«A veces me gustaría tener más colmillo»

Sergio Arribas
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Hizo caso a su padre, el recordado fotógrafo Fernando Peñalosa y optó por aparcar el Periodismo para estudiar Derecho. Abogada en ejercicio desde 2006, fue concejala de IU en Palazuelos, para dar el salto al Ayuntamiento de Segovia.

La abogada y concejala Ana Peñalosa. - Foto: Rosa Blanco

No tiene reparo en confesar su punto más débil: confiar en la «buena fe» de las personas. Y, claro, luego «una se lleva muchas tortas o decepciones», sostiene. Su primer apellido denota sus ancestros nobiliarios, unos orígenes que le provocan «indiferencia». Peñalosa también le vincula con el que fuera carismático dirigente de IU, su tío Luis Peñalosa, formación que ahora representa «con mucho orgullo» en el Ayuntamiento de la capital.

Escuche, suenan campanillas, es el trineo de Papa Noel que regresa a Laponia. ¿Agradecemos su marcha,  como yo, o es de quienes vive a tope el espíritu navideño?
Lo vivo a tope desde que tengo hijos. La Navidad te permite reunirte con toda la familia y eso es lo mejor del mundo. Soy muy familiar.

¿Mucho turrón? ¿Es mujer dulce o esto de la política y la abogacía le toca armarse de dureza?
Soy dulce, muy dulce (se ríe)… aunque ahora menos, porque me han diagnosticado celiaquía. 

Entonces, pasamos del turrón duro de Alicante…
Pues no fíjese, lo prefiero al blando. No sé si es contradictorio pero me gustaba más el duro, y lo digo en pasado, porque ya no lo pruebo.

La última pregunta navideña… ¿Mejor un señor gordo y bonachón que un rey, aunque sea mago?
Lo dice por el republicanismo de IU. Me quedo con el señor gordo y de barba blanca, sin duda, la bondad por encima de todo. ¡Ojo! No digo que un rey no pueda ser buena persona. Ahí no entro.

¿Vio el mensaje del Rey o estaba liada preparando la bandeja de langostinos?
A esa hora estaba visitando a las Hermanitas de los Pobres y a los policías locales y bomberos que estaban de guardia en Nochebuena. Nunca he visto el mensaje televisivo del Rey, ni me ha preocupado mucho, le soy sincera.

¿Se considera discípula política de su tío Luis Peñalosa? 
Hay mucha gente que lo ha considerado así. Sin embargo, fue mi padre Fernando quien me inculcó esos valores de la izquierda. Cuando me metí en política no fue porque mi tío estuviera ahí. Aunque mi padre no fuera militante ni tuviera vocación por la cosa pública, en casa era muy ‘politicón’ y al final pues yo lo he mamado.

Peñalosa, apellido que denota sus ancestros de la nobleza urbana segoviana. ¿Se considera noble, de carácter, me refiero?
Soy noble de carácter, porque de lo otro, nada de nada. En mi familia algunos tienen sus títulos y es algo que ni me agrada ni me desagrada, me es indiferente. Es que no va conmigo.

Fernando, su padre, que fue compañero y amigo, enorme fotógrafo y una gran persona. Siempre con una sonrisa y un chiste. ¿Ha heredado esa gracia natural?
¡Qué va! ¡Ojalá! De hecho, recuerdo muchos chistes suyos y, sin embargo, no puedo contarlos, porque lo haría sin gracia.En las reuniones familiares echo mucho de menos esos chistes que contaba y ese toque de humor que siempre tenía. Tengo buen humor pero no tengo gracia. Lo reconozco. 

No le dio por la fotografía…
Pues me encanta, pero se me da fatal. Mi padre nunca tuvo la paciencia para enseñarnos.  Tenemos en casa un montón de artilugios de fotografía y ahí están, de exposición para la familia.

Fue concejala de IU en Palazuelos de Eresma entre 2011 y 2015 ¿es una buena escuela política la de ser edil en un pueblo?
Por supuesto. Ahí aprendí a fondo la organización municipal. Lamentablemente, no hubo un buen clima de entendimiento. Peleé por muchas cosas. En política prefiero el diálogo a la beligerancia.

Licenciada en Derecho, en 2006 comenzó a ejercer la abogacía, siendo titular de un despacho profesional. No quiso opositar a la administración pública sino ejercer el oficio en estado puro. ¿Por qué?
Quería hacer periodismo pero mi padre me lo desaconsejó. Él quería que estudiara Derecho para «tener una base», como él me decía. Y yo siempre le hacía mucho caso. Nunca pensé en trabajar en lo que es la gestión administrativa de la Justicia. Me gusta la ‘chicha’ de este oficio, el ‘rock and roll’ que tiene el Derecho, los casos reales, aunque no soy amiga de las discrepancias o los malos rollos. Me gusta llevar casos de divorcio, casos penales...  Y lo que me desagrada es tener que enfrentarme a un compañero. Algunos se toman los litigios de forma personal. No es mi caso.

Como abogada, ¿ha rechazado algún caso? 
Sí, he rechazado casos pero no por temas morales, sino porque he visto que eran inviables. Le diré, por ejemplo, que como abogada nunca defendería a un violador.

¿Cuál es su punto débil?
A veces debería tener más genio, más temperamento, ser más beligerante, sacar más el colmillo... Parto de la base de que las personas actúan de buena fe y hay veces que te llevas muchas tortas, muchas decepciones… En general tiendo a pensar bien de todo el mundo, como le digo soy persona dialogante y me gusta el buen rollo.

¿Qué rasgo de su personalidad le ayuda a ejercer ambos oficios, la de letrada y política?
A veces pienso ¡con lo ‘pavita’ que soy y me meto en dos tareas profesionales muy complicadas! No obstante, creo que casi siempre salgo bien parada.

Imagine que es jueza. ¿A qué o quién le gustaría sentar en el banquillo?
La respuesta es tópica: a corruptos, violadores y asesinos. Y si me pregunta por una persona concreta.. pues... ¡es que hay tantos! (se ríe).

Ni abogada ni política. Piense en ese oficio al que no ha podido dedicarse y le gustaría.
El periodismo. ¡Me va la marcha!  Con el periodismo se aprende de muchos temas, de las personas, hay que investigar… Me gusta ponerme en la piel de los demás, aprender de la gente y el periodismo creo que eso te lo proporcina..

Si fuera invisible, ¿dónde le gustaría colarse?
Pues quizá en una reunión importante, como las que tienen ahora el PSOE con ERC. Aunque, la verdad, me encantaría ser invisible para saber que opinan los demás de mí.

¿Karl Marx o Groucho Marx?
¡Los dos!… Si me pide que elija, el filósofo y economista alemán.

Por cierto, dijo Groucho: «Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente».
Lo comparto (se ríe). Normalmente soy callada, aunque a veces me suelto y luego me arrepiento. «¡Tengo que ser más prudente!», pienso. La verdad es que más que tontos, hay lo que yo llamo ‘tontines’. 

El Papa Francisco aprovecha la Navidad para sacudir conciencias. ¿Qué mandamiento de la Ley de Dios sobra? 
¡Pero si no me los sé! Pueden sobrar todos, porque me niego a pensar que solo haya que hacer diez cosas para hacer el bien o ser buena persona. Me parecen pocos mandamientos.

¿Religiosa sin fanatismos o atea?
Soy atea sin complejos. No entiendo lo que es la fe, aunque me lo han intentando explicar. Estuve algún año en un colegio de monjas y me crearon el efecto contrario. No tengo fe porque no llego a entender la religión. Pero que conste, que respeto a la gente que tiene fe o cree en la religión. No es mi caso. Un paso de Semana Santa me gusta, aunque lo que veo es tradición, historia, arte…. No creo en la magia porque sé que tiene truco, pues ¡¿cómo voy a creer en la religión?¡ Ahí también hay mucho truco. ¿O no?

¿El secreto de la felicidad?
Estar bien con uno mismo, cuando uno está orgulloso con lo que hace y siente. Aunque tendría que cambiar cosas, como ser más beligerante en algunas ocasiones o saber decir que ‘no’ en muchas otras. 

No se si la felicidad es sonreir, pero sonría, pues hasta aquí llegó esta humilde entrevista….
¡Pero si no he dejado de sonreir¡ Ha sido un placer.