A Pablo Zamarrón, la voz y el genio, por muchos años

Miguel Ángel Nogales
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El presidente de la Escuela de Dulzaina de Segovia, Miguel Ángel Nogales, desgrana la figura de este músico, que será homenajeado este sábado.

A Pablo Zamarrón, la voz y el genio, por muchos años

Acercarse a la figura de Pablo Zamarrón Yuste es abordar la trayectoria rotunda de un humanista, con su sensibilidad y capacidades aplicadas a diferentes campos del saber: de la magia de la telefonía al conocimiento profundo de la cultura popular, de la técnica para la construcción de instrumentos al embrujo de la música. Hacer su semblanza es contemplar la feliz confluencia de las ciencias y las artes en el solar segoviano de Arroyo de Cuéllar, pueblo donde vio la luz en 1957.

Corrían los años ochenta y la dulzaina no terminaba de asentar su recuperación, a pesar de que la música de raíz llevaba alguna década de éxitos en el panorama nacional. La Diputación Provincial había creado la "Cátedra de Dulzaina" en 1975, que no pudo echar a andar por falta de instrumentos hasta 1978; pero las fuerzas de su profesor y director, Agapito Marazuela, en la recta final de su dolorida existencia, ya no daban más de sí. En esos azarosos momentos de la vida del Maestro, en 1982, se creó finalmente la Escuela de Dulzaina, para continuar con "la enseñanza de la dulzaina y de los instrumentos de percusión acompañantes".

A esa recién fundada Escuela llegó Pablo cargado de ilusión, lleno de proyectos, buscando los registros más genuinos y la expresividad más auténtica de la dulzaina. Desde el principio estuvo en ese empeño colectivo, como alumno de la primera promoción, un grupo de aguerridos resistentes, conjurados contra el triste destino que se cernía sobre la dulzaina.

No tardan en aparecer los primeros frutos, en los que se aúnan la acertada decisión de la Institución Provincial y el esfuerzo individual de los amantes de la música tradicional. En 1988 encontramos a Pablo Zamarrón como integrante del grupo Rebolada; se graba Mudanza, el primer disco, y su actividad discográfica y musical sigue hasta nuestros días con distintos grupos como Velay, La Órdiga, Ministriles de San Nicolás, Carrapinar...

Mientras tanto, amplía su formación, continúa estudios de Historia, Musicología y Música en la Universidad Complutense de Madrid y en el Conservatorio de Segovia. Si la salud fue frágil en algún momento, su fortaleza mental y creativa nunca se vio mermada. Sus vastos conocimientos están en consonancia con sus numerosas colaboraciones en distintos ámbitos y niveles educativos y sociales: talleres, reseñas, conferencias, artículos, estudios como "Indumentaria y tradición oral" o el libro Iconografía Musical en la Catedral de Segovia… La lista de sus obras es extensa, están bien recogidas en otras publicaciones y, sin embargo, resulta difícil sustraerse a la cita de alguno de sus trabajos, porque es de justicia reconocer el enorme esfuerzo y la generosidad de su autor. Este es el espléndido bagaje que lleva a la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, cuando ingresa en 2018.

La fuerza que inspira e informa esta admirable trayectoria es, en mi opinión, la poesía. Poesía en el sentido del término griego "poiesis", actividad creativa que da vida a algo hasta entonces inexistente; hacer en el sentido artístico y artesanal. En su versión literaria española, esa poesía nos lleva a nuestro querido Gustavo Adolfo Bécquer y su Rima VII, "Del salón en el ángulo oscuro, …" Recrearse en ese poema es ver a Pablo sacando al centro del escenario esa ingente cantidad de instrumentos de creación propia o coleccionados a lo largo de los años; es imaginarse al indagador empático, haciendo emerger las viejas canciones que parecían estar fuera del interés de la gente. Pablo es la voz que despierta a la música olvidada en la memoria de las personas, en el tronco de una encina, en la médula de los huesos; la voz que apela al genio "que duerme en el fondo del alma".

Este reconocimiento que se hace a Pablo Zamarrón va acompañado de una profunda gratitud, por su permanente vínculo con la Escuela de Dulzaina. Su participación y colaboración siempre nos han ayudado a seguir adelante con este proyecto. ¡Gracias, muchas gracias, Pablo!  ¡Salud y que lo disfrutes con tu familia, con tus amigos, por muchos años!