Pintores como Monet, Caillebotte, Liebermann, Kandinsky o Matisse formaron parte de una corriente, a finales del siglo XIX, en la que, no solo pintaron jardines, sino que crearon el suyo propio, lo cuidaron y lo convirtieron en su principal fuente de inspiración.
La exposición que se abre, este lunes, en el Museo de Arte Contemporáneo de Segovia, surge porque Esteban Vicente, no fue ajeno a este 'movimiento' después de comprar, en 1964, junto con su esposa Harriet, una casa de estilo colonial en Bridgehampton, Long Island, con un jardín que él mismo cultivó y que se convirtió en su principal foco de interés.
En España, el ejemplo es Joaquín Sorolla, que pintó su espacio de plantas y flores en lo que hoy es el museo que lleva su nombre, entre 1916 y 1919, en un trabajo más íntimo que el plasmado en escenas de playa costumbristas, donde se siente más libre, una con pincelada muy ligera y muy cercana a la abstracción, según la directora conservadora del museo y comisaria de la exposición, Ana Doldán.
Esa es la razón de que haya un buen diálogo entre las obras de Vicente –que proceden de colecciones distintas a las del museo– y las del pintor valenciano –la mayoría de su museo– que tienen como punto en común el color, la luz y las atmósferas.
La muestra 'A la luz del jardín. Sorolla - Vicente' se completa con un espeacio ajardinado, diseñado por el paisajista Eduardo Barba, abrazando la sepultura donde están depositadas las cenizas de Vicente y Harriet, en el Palacio de Enrique IV, emulando al que crearon ambos en norteamérica. Patrocinada por la fundación que lleva el nombre del artista segoviano y su esposa, casi de forma simultánea, con el mismo planteamiento, aunque con obras diferentes, desde el 7 de agosto, se celebrará otra en el Parrish Art Museum, de Nueva York.