Homenaje a una generación de seguridad

Cristina Sancho
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Cuéllar rinde homenaje a los cinco agentes que se han jubilado en los últimos cuatro años con más de treinta al servicio del municipio.

Homenaje a los cinco policías locales de Cuéllar que se han jubilado. - Foto: C. S.

Entre sentimientos de liberación pero también de nostalgia, cinco agentes de la Policía Local de Cuéllar han recibido un reconocimiento a sus más de treintea años de servicio en la villa. En 2019 llegó la primera jubilación de un agente en el cuerpo, que se creó como se conoce en la actualidad en 1988 con la entrada de diez nuevos integrantes bajo la Alcaldía de Felipe Suárez y con Juan Pablo Herrero como concejal de Seguridad. De aquellos diez agentes, hoy quedan tres, cuatro se han jubilado y otros tres se trasladaron a otras plantillas.

El más veterano en el cuerpo y el último en jubilarse, con 34 años de servicio, ha sido a principios de año José Manuel Escudero, y el primero en pasar a la etapa de descanso fue Javier de la Mata tras 31 años de servicio. Junto con el que fuera subinspector jefe de la Policía, Javier Moreno y Santiago Minguela ambos con 32 años en el cuerpo, y José Luis de Santos, con 31 años, han visto y han sido los artífices del cambio en cuanto a seguridad se refiere que ha vivido la villa. El actual oficial jefe, José María Pascual Zamarrón, que también entró a la vez en el cuerpo, recuerda con Moreno que cuando llegaron lo único que se encontraron en las dependencias fue una máquina de escribir y que poco después compraron una Polaroid. 

Desde la responsabilidad de ser quien coordina y manda, Moreno intentó siempre ser justo con todos. «He sido el jefe pero he sido uno más. He puesto señales, he regulado el tráfico, he venido a hacer el servicio cuando algún policía se quedaba solo, con todo el cariño del mundo y sin reproches. Ante cualquier circunstancia no me importaba que me llamaran, lo único que quería es que el servicio fuera bien y correcto», explica. A los compañeros recién incorporados les daba ánimos reconociendo que «es un trabajo muy bonito, agradable e ingrato a la vez, porque no se valora, no se cuantifica y no se ve». 

Plantilla de la Policía Local de la villa en 1988, junto al alcalde Felipe Suárez.Plantilla de la Policía Local de la villa en 1988, junto al alcalde Felipe Suárez.

A lo largo de estos treinta años, Moreno ha hecho frente a muchos cambios y situaciones. Desde su punto de vista lo mejor de este tiempo han sido los compañeros, el trato con la gente y la cantidad de gente que conoces. En cuanto a lo peor, tanto él como el resto lo tienen claro: la pandemia. «Ante esto no hay nada que sea peor», afirma con contundencia. Y es que como dice, José Manuel Escudero, «estábamos como represores para hacer cumplir la normativa, que si ya es difícil, en esa situación lo fue más». En el lado positivo, Escudero se queda con la conciencia tranquila de la ayuda a la ciudadanía y el trato con la gente. aunque el primer servicio que hizo no lo recuerda tan positivo: «Fue bastante ajetreado, empezamos fuerte. Un accidente grave, una estafa con un taxi y un incidente de tráfico con un tractor y un remolque en el medio de la Plaza Mayor». 

Pascual Zamarrón, como actual jefe y compañero de batallas, recuerda los momentos vividos, anécdotas y alabanzas y también hace referencia a aquellos primeros años mencionando el reciente artículo de El Día de Segovia sobre las noches de los fines de semana en los años 80 y 90. «El artículo se ha quedado corto de lo que eran los fines de semana. Era un sábado de toros cada fin de semana y entre el sábado en el turno y los domingos por la mañana era un estado de nervios importante, esperando a que empezaran a llamar», apunta. «Cuando llegaba el sábado por la noche y veías Cuéllar lleno de gente, coches que llegaban hasta la bandera… Era increíble, no parábamos, venga a entrar avisos…», añade Minguela. «Cuando entramos, esto era el oeste. Dos atestados todos los días. Luego se normalizó un poco, salvo cuando había eventos y fiestas. Ahora, aunque siguen pasando cosas es una balsa de aceite pero animo a todos los que están a que se diviertan trabajando»- comenta Escudero. 

Poco a poco se han ido incorporando medios, gracias a la DGT, la Junta, el Ayuntamiento con los vehículos, los etilómetros, radares, el desfibrilador, el lector de chips… Incluso ha cambiado su uniforme del amarillo llamativo a los azules actuales. José María Pascual Zamarrón tiene palabras para sus compañeros jubilados, recordando a  Moreno en su labor al frente de la jefatura, a Escudero como el más hablador en las rondas nocturnas, a De la Mata implementando el sistema informático para los accidentes de tráfico o el carnet por puntos y el procedimiento sancionador. Minguela se ha caracterizado por su capacidad de convencer a aquellos que no entraban en razones. En el caso de las broncas nocturnas, José Luis de Santos se abría paso para apaciguar los ánimos.

Pero si en algo están todos de acuerdo es en los momentos más difíciles que han vivido en estos años. Los turnos de noche y las fiestas especiales y tener que pasar la Navidad o la Semana Santa, las fiestas o los fines de semana trabajando sin estar con la familia o los amigos. «Lo peor es cuando dejas a la familia, el día de Navidad, el día de Reyes, el santo de tu madre… Ves que vas perdiendo a tus padres y tú sigues, a la par que vas creciendo y teniendo a tus hijos. Es duro, muy duro, pero lo haces con todo el cariño del mundo», opina Minguela. Mientras, José Luis de Santos afirma que ha sido toda una vida dedicado a esta profesión, que califica de bonita pero que también deja momentos menos agradables. Y considera a sus compañero como una familia. «Nos hemos perdido cosas bonitas y grandes con la familia pero los compañeros hemos sido otra familia que hemos estado a una casi siempre», añade.

Otros momentos difíciles era tener que patrullar solos ante la baja de un compañero. Durante estos años la plantilla no ha estado completa y eso es algo que consideran fundamental. José Luis de Santos y Javier de la Mata recuerdan a la primera Policía que hubo en Cuéllar, Elena, que tuvo que patrullar sola un sábado de toros y no ha sido la única. El hecho de que parte de los propios agentes fueran naturales de Cuéllar es otro de los aspectos que destacan a veces como negativo. «Se lleva mal trabajar en un cargo como este siendo del propio pueblo, pero te tienes que poner en tu sitio», concluye De Santos.