Rusia hará "lo posible" para que desaparezcan sus países rivales

Agencias
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El expresidente Medvedev manifiesta su «odio» contra los «malnacidos» detractores del Kremlin, mientras la ofensiva se recrudece en una Severodonetsk que aguanta la embestida

Expresidente de Rusia y actual vicepresidente del poderoso Consejo de Seguridad de la expotencia soviética, Dimitri Medvedev -que fuera mano derecha de Vladimir Putin durante la pasada década- elevó ayer el tono contra Ucrania, pero también contra todas las naciones que considera rivales del Kremlin. Así, en una declaración sin precedentes, el que también fuera primer ministro entre 2012 y 2020 expresó con virulencia su «odio» contra unos países que, sin nombrarlos, tildó de «malnacidos y degenerados». «Desean nuestra muerte, la de Rusia. Pero mientras siga con vida, haré todo lo posible para que desaparezcan», agregó.

Medvedev, además, no dudó en cargar contra Occidente por sus «insensatas» sanciones contra Moscú por su ofensiva sobre Ucrania y consideró que «los imbéciles europeos, en su celo, han demostrado una vez más que consideran a sus propios ciudadanos, a sus propios negocios, como enemigos de los rusos».

Las declaraciones se produjeron el mismo día en que la ofensiva en Severodonetsk, bastión clave para el control de la región de Lugansk, entró en una fase decisiva, después de que Moscú anunciase que controla «las áreas residenciales» de la ciudad, donde permanecen aún unas 10.000 personas.

Según el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, aún hay combates «en la zona industrial» de la urbe, que antes de la guerra llegó a tener más de 100.000 habitantes.

Shoigu informó que actualmente Rusia controla el 97 por ciento de la región, algo que ratificaron las autoridades locales, que, sin embargo, mantuvieron que continúa la resistencia en Severodonetsk, convertida en una segunda Mariúpol. Y es que las fuerzas ucranianas expulsadas por el Ejército ocupante se han atrincherado en la planta Azot -lo que recuerda a la férrea defensa en la acería Azovstal del enclave del Mar de Azov-. Además, también otra parte de los efectivos locales se encerró en el aeropuerto, desde donde efectúan ataques con artillería.

A pesar de todo, el Gobierno de Kiev insistió en que no dan por perdida Severodonetsk y reiteraron que «la lucha sigue». En este sentido, el alcalde de la asediada localidad, Oleksander Striuk, incidió en que las tropas nacionales «están haciendo todo lo posible» para mantener sus posiciones, aunque reconoció que la situación «es complicada» porque «los combates no cesan».

A pesar de todo, el presidente del país, Volodimir Zelenski, aseguró que el estancamiento del conflicto «no es una opción», por lo que reiteró su petición de apoyo militar de Occidente para recuperar la integridad territorial.

«Somos inferiores en cuanto a equipamiento y por lo tanto no somos capaces de avanzar. Vamos a sufrir más pérdidas y la gente es mi prioridad», subrayó, agregando que empujar a las fuerzas rusas hacia las posiciones que ocupaban antes de la invasión equivaldría a «una victoria temporal» para Ucrania, aunque la soberanía total sobre la nación es «el objetivo final». 

Entre tanto, las autoridades prorrusas de la región ucraniana de Jersón evalúan la posibilidad de celebrar «próximamente» un referendo de integración a Rusia.

«Pienso que lo más probable es que se celebre una consulta de autodeterminación en el territorio de la región de Jersón, y la siguiente etapa será la celebración de elecciones regionales, para luego trabajar en la legislación», afirmó un portavoz.

Por otro lado, la Armada rusa inició unas maniobras en las que participan más de 20 buques de combate y artillados de la Flota Báltica, coincidiendo con los ejercicios militares que está llevando a cabo la OTAN en esta región.