«Con tantos aplausos, no podemos defraudar»

Sergio Arribas
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La enfermera Merche María trabaja en la UCI del Hospital General de Segovia. «Tengo que gritar un ¡hurra! por mis compañeros, que se están dejando la piel. No he oído a nadie quejarse. Trabajamos codo con codo».

Miembros de uno de los turnos de la UCI del Hospital General de Segovia, que estos días redoblan sus esfuerzos para atender a los pacientes críticos. - Foto: D.S.

Enfermera desde 1995, Mercedes María ‘Merche’ lleva una década trabajando en la unidad de cuidados intensivos (UCI) del Hospital General de Segovia, donde en estos días, por culpa del Covid-19, ella y sus compañeros trabajan totalmente enfundados y “a veces no sabes si al que saludas es chico o chica”. “Estamos a tope”. Es lo primero que comenta Merche.

Las dependencias de UCI tienen, en condiciones normales, 10 camas. Dentro de la unidad son ahora 13, aunque el total de camas UCI habilitadas en el resto del Hospital son el doble; allí donde puede conectarse un monitor para poder entubar y controlar al paciente si es necesario. Es lo que llaman la UCI extendida. Son, en total, 28 camas para enfermos graves o críticos.

“Acostumbradas [las enfermeras de UCI] a controlar dos pacientes, ahora llevamos 3 y muy complicados”, afirma Merche.

Merche María, enfermera de UCI del Hospital de SegoviaMerche María, enfermera de UCI del Hospital de Segovia - Foto: D.S.

Desde Segovia ya se han trasladado una decena de pacientes con Covid-19 a hospitales de Valladolid y Madrid. Estos traslados han quitado algo de presión a la UCI. “Nos deja camas libres [en la UCI] para poder bajar otros pacientes que están en planta un poco más graves”, comenta Merche.

La carga de trabajo en la UCI se ha multiplicado, con dificultades añadidas, pues “es muy incómodo trabajar” con un ‘epi’, gafas, mascarillas, botas y guantes. “Te sientes agobiada, sudas mucho. Tienes que hacer un cambio de ropa constante”, afirma. Hay pacientes intubados, con respiradores... algunos en posición de ‘decúbito prono’ -tendido boca abajo y la cabeza de lado- porque así mejoran, aunque otros no lo toleran. “Pensemos en un paciente entubado, en posición boca abajo, con todas las vías puestas… no es fácil. Tengo que gritar un ¡hurra! por mis compañeros, porque se están dejando la piel para que los pacientes reciben la misma calidad de trato que siempre. No he visto a nadie quejarse, todos trabajamos codo con codo”.

Merche admite que, con los años, ha logrado hacerse una “coraza” para sobrellevar su trabajo, aunque “te derrumbas muchas veces” cuando conoce las vinculaciones del enfermo con familiares o amigos. “Nos ayuda mucho que no vengan familiares de visita. Eso, emocionalmente, te toca… Tenemos gente muy joven ingresada, entubada, y cuando viene la familia te toca, porque imaginas a tu hermano, padre… Cuando acabo el trabajo y salgo de la ducha, intento venir a casa tranquila, sin pensar en que puedo contagiar a mi familia. Otras compañeras han decidido no vivir con su pareja”.

Todos los pacientes en UCI están “sedoanalgesiados”, aunque cuando despiertan y pueden ser extubados “terminamos hablando con ellos y les trasladamos mensajes de sus familiares”.

En la UCI del Hospital de Segovia también se producen altas, pacientes que pasan a planta tras superar estados de extrema gravedad.

“Cuando extubamos a la primera paciente, fue una inyección de energía, todos rompimos a aplaudir”, recuerda Merche, que confiesa cómo “siempre se emociona” cuando sale a aplaudir al balcón de su casa y ve la respuesta de sus vecinos o cuando ve los vídeos de polícias y bomberos a las puertas de los hospitales. “Se lo digo a mis compañeras, no podemos defraudar, mira como nos aplauden. Si que echamos nuestras lagrimitas, pero te tienes que reponer y tirar para adelante”.