Amenos de 24 horas de enfrentarse a la Selectividad –ahora EBAU– Nicolás Herrero (Segovia, 31 de agosto de 2002) seguía entrenando en su club. La ansiedad y el nerviosismo no van con este joven tenista y sí la madurez, decisión y capacidad para organizar su tiempo. Lejos de echar a correr a su casa para coger los libros de nuevo después de terminar de ejercitarse en una sesión que por cierto comparte con el abulense Daniel Rincón, campeón del mundo cadete y miembro de la escuela de Rafa Nadal, se queda alisando la pista, atiende sin prisa a El Día de Segovia y charla con su entrenador. «Llega con muy buena nota [a la Selectividad]», dice este. Y él esboza la sonrisa pícara propia de quien no teme a nada. Su seguridad es aplastante al lado de lo que se está jugando.

Nico ha vivido en una montaña rusa este curso. De dar el salto al circuito mundial júnior con muy buenos resultados –firmó unas semifinales en Madrid y unos cuartos de final en Dublín y Portugal, además de sendas brillantes actuaciones en la modalidad de dobles en Gran Canaria y el propio Portugal– ha pasado a no competir por culpa de la crisis del coronavirus. «Pero veo que estoy bien tanto física como mentalmente, y creo que a partir de la semana que viene podré participar en torneos», apunta sin dejar traslucir ninguna muesca de frustración a pesar de lo que se está jugando.

Entrena todos los días en pista dos horas y otra hora más la parcela física, mientras que el resto del tiempo –al menos hasta ahora– lo dedica a sus estudios: «Compatibilizar ambas cosas es algo que asumí hace mucho tiempo y, si me organizo, no tengo problemas». Su entrenador, Ángel de Marcos, le observa con admiración («Mira, mañana hace la Selectividad y ahí le tienes»), pero no se sorprende. No en vano, le conoce desde los cinco años y sabe de lo que es capaz. Para De Marcos son días en los que se mezcla el orgullo y la nostalgia. Por eso, pide que le hagan una fotografía con su discípulo, que se mantiene impasible a pesar de lo que se está jugando. ¿Pero qué se está jugando? Ya es hora de desvelarlo.

Junto al abulense Daniel Rincón, campeón del mundo cadete y con el que comparte entrenamientos periódicamente. - Foto: Rosa Blanco

El pasado mes de noviembre esta redacción informó de que Nico tenía sobre la mesa varias ofertas de universidades estadounidenses para disfrutar de una beca y seguir jugando al tenis. «Todavía no hay nada firmado. Tengo que decidir si me quedo aquí, que tampoco me importaría, o doy ese paso», afirmaba entonces. Finalmente ha firmado por la prestigiosa Universidad de Denver, que fue fundada en el siglo XIX y que le dará la oportunidad de estudiar Económicas. O ‘Business’, como se denomina a esta carrera en el ámbito internacional.

Aún no ha elegido la especialidad, pero está «muy contento». «Era lo que quería hacer», subraya. Su familia no se encontraba convencida del todo de dar el paso, pero un entrenador de la propia Universidad de Denver se desplazó hasta Segovia y les expuso todo el proyecto. Nico volará en septiembre a Colorado, el estado al que pertenece, y comenzará una aventura que espera que le ayude a todos los niveles. «La carrera que voy a estudiar me encanta y es a lo que me gustaría dedicarme en un futuro. Y como tenista quiero mejorar el máximo», remarca.

El ejemplo de Javier Bernabé, Diego Benavent o Pablo Alonso, otros jugadores segovianos que probaron suerte en Estados Unidos durante su etapa académica, le servirá de guía pero insiste en que no apartará el foco de la raqueta: «No me lo voy a tomar como un retiro del tenis y tampoco me cierro a poder entrar algún día en el circuito ATP».

De momento el gran reto deportivo de la temporada es el campeonato de España júnior, que se celebrará en Reus del 17 al 24 de agosto. «También quiero entrenar mucho para llegar bien a la universidad», indica. Allí le espera una filosofía de competición diferente a la que está acostumbrado. En el deporte universitario estadounidense priman los equipos y se tendrá que amoldar a una mentalidad menos individualista, aunque sale de Espacio Tierra, un club caracterizado por su ambiente familiar. «Llevo toda la vida con ellos», cuenta mirando a su entrenador y a Pablo Fuentes, el otro propietario de estas pistas de tierra batida situadas en El Sotillo. «El tenis es mi estilo de vida. Me ha enseñado todo lo que sé y me ha condicionado la persona que soy ahora y la que seré en el futuro», concluye.