La obra del Cervantes aún necesita acuerdo con el Obispado

D. A.
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La Diócesis quiere garantías de la constructora y una compensación ante el plan de ocupar la huerta del Seminario más de tres años · Llegó a hablar de medio millón, pero «sólo como un punto de partida», matiza, muy por encima de lo que espera

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Las obras de rehabilitación del Teatro Cervantes no podrán comenzar mientras la empresa adjudicataria del proyecto no llegue a un acuerdo con el Obispado sobre las condiciones de uso y ocupación de buena parte de la parcela colindante, la huerta del Seminario. Son unos 700 metros cuadrados y se le exige fundamentalmente un aval que garantice que allí quedará todo como está, o más bien que se repondrá lo que se dañe, pase lo que pase durante el desarrollo de unos trabajos que van a ser largos (el plazo oficial asciende a 42 meses), además de complejos; compromiso con la periodicidad de las obras y también una compensación económica. Se ha llegado a hablar de medio millón de euros aunque, tal y como matiza a El Día el rector del Seminario, Juan Cruz, aquello fue «un punto de partida». A falta de referencias propias, una estimación de lo que supondría aplicar a este caso las tasas vigentes de ocupación de vía pública, con voluntad de negociar a la baja, hasta una cantidad muy inferior, pero sin renunciar a que la constructora asuma responsabilidades. Sobrevuelan los precedentes del intento de rehabilitación de hace más de 15 años, cuando las obras causaron daños en la huerta que terminó costeando el Obispado por no tener garantías firmadas.

El Gobierno sacó a concurso la rehabilitación del Cervantes en enero. Se presentaron 28 empresas y algunas contactaron en fechas posteriores con la Diócesis para interesarse por lo que podría conllevar el uso de parte del Seminario y tenerlo en cuenta a la hora de preparar sus ofertas. No fue el caso de la que ganó, según el rector del Seminario, que apunta que las primeras conversaciones llegaron tras la adjudicación. 

La UTE valenciana Torrescámara-EMR (Estudios y Métodos de la Restauración), que se ofreció a ejecutar las obras por nueve millones (IVA incluido), 1,6 por debajo del presupuesto inicial, obtuvo la adjudicación con fecha 27 de mayo, concretamente, pero la formalización del contrato no se publicó hasta julio y el acuerdo con el Obispado aún está pendiente, sin apenas avances durante el verano.

En un principio, además, la empresa contemplaba llevar a cabo los trabajos haciendo uso de más de 2.000 metros cuadrados de la huerta, pero el Obispado lo veía inviable para la actividad del Seminario y planteó una alternativa por la que se rebajaba el espacio de ocupación a unos 700 m2 con la habilitación de un acceso independiente para los camiones más próximo al teatro. El nuevo planteamiento también conllevaba ahorro de costes y la empresa accedió, pero debía llevar a cabo un modificado del proyecto y la cuestión del acuerdo sobre el aval y la compensación no se ha retomado hasta hace sólo unas semanas. 

Entretanto, el plazo de ejecución ha empezado a contar oficialmente en septiembre, de modo que el retraso, por ahora, es mínimo. El Día intentó contactar este jueves sin éxito con la adjudicataria, y la concejala de Urbanismo, Clara Martín, asegura que desconoce los términos o cantidades que plantea el Obispado, pero percibe «buena disposición por todas las partes» y confía en que alcancen un acuerdo sin consecuencias para el proyecto.  

El rector del Seminario también espera el acuerdo, aunque lamente que las conversaciones empezaran «tarde». «Yo creo que lo tendremos porque hay buena voluntad. Nosotros desde luego queremos que se hagan las obras, pero es una intervención muy agresiva con nuestro terreno y debemos dejar las cosas bien claras». No en vano, el solar del teatro «se tiene que vaciar casi por completo», dado que a nivel de conservación le queda poco más aparte de la fachada que da a la Calle Real y el tramo de Muralla en un lateral.

«Son unas obras muy invasivas y queremos que se haga todo en condiciones porque ya tenemos antecedentes en los que nos dejaron mal el espacio», recalca. Cruz recuerda por ejemplo un muro que «desapareció» tras aquellas intervenciones iniciales, dejando abierta una caída de más de cuatro metros que llevó al Obispado a costear una verja.

Mal precedente. «Lo único que pedimos es un convenio con la empresa con un aval, una compensación y una periodicidad (en los trabajos). Garantías de que lo que ocupen se puede restaurar aunque las obras vayan mal», incide, con la mente en la paralización de la rehabilitación en 2007. Dos años antes, la constructora de entonces había detectado problemas estructurales en los restos, se optó por llevar a cabo un modificado de proyecto que no se sometió a autorización por parte de la Comisión Territorial de Patrimonio a pesar de conllevar un aumento de altura, y la polémica, aparte de una multa al Ayuntamiento, derivó en década y media sin movimientos en la parcela, más allá del desmontaje de las tristemente famosas cerchas metálicas de su cubierta en 2015. Aquella intervención también requirió el uso de la huerta del Seminario, pero fue algo puntual y el Obispado no pidió nada por ello.

Ahora sin embargo la intención es que se comprometa directamente la constructora. La huerta del Seminario apunta a permanecer parcialmente ocupada durante tres años y medio más hipotéticos imprevistos y al Obispado no le basta un protocolo con el Ministerio, que es lo primero que le propuso la empresa. Un acuerdo que, a día de hoy, es imprescindible para poder abordar el nuevo intento de rehabilitación de un teatro que cumplirá 100 años desde su inauguración en 2023 y 40 desde su cierre como sala de cine en 2024.