación, más propensos a la anécdota y la parodia que a la enjundia, irradian aquí y al resto de España la sensación de una frivolidad que no es propia de Castilla y León, de castellanos y de leoneses. La víctima es el PP que no logra trasladar a la opinión pública, obviamente tampoco a la publicada, rasgos de seriedad, rigor y aciertos en la acción de gobierno. García Gallardo viaja a Bruselas y con el silencio del presidente, desafortunado porque le hace cómplice, niega el cambio climático o exacerba los sentimientos excluyentes. Se lo han puesto fácil al PSOE. La secretaria de Organización del PSOE en Castilla y León, Ana Sánchez, inmediatamente calificó a Mañueco de radical bajo una apariencia de «mimosín», dos calificativos que entran en contradicción y esconden una acusación demoledora. Radical por omisión, quien calla otorga, y blando por su inclinación a templar gaitas. En política la línea que separa la mesura del ímpetu y el furor admite curvas, incluso resulta positiva su quiebra. Un líder autoritario causa rechazo, pero acaso no tanto como un guía tenido por bueno en lo personal y sobre el que pueda pesar también la imagen de pávido en su tarea de director.
No parece que la situación admita mejoría para los intereses futuros del PP. Así que no resulta aventurado pensar que ante las próximas citas electorales se produzca la ruptura anticipada que tantos populares desean. La fragmentación de la extrema derecha con la irrupción de Macarena Olona en la contienda resultaría aún más propicia. Al día de hoy su fuerza es nula, un bluf de soberbia infinita, pero los votos que arrastre Olona podrían resultar determinantes para convertir en extraparlamentario a Vox. Y todo habría sido un mal sueño para Mañueco. Y para Castilla y León.