Testimonios que apoyan el plante que dio la vuelta a España

Nacho Sáez
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Laura Llorente y Laura 'Usa' conocen los efectos del coronavirus. Una es enfermera y se contagió en la primera oleada, mientras que la otra tuvo a su padre ingresado en el Hospital.

Laura Llorente y Laura Usa, antes de un entrenamiento del Unami la semana pasada. - Foto: DS

El plante del Unami femenino de fútbol sala en la primera jornada de Liga por la negativa de su rival a jugar con mascarilla ante la ausencia de test ha dado la vuelta a España y ha traspasado fronteras incluso. No se conocen en cambio las duras historias personales que han vivido algunas jugadoras del equipo segoviano desde que comenzó la pandemia, perfectas para volver a recordar ahora que el virus no es un juego y que los comportamientos irresponsables se pagan con un precio alto. 

Cuando se declaró el estado de alarma, Laura Llorente compatibilizaba su trabajo como fisioterapeuta en la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer con la labor que también desempeñaba en una residencia de ancianos, ya que además tiene la titulación de enfermera. Allí fue testigo de cómo la Covid-19 se llevaba a numerosos internos. «Tuvimos muchas bajas», relata. Aquellos momentos tan dramáticos le afectaron tanto que dejó ese trabajo, pero antes se contagió y experimentó en sus propias carnes lo que es esta enfermedad, aunque no llegara a requerir ingreso.

«Me di cuenta de que lo podía tener porque una noche no sentía ni siquiera el olor a cebolla», explica. La pérdida del gusto y del olfato se convirtieron en el preludio de los dolores articulares y de unas cefaleas que dejaron secuelas a esta jugadora hasta bien entrado el verano. «Estaba más cansada que después de cualquier entrenamiento y no podía seguir las sesiones que nos mandaba el cuerpo técnico para que hiciésemos por nuestra cuenta», continúa su resumen de unos días que pasó en casa de sus padres («No querían que me quedara sola») y que también se saldaron con el fallecimiento de su abuelo: «Como en ese momento todavía no se hacían pruebas a todo el mundo no sabemos si murió por el coronavirus, pero yo estoy convencida. Ahora estamos pendientes de celebrar la misa funeral en su memoria porque ni siquiera pudimos cerrar el luto».

Demasiados acontecimientos juntos para que no le hiciera mella psicológicamente. «Cuando salí a la calle los primeros días después de la cuarentena que me tocó guardar a mí, me daba miedo hasta la luz. No me atrevía a coger el coche», reconoce. Por eso, no puede evitar indignarse ahora al ver a personas que minimizan la importancia de usar mascarilla: «Me mata, se me abren las carnes». Ella está a favor incluso de su uso en el deporte. «Hay estudios solventes que aseguran que no es problemático para la salud. Es verdad que reduce tus parámetros de confort cuando estás haciendo una actividad física, pero no es perjudicial para el rendimiento», argumentaba antes del entrenamiento previsto para ese día en el Pabellón Pedro Delgado.

Una sesión a la que faltaron Cristina de Andrés y Sofía Sáez, que tenían turno en sus respectivos hospitales, donde trabajan como enfermeras y han podido comprobar la virulencia con la que se comporta este virus. «Cris me contaba que hacían tres rondas en cada turno por las habitaciones de los pacientes y que, muchas veces, entre una y otra se les llevaban a la UCI a pesar de que parecían estar bien», señala Laura Gómez Vera ‘Usa’, que supo de esto una vez que su padre se recuperó: «Por eso Cris me preguntaba siempre cómo saturaba [oxígeno]. Si lo hubiese sabido, seguro que lo habría vivido de otra manera».

Aun así el recuerdo de las dos semanas que su padre pasó ingresado en el Hospital por supuesto que no es agradable. «Empezó el sábado posterior a que se declarase el Estado de Alarma con que le faltaba el aire, le acabaron diciendo que se bajara a las urgencias del ambulatorio y de ahí le ingresaron en el Hospital», revela esta también jugadora del Unami. Las videollamadas permitieron acortar la distancia durante esos 15 días que permaneció hospitalizado su padre, que al recibir el alta todavía tuvo que estar con oxígeno un mes más. Otro ejemplo de las consecuencias para la salud de la Covid-19. «Yo siempre se lo digo a mis familia y a mis amigos. No quiero pasarlo ni asintomática porque no sabemos las repercusiones que puede tener a medio plazo», confiesa Laura Usa, de acuerdo totalmente con la postura que adoptó su equipo ante el Villacañas.