Editorial

España sigue necesitando reformas estructurales para salir adelante

-

Hace unas semanas nos preguntábamos por qué a menudo tenemos la sensación de que el resto de las economías de nuestro entorno estaban mejor preparadas para soportar las dificultades que la española. Hoy nos lo seguimos cuestionando, más aún después de la caída del 18,5% en el PIB del último trimestre, un dato demoledor. 

España sale peor parada que Portugal, Francia, Italia, Bélgica y Alemania. Países que también han sufrido devastadores efectos provocados por la pandemia pero han soportado el golpe asestado por la covid-19 con más fortaleza. Más allá de justificarlo con una mayor o menor incidencia del virus en la sociedad, y en los aciertos o errores en la aplicación de medidas para la protección sanitaria, lo cierto es que España ha quedado muy tocada, y cabe preguntarse qué se puede hacer a partir de ahora para corregir errores pretéritos.

El pésimo dato económico deriva sobre todo de la crisis sanitaria, pero también de los resortes que tiene nuestra economía para soportar las más duras embestidas. En la debacle financiera de 2008 se apeló recurrentemente a la necesidad de renovar el modelo productivo, de aplicar reformas estructurales para una nueva economía y un renovado mercado de trabajo. Muchas palabras, demasiadas, pero sin la ambición precisa para acometer los cambios profundos que nos exigían desde Europa y que demandaba igualmente la tozudez de los hechos. De haberse puesto en marcha, probablemente la cornada de esta pandemia al mercado económico y laboral no estaría siendo tan dramática.

Las crisis no pueden dejarnos siempre con la sensación de ser los peores de la clase, sobre todo cuando otros parten de peores expectativas. Éstas se inclinan hacia un lado u otro de la balanza dependiendo de la solidez del sistema que tiene que soportar los temblores. La realidad es que hoy nuestra tabla de salvación sigue siendo el rescate europeo, lo que no da garantías para resistir los embates, especialmente si seguimos siendo un país cortoplacista.

Los creadores de empleo y riqueza, el sector empresarial, necesitan un marco de garantías, de seguridad y de certezas para que la economía reflote. Cuanto más sólidos sean los cimientos que se coloquen ahora, con mayor fortaleza repuntarán los mercados económico, financiero y laboral cuando haya tratamiento posible contra la covid-19 o una vacuna real. La clase política debe asumir esta tarea del medio y largo plazo con amplitud de miras, decisión y una visión real de Estado. Mientras tanto, seguiremos resignados pensando por qué nuestra economía no puede ser más solvente que la del vecino.