Editorial

El vodevil del AVE y la tentación de un colofón en forma de chapuza

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Cuando parecía imposible ir a peor, resulta que tres viaductos del AVE tienen fallos que deben ser solventados con una obra cuya duración prevista es de cuatro meses y que obligará a actuar debajo del tablero. Es decir, bajo la misma plataforma de los puentes. El Adif lo sabe desde marzo de 2021, tal y como adelantó ayer este periódico, pero no ha sido hasta ahora cuando ha iniciado los trámites para contratar esas reparaciones. Tampoco existe certeza sobre cuándo quedará certificada la seguridad de la línea Valladolid-Venta de Baños-Burgos ni cuándo dispondrá Renfe de los maquinistas para operarla. No hay fecha de entrada en servicio ni de comercialización, como es lógico, pero el Gobierno, primero en voz de la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, y ayer en la del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, sostiene que el AVE entrará en servicio este trimestre. O lo que es igual, en los próximos 40 días. Por más que ambos ministros visitaran Burgos con motivo de la campaña electoral de las elecciones autonómicas, su discurso no se sostiene.

Las obras de reparación de los apoyos de los viaductos dañados no estarán culminadas hasta octubre, por lo que en el supuesto de que el Ejecutivo trate de forzar una chapuza de época y ponga algún servicio a circular para acallar las críticas e ilustrar la foto de rigor, el AVE no podría circular ni a la velocidad debida ni en los tiempos previstos. Sería una actuación vodevilesca que, eso sí, podría dilatar aún más las reparaciones y el funcionamiento real y efectivo de la línea.

Recientemente dábamos cuenta en este periódico del informe del Tribunal de Cuentas que detectaba errores de bulto en la tramitación de la línea de Alta Velocidad Valladolid-Venta de Baños-Burgos. Señalaba la investigación que se desconocía el nivel real de ejecución de los trabajos y que algunas inexplicables decisiones administrativas dilataron los tajos más de tres años. En resumen, aseguraba que en el Ministerio había una falta de diligencia clamorosa en la ejecución de una infraestructura nuclear y multimillonaria. De alguna manera, el informe del Tribunal viene a resumir lo sucedido en la última década, que es cuando se ha invertido en ejecutar una conexión prevista a comienzos de siglo y que ha sido pionera, por ejemplo, en tener que demoler una estructura ya ejecutada (el viaducto de Frandovínez) porque no cumplía las condiciones mínimas de seguridad.

El histórico de la línea no puede ser más desesperante. Primero olvido, después pereza y, para rematar, deficiencias inéditas en la historia reciente de las infraestructuras españolas. Solo faltaba rematarlo con una faena política de aliño para salvar el bache electoral que es una falta de respeto. Una más.