Aurelio Martín

UNA COL

Aurelio Martín

Periodista


Arte para todos

22/05/2022

Aunque la Fundación MER, creada por el coleccionista y empresario Marcos Martín, su esposa Elena Rueda y el hijo de ambos, Rafael, ya planteó en el año 2009 la posibilidad de levantar una instalación cultural para museo, incluso se otorgó la licencia municipal, tras la reforma urbanística con el visto bueno de la  entonces Consejería de Fomento, aquel proyecto privado no se pudo ejecutar en plena crisis, con un presupuesto de ejecución material de 1,4 millones de euros, para 2.500 metros cuadrados construidos.   
Pero de nuevo sale a la luz la posibilidad de dar a conocer a los segovianos este legado que, sin duda, conforma una de las colecciones privadas de arte contemporáneo más importantes, que se escapa del ámbito local, incluso nacional, compuesta por más de 800 obras, en las que compartirían espacio en una parte del actual inmueble de los fundadores y la antigua iglesia de San Pedro de los Picos.
El hecho de se pueda poner en marcha este proyecto, en el que iría incluida la explicación de la vida de estos coleccionistas que, con cincuenta años,  comenzaron por aprender el lenguaje artístico y que optaron por huir de la ostentación del lujo y apostar por los artistas plásticos, es una buena noticia para Segovia y, desde luego, exige consenso de todos los representantes públicos, para colaborar y sacarlo adelante, cada uno en la medida de su competencia, y sin perder de vista la generosidad de los promotores y el efecto en quien se puede beneficiar de la exhibición de la obra. 
Aunque hay muchas ideas, incluso la organización de exposiciones con obra de otras grandes colecciones privadas, todo va paso a paso, incluso es posible que se puedan arbrir de momento los sótanos del inmueble a lo largo del próximo año, antes de compartir el uso con el antiguo templo románico, que sería cedido en uso y restaurado por el Ministerio de Cultura, lo que queda pendiente de confirmar tras un encuentro en el que participaron también representantes municipales, aunque las perspectivas son buenas, según las partes.
  Enseguida, el análisis poco meditado lleva a algunas personas a pensar en llevar la colección al Museo que lleva el nombre de Esteban Vicente,  donde también están depositadas sus cenizas, junto a las de su esposa, Harriet, pero esto sería una equivocación, porque cada instalación tiene un sentido y una programación, aparte que hablamos de ampliar la oferta en esta ciudad de vocación cultural. 
En una ciudad pequeña, pero de envidias y odios grandes, cada nueva iniciativa se criticará de forma descarnada aunque aquí hablamos de algo tan sencillo como sacar arte a la luz de Eric Fischl, Marilyn Minter, Stephan Bakhenhol, Francesco Clemente, Juan Usle, Jenny Seville, Marlene Dumas, Bill Viola. Miquel Barceló, José María Sicilia, Antoni Tàpies, Mompó, Palazuelo, Gordillo, Zóbel o Soledad Sevilla, entre otros. 
Ello con aportación privada, y sin que la pública sea excesiva, cumpliendo además una función primordial, como es no dejar caer la antigua iglesia del Paseo de San Juan de la Cruz.