Las muertes de Esther López y Olivia marcan la crónica negra

SPC
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El triple crimen de la Rondilla y la muerte de un teniente coronel de la Guardia Civil civil en Santovenia de Pisuerga tiñeron de luto el verano de Valladolid

Las muertes de Esther López y Olivia marcan la crónica negra - Foto: Leticia Prez ICAL

La desaparición y muerte de Esther López de la Rosa, la joven vecina de Traspinedo (Valladolid), y el asesinato de la niña segoviana de seis años Olivia a manos de su madre, marcaron la crónica negra de un 2022 en Castilla y León, un año en el que la lacra de la violencia machista sumó tres nuevas víctimas y en el que las víctimas mortales en carreteras se dispararon y crecieron por encima del 40 por ciento con relación a 2021, para contabilizar más de 130 fallecidos.

Además, la provincia de Valladolid vivió un verano dramático con el triple crimen del barrio de La Rondilla, en la capital, y la muerte del teniente coronel de la Unidad Especial de Intervención de la Guardia Civil, Pedro Alfonso Casado, mientras negociaba la entrega de un vecino de Santovenia de Pisuerga que se encontraba atrincherado en una vivienda después de haber asesinado a otro vecino de esta localidad. Este agente del Instituto Armado fue alcanzado en la cabeza por un disparo que su presunto asesino realizó 'a ciegas' desde dentro de la vivienda. Días después de este suceso, un marroquí de 43 años asesinaba en Valladolid capital a su mujer, a su suegra y a un anciano en sendas viviendas de las calles Marqués de Santillana y Linares. A los pocos días esta persona se quitó la vida en su celda del Centro Penitenciario de Valladolid.

La desaparición de Esther López se produjo el 13 de enero, pero no fue hasta 23 días más tarde, el 5 de febrero, cuando se encontró su cuerpo sin vida en una zona próxima al polígono Tuduero. Sin embargo, casi doce meses después de su desaparición el caso todavía no está resuelto.

Esa noche Esther estuvo tomando algo por la noche en un bar con unos amigos. A continuación, se fue del local en compañía de Óscar, el principal sospechoso. con quien se montó en un coche para ir a casa de otro chico. Ella se bajó del coche en las proximidades del restaurante La Maña, en el cruce de la carretera N-122, donde Esther López fue vista por última vez y donde su teléfono dejó de emitir señal.

Semanas después, la autopsia determinó que había sido atropellada y que la persona que la mató la dejó agonizando, dado que si hubiera recibido asistencia médica, todavía estaría viva. Los informes forenses apuntan a que joven pudo ser atropellada por la espalda por un vehículo tipo todoterreno, pero a baja velocidad. Es más, no murió del impacto, sino debido a una hemorragia interna que la fue debilitando y que, junto a los cinco grados bajo cero de aquella madrugada y las elevadas dosis de alcohol y cocaína que tenía en su cuerpo, desembocaron en un shock hipovolémico.

En un primer momento las investigaciones de la Guardia Civil se centraron en Ramón, 'el manitas'. Estuvo detenido seis días, se registró su casa de arriba a abajo y, finalmente, tuvo que ser puesto en libertad con cargos. Después, la Guardia Civil descartó esa hipótesis y todas las sospechas fueron hacia Óscar Sanz, que sigue siendo el presunto autor de los hechos a ojos del Instituto Armado. Así y todo, no hay ninguna prueba directa que lo incrimine.

Casi un año después, el caso continúa abierto en un juzgado de Valladolid. Junto con Óscar, teóricamente, la última persona que vio viva a la vecina de Traspinedo; y Ramón, también se encuentra Lucio Carlos G.D., uno de los mejores amigos de la chica, camarero de profesión y apodado 'Carolo';

Los tres continúan incluidos como investigados pero las pesquisas policiales continúan sin esclarecer qué pasó con Esther la madrugada del 12 al 13 de enero y, sobre todo, quien acabó con su vida.

Segovia

El asesinato de la pequeña Olivia a manos de su madre, quien suministró a su hija una dosis letal de ansiolíticos y analgésicos disueltos en una taza de leche con cacao, conmocionó a todo el país el pasado 31 de octubre. En el momento de la detención, los agentes encontraron a la madre en la cama junto a su hija muerta en una vivienda de alquiler en el barrio gijonés de El Llano, a donde ambas se habían traslado desde Segovia hacía unos meses.

Los padres de Olivia se habían casado en 2015 y, tras su separación, el proceso de custodia de la niña estuvo muy lejos de ser amistoso. Inicialmente, la guarda y custodia de la pequeña Olivia se entregó a la madre, dado que sobre el progenitor pesaba una sentencia condenatoria. El padre había sido condenado a nueve meses de prisión por un delito de malos tratos con lesiones en el domicilio familiar por zarandear a su exmujer durante una discusión, pero en la misma sentencia se le absolvió del resto de delitos de los que le acusaba su expareja (violencia habitual, lesiones psíquicas e injurias).

Según informó el Tribunal Superior de Castilla y León, no fue hasta 2022 cuando el padre solicitó la guarda y custodia de Olivia ante el traslado de su expareja a Gijón. Custodia que en junio de este año inicialmente se le denegó, pero que en octubre, en una nueva vista, el juzgado cambió de opinión y acordó entregar la custodia al padre, al entender que con el traslado a Gijón de la madre se perjudicaba a la menor, que tenía a su familia en Segovia.

Violencia machista

Por otra parte, la lacra de la violencia machista continuó con su reguero mortal y se cobró tres víctimas. La primera fue una mujer de 35 años que falleció en junio en Soria capital horas después de ser apuñalada en el transcurso de una discusión con su pareja, mientras que en septiembre, Raquel, una joven de 32 años, moría en Palencia a manos de su pareja, que después se quitó la vida al arrojarse a las vías del tren.

Juana Canal

Pero además, una joven vallisoletana de 23 años, que trabajaba como enfermera en Bruselas, murió en octubre a manos de su expareja, un guardia civil, mientras que en Ávila, el Instituto Armado esclarecía un caso ocurrido en 2003 y detenía al asesino de Juana Canal, que confesaba que la asesinó en Madrid y que desde allí, una vez descuartizado, trasladó su cuerpo a una finca de la localidad abulense de Navalacruz, propiedad de su familia.

Ultraligero

La crónica negra cerró el año con el accidente de un ultraligero que se precipitó al río Duero a su paso por la localidad vallisoletana de Villarmarciel y en el que perdieron la vida dos personas. Los buzos localizaron dentro de los restos del aparato sumergido en el agua el cuerpo de uno de los dos ocupantes, el de Beatriz Cantos Melgar, de 40 años y gerente del Aeródromo de Matilla de los Caños, mientras que puso en marcha un dispositivo para localizar el cuerpo de Guillermo Álvarez, teniente de alcalde y concejal de Urbanismo de Geria, que al cierre de esta información continúa sin aparecer.