Barrios adoptados... y huérfanos

Sergio Arribas
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En Torredondo conectarse a internet es una quimera. Zamarramala y Madrona presentan una triste coincidencia: las aceras ruinosas de su calle principal. «No nos escuchan», se quejan los vecinos de los barrios incorporados.

Marquesina de autobús en Fuentemilanos, testigo de cuando llegaba el urbano y el búho, servicios eliminados por la falta de viajeros. - Foto: Rosa Blanco

Alejandro Gil, de 85 años, vigila muy de cerca a su esposa, Isabel Ceballos, que camina junto a él a paso lento, con la ayuda de un andador. «Para mí siempre será un pueblo, digan los políticos lo que les de la gana», afirma el octogenario, que se presenta como vecino de Zamarramala «de toda la vida». No acierta a precisar cuántas generaciones de su familia proceden de este núcleo, que llegó a tener ayuntamiento propio, hasta que en los años 70 del siglo pasado pasó a ser barrio agregado a la capital. Al igual que la localidad marcada por la multitudinaria fiesta de Las Aguedas, también son barrios incorporados de la capital los antiguos pueblos de Madrona, Fuentemilanos y Hontoria y los núcleos de Torredondo y Perogordo, territorios que hoy apenas suman poco más de 1.250 habitantes. 

No solo comparten un mismo régimen administrativo. Desde hace décadas, sus representantes, las juntas vecinales, han denunciado abandono y desatención y compartido demandas y reclamaciones al Ayuntamiento de Segovia como mejoras en el transporte público o el asfaltado de calles y arreglo de tramos urbanos de estas localidades, como por el que este martes transitan Alejandro y su esposa Isabel.

El matrimonio zamarriego tiene que cruzar la calle Real Alta, la principal que atraviesa la localidad. Y lo hace por la calzada, a riesgo de sufrir un atropello, porque un amplio tramo de la calle carece de acera y presenta un estado completamente intransitable; por supuesto para el andador con el que Isabel pasea hoy por Zamarramala.

Pancarta de protesta colocada en Madrona.Pancarta de protesta colocada en Madrona. - Foto: Rosa Blanco

«Mi madre tiene 93 años y para venir a misa tiene que venir también por medio de la calzada», explica, por su parte, Teresa de Andrés, presidenta de la junta vecinal de Zamarramala —elegida bajo las siglas del PP— que confiesa su hartazgo ante la negativa —o en otros casos silencio— , según dice, del Gobierno municipal del Ayuntamiento de Segovia (PSOE-IU) a sus peticiones; la última la incorporación de tres bandas reductoras de velocidad en las entradas del pueblo.

«Solo queremos lo esencial, pero ¡es que no nos hacen ni caso!», lamenta la mujer, que desvela cómo justo en este tramo de la calle Real Alta «hace años» se cayó una anciana y se rompió la cadera. «No pedimos aceras de mármol sino solo aceras, que no las tenemos», comenta Teresa, que regresó a Zamarramala, al cumplir los 65 años, para cuidar a su madre. De eso hace casi seis años. Al final aceptó implicarse para buscar  mejoras para «su pueblo».

«¡Adiós alcaldesa!», le saluda un vecino, mientras la mujer trata de sintetizar las principales reivindicaciones de Zamarramala, como esos tres badenes reductores de velocidad, el asfaltado de algunas calles o la construcción de una rampa que permita acceder a los coches fúnebres hasta la puerta del cementerio; si bien hay una demanda que la «alcaldesa» repite con más insistencia. Se trata de disponer de un operario de usos múltiples para «mantener el pueblo en buenas condiciones» «y no solo unos meses, sino todo el año», aclara Teresa, mientras señala una de las calles sin asfaltar, la calle Fragua Vieja, donde «se forman grandes charcos cada vez que llueve».

La octogeneria Isabel Ceballos, debe circular por la calzada en la calle Real Alta, ante la ausencia de una acera transitable.La octogeneria Isabel Ceballos, debe circular por la calzada en la calle Real Alta, ante la ausencia de una acera transitable. - Foto: Rosa Blanco

Pancarta en Madrona. Desde hace tres meses, cualquiera que acceda a Madrona se topa con una gran pancarta, colocada en un muro junto a la iglesia, donde puede leerse un mensaje sin autoria: «Barrios incorporados, barrios abandonados. A mismos impuestos, mismos servicios. Basta ya de abandono».  La lona ‘permanente’ sirve de telón de fondo para las concentraciones de protesta convocadas cada primer domingo de mes para reclamar mejoras para Madrona, según comenta Silvia Pasarán, vecina de este núcleo y presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos de los Barrios Incorporados. La pancarta se sitúa junto a la calle Cantarranas, la principal de acceso a Madrona, con aceras intransitables y una calzada salpicada de agujeros y baches; quizá consecuencia de las frecuentes roturas de la tubería, de uralita y plomo, que recorre soterrada la calle. «El arreglo de esta calle es una de las principales reivindicaciones de Madrona», comenta Silvia Pasarón, también concejala en el Ayuntamiento de Segovia, en la oposición (PP), y presidenta de las juntas vecinales de los barrios incorporados. Además de la reforma integral de la calle Cantarranas, Madrona reclama la dotación de un transporte público que le permita conectar con más frecuencia con la capital, dado que solo para dos veces, uno por la mañana y otra por la tarde, el autobús de ruta entre Segovia y Ávila. Además del asfaltado de varias calles, reclama una solución a los problemas de inundaciones que sufre la zona cercana a la iglesia por deficiencias en la canalización de las aguas pluviales.

Por su parte, la principal reclamación de Hontoria es la de contar con un alguacil u operario de usos múltiples, un funcionario que ejerciera labores de jardinería y avisara en caso de alguna rotura y que podría compartir con Zamarramala. También aspira a poder ampliar su cementerio, agotado en su capacidad, y situado frente a la ermita y potenciar el arreglo y adecuación del camino Hontoria-La Fuentecilla para la movilidad peatonal y en bicicleta.

Fuentemilanos. Por su parte, Fernando Rubio Subtil, «alcalde» de Fuentemilanos desde hace 18 años, dibuja un panorama esperanzador para este barrio incorporado, que alberga en sus proximidades el aeródromo privado donde operan aviones ligeros, ultraligeros y planeadores y que el representante vecinal califica como «el primero de Europa» en sus características. Su optimismo reside en que Fuentemilanos roza ahora los 300 habitantes  porque «ha venido gente a vivir, tanto en casas viejas de alquiler como en los bloques que se hicieron hace 20 años», afirma Rubio Subtil, que atribuye la pequeña «explosión» demográfica a la pandemia y el deseo de la gente de vivir en núcleos sin tantas restricciones y con mayor contacto con la naturaleza.

Cementerio de Hontoria.Cementerio de Hontoria. - Foto: Rosa Blanco

«Fuentemilanos es un lugar estratégico, está a diez minutos en coche de Segovia, a media hora de Ávila y a una hora de Madrid», añade el ‘alcalde’, que subraya que el planeamiento urbanístico reserva un terreno de unas 15 hectáreas para un polígono industrial a la entrada de Fuentemilanos, que «espero que pueda atraer a unas cuantas empresas». En el capítulo de deficiencias, Rubio reclama el asfaltado de calles que hoy presentan un firme descarnado de hormigón y, sobre todo, que pueda cubrirse la cancha deportiva. «Aquí como no reclames y reclames, no sirve de nada», afirma el «alcalde» que comenta con otro vecino, Francisco García ‘Huete’, cómo el pueblo arreglará por su cuenta la marquesina del autobús, testigo de aquellos tiempos en que llegaba el transporte público desde la capital y el búho, servicios que fueron eliminados por el bajo índice de viajeros.

«A veces no compensa vivir aquí». Noemí Martín, de 39 años, vive en Torredondo (44 habitantes) junto a su marido y dos hijos. «A veces no compensa vivir en un barrio incorporado. De hecho, yo me he tenido que ir a vivir a Segovia la mitad del año», afirma la vicepresidenta de la Federación de Asociaciones de Barrios Incorporados. En Torredondo no hay línea de teléfono fijo y la cobertura móvil es tan pobre que para conectarse a la red hay que tirar de ingenio. «Con la pandemia el teletrabajo en Torredondo era imposible (…). Es más, si estás en casa, tienes que sacar la cabeza por la ventana para coger algo de cobertura y , en pleno confinamiento domiciliario, teníamos que salir a la mitad de la calle para tener algo de señal y poder enviar por internet los deberes de los niños», afirma Noemí. Al pertenecer a la capital, Torredondo no puede acceder a planes de expansión de internet y fibra óptica al que sí tienen derecho núcleos de similar tamaño y población, pero independientes, en territorio provincial, y que impulsan tanto la Diputación como la Junta.

Noemí, que desvela que los vecinos de Torredondo están asignados al consultorio médico de Madrona, comenta cómo otro de los grandes inconvenientes es la ausencia de transporte. «Tienen que tener coche para, por ejemplo, que alguien te venga a cuidar a los niños. Luego hay ‘super’ que tampoco te traen la compra… vamos que a veces no compensa vivir aquí». «Hasta hace 4 ó 5 años —recuerda— teníamos una reducción en el impuesto del agua y la basura, pero se nos quitó y hora pagamos lo mismo». No obstante, no todos son inconvenientes. «Hacemos una vida casi de pueblo. Es mucha calma», dice Noemí, quien, no obstante, considera que en Torredondo «nos sentimos abandonados y no es un tópico. Pagamos los mismos impuestos y no tenemos los mismos beneficios. Siempre somos los últimos de la fila y alguna vez tendremos que ser los primeros».

Vista panorámica del núcleo de Torredondo.
Vista panorámica del núcleo de Torredondo. - Foto: Rosa Blanco

Unos sin transporte, otros con autobuses cada hora. Por Madrona solo pasa—-y hace paradaHel autobús de la línea regular entre Segovia y Ávila. De esta manera para ir a Segovia solo hay dos horarios, uno por la mañana y otro por la tarde. La presidenta de la Federación, Silvia Pasarón, considera factible que el autobús de línea regular que recorre algunos pueblos de la provincia pueda modificar su itinerario, realizar un recorrido en círculo y dar servicio a Fuentemilanos y Madrona. «Sería hablar con los alcaldes de esos pueblos y ver si aceptan un pequeño retraso para poder dar servicio a estos barrios», afirma Pasarón. Hontoria y Zamarramala no padecen grandes problemas de transporte —los urbanos pasan cada hora por ambos núcleos—, mientras que los vecinos de Fuentemilanos, que en su día disfrutó de transporte público desde la capital y hasta servicio búho -eliminados tras su pobre utilización-, pueden acercarse a la capital gracias a las líneas de autobuses regulares que conectan Segovia con Ávila y Salamanca y que hacen parada en la localidad, aunque con un número de frecuencias inferior a la deseada. Peor que Madrona y Fuentemilanos, están los núcleos de Perogordo (22 habitantes) y Torredondo (44), donde el transporte público es inexistente.