El trance entre la vida y la muerte

Patricia Martín / Ical
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El escultor segoviano Aniceto Marinas donó hace 75 años a la parroquia de San Millán la talla del 'Santo Cristo en su Última Palabra'

El trance entre la vida y la muerte - Foto: Nacho Valverde/Ical

Con 80 años de edad, el escultor segoviano Aniceto Marinas mantenía intacto su espectacular talento para esculpir la imagen del Santo Cristo en su Última Palabra. Corría el año 1946, utilizó madera de cedro policromada y llegó a la parroquia de segoviana de San Millán, donada por el propio artista, al año siguiente procedente de la Exposición de arte Moderno de Madrid. El 2 de abril de 1947, Miércoles Santo, a primera hora de la tarde llegaba en dos camiones, talla y peana respectivamente, la imagen del Cristo de la Agonía, al que luego se bendijo como Santo Cristo en su Última Palabra.

Cuentan las crónicas que, a pesar del mal tiempo, la gente se arremolinó en torno al atrio de San Millán para la recepción de la imagen. Al llegar los camiones a la Puerta de Madrid, unos muchachos de la cofradía tiraron un cohete, la señal para que las campanas de las iglesias por las que pasaban comenzaran a sonar para avisar de que la Cofradía de San Millán contaba con su Titular, el Santo Cristo en su Última Palabra.

Han pasado 75 años. El presidente de la Cofradía de Nuestra Señora la Soledad al Pie de la Cruz y del Santo Cristo en su Última Palabra de San Millán, Miguel Ángel Clemente, explica que no han querido pasar por alto una fecha tan importante para recordar ese 2 de abril. Se ha tenido presente en todos los actos celebrados y los que vendrán a lo largo de la Semana Santa.

Además se han restaurado dos faroles antiguos, de más de cien años, que se encontraban en la iglesia de San Clemente, que abrirán la procesión, en manos de dos cofrades para los que se han confeccionado un traje especial para la ocasión. Los miembros de la Banda de Tambores y Cornetas también estrenan nuevo vestuario.

Para Miguel Ángel Clemente hay que destacar que las dos imágenes que Aniceto Marinas donó a la Parroquia de San Millán "calan muy hondo" y despiertan un gran sentimiento porque son "una expresión de fe muy profunda, que conmueve a la gente". En el caso concreto del Cristo, subraya que "Marinas tomó referencias vitales muy cercanas, se basó en unas vivencias muy reales" para plasmar el dolor y la autonomía física del momento.

En la información de la Cofradía, también se resalta esta idea: "Destaca sobremanera el rostro, agonizante para lo que el escultor estudió el rostro de muchos moribundos. Detalles como la boca entreabierta, los ojos vueltos hacia arriba, la cabeza inclinada y la mirada alta destacan un notable patetismo". Para el tórax, sirvió de modelo su sobrino. "Las manos presentan una contracción, debido a la fuerza incidente hacia el interior de la palma de la mano, inclinando los dedos en dirección hacia dicha fuerza", detalla.

El teólogo jesuita segoviano Daniel Cuesta Gómez, licenciado en Historia del Arte, escribe que Marinas "parece que está pensando en una obra de un creyente más que en la de un genio", en esta escultura realizada al final de su vida, cuando intuía en el horizonte su propia muerte. "Una talla que quizá quiso convertir en una oración confiada al Padre al final de sus días".

Para el propio escultor, en reflexiones recogidas en la publicación de Maite París Arribas, 'Semana Santa, paso a paso', publicada en 1996 por la Diputación de Segovia, esculpió al Crucificado "en el momento en que dice su última palabra, trance entre la vida y la muerte, cuya expresión es siempre muy difícil de conseguir y sobre todo en Nuestro Señor, que al par de humano es divino; por lo que a nuestra mente es difícil de imaginar cómo debió ser la expresión, pese a todo nuestro saber y valía de artistas",

Delgadez y tez morena

Esta talla refleja a "un hombre trabajado por la vida, así lo atestiguan su delgadez y su piel morena en la que se aprecian sin dificultad las costillas y los huesos". Para Cuesta Gómez, lo que más impresiona es ese instante anterior a la muerte que está plasmado por Marinas en madera. Un vientre contraído, el de un cuerpo al que ya le está faltando el aire, cercano a la muerte por asfixia que producía la crucifixión. Lo mismo ocurre con el pecho, que está en tensión al intentar retener el poco aire que le llega, a la vez que hace un gran esfuerzo al sostener el peso de unos brazos que, cansados ya de luchar, han dejado caer todo el peso sobre su tronco, sin oponer ahora resistencia alguna. Sí, se trata del cuerpo de un hombre que se está muriendo".

En su análisis, el jesuita también invita a ir más allá de lo físico e ir hacia el fondo del alma que esculpió Marinas, que se refleja en el rostro de Cristo, en "una cabeza que quiere mantenerse firme, mirando hacia lo alto, aunque para ello esté utilizando las pocas fuerzas que le quedan. Es su hora, el instante decisivo". Una llamada de atención al espectador para ver que en su mirada transmite esa confianza en Dios, pero en ella también se vislumbra el miedo ante la muerte pues, citando palabras del propio Marinas "a la par que humano es divino".

17 años antes, el escultor segoviano había donado a San Millán otra de las grandes joyas de la imaginería segoviana del siglo XX, la Soledad al Pie de la Cruz, realizada en madera de cedro policromada, en la que el autor quiso reproducir al máximo el rigor histórico. La virgen aparece con 50 años, la edad supuesta que debía tener en el momento de la Pasión, en un momento que se puede enmarcar después de la Piedad o, ya una vez enterrado, como afirman los historiadores que volvió a la Cruz. También el escultor se documentó con rigor e hizo traer de Tierra Santa una túnica como las que vestían las mujeres de Palestina, vestimenta que no había cambiado sustancialmente desde la época de la Pasión.

En la historia de la cofradía recuerdan que ese año de 1947, las dos imágenes toman parte en la procesión del Santo Entierro, pero de manera separada, en función de su cronología. La primera en aparecer fue el Santo Cristo en su última Palabra acompañado por los caballeros y jóvenes cofrades así como parte de la feligresía del barrio de San Millán, y posteriormente, después Cristo del Mercado, el Cristo de los Gascones y la Soledad Dolorosa, llegó la Soledad al pie de la Cruz acompañada de las señoras y jóvenes de la cofradía además de feligreses de San Millán.

Panegírico

A lo largo de estos 75 años, la Cofradía de San Millán ha realizado numerosos homenajes y actos culturales para poner en valor la figura y genialidad de Aniceto Marinas, un gran maestro de las emociones, que firma trabajos tan relevantes para el Arte español como la escultura del pintor Diego Velázquez, tanta veces retratada y fotografía, ante el Museo del Prado, o el Monumento a la Monumento a las Cortes de 1812 de Cádiz.

Cada Domingo de Resurrección, en los Jardinillos de San Roque de Segovia, en el barrio de San Milán, se escucha un panegírico a Marinas. Escritores, periodistas, empresarios, historiadores, profesores, … han glosado su figura y legado. Su bondad en el trato, ser un maestro capaz plasmar la máxima expresividad del arte sacro. Este 2022, será el turno del doctor en Filología Hispánica Fermín de los Reyes.