"Las necesidades psicológicas han explotado con la pandemia"

A.M.
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Ex profesor de IE University, es el coordinador del Grupo de Intervención Psicológica en Desastres y Emergencias en el Colegio de Psicólogos de Castilla yLeón, en el que intervienen 71 profesionales para ofrecer apoyo psicológico

Jesús de Blas, vicedecano del Colegio de Psicólogos de Castilla y León - Foto: Rosa Blanco

El vicedecano del Colegio de Psicólogos de Castilla yLeón, Jesús de Blas Recio (Segovia, 1954), una provincia donde existen medio centenar de profesionales colegiados, aunque trabajan aproximadamente el doble, ya que otros mantienen su colegiación en otra Comunidad, afirma en esta entrevista que «la pandemia ha puesto de manifiesto las carencias de recursos en salud mental de la población porque las necesidades psicológicas han explotado».  uien ha sido profesor en IE University,  añade que «en esa confusión de emociones la pandemia ha dejado trastornos depresivos, dificultades en las relaciones personales, algunas expectativas no cumplidas o problemas laborales y, cuando eso no se sabe manejar, queda como una especie de vacío que algunas veces provoca que la salida que ve la persona es el suicidio, intentando dar una solución definitiva a un problema transitorio.  De Blas hace referencia al programa 'Fénix' para maltratadores donde, en su opinión,  consiguien «éxitos de modificación [del comportamiento] por  encima del 65%, pero son gente que no tiene patologías añadidas».

¿Qué huella está dejando la pandemia en la salud mental, cuando se acaban de cumplir dos años de los primeros casos en España?

Los psicólogos somos especialistas en emociones y en conductas, entonces la pandemia nos está dejando una confusión de emociones, cuando éstas no se saben identificar están patologizando la salud mental de los individuos. Hay sentimientos de culpa, crisis de ansiedad o depresiones que no se saben manejar. Las emociones no funcionan racionalmente, de corteza cerebral, sino a un nivel que no es tan accesible, no tiene sentido intentar combatir un sentimiento de culpa desde el punto de vista racional. 

La pandemia ha puesto de manifiesto las carencias de recursos en salud mental de la población, las necesidades psicológicas han explotado, desde el punto de vista físico estaba la atención sanitaria,  pero la persona es un ser biológico, psicológico y social, tres campos que tienen que estar perfectamente cubiertos para que la persona evolucione de manera positiva.  

¿Son habituales estos casos tan seguidos que hemos conocido en Segovia de ingesta de medicamentos o intentos de suicidio? 

En esa confusión de emociones la pandemia ha dejado trastornos depresivos, dificultades en las relaciones personales, algunas expectativas no cumplidas o problemas laborales y cuando eso no se sabe manejar queda como una especie de vacío que algunas veces provoca que la salida que ve la persona es el suicidio, intentando dar una solución definitiva a un problema transitorio.  El suicida no quiere morir sino dejar de sufrir, es una pelea entre el instinto de conservación y la racionalización de los problemas. 

¿Qué colectivos han sido más vulnerables a esta crisis sanitaria?

Las personas con algunos problemas de salud mental o que la tenían deteriorada de antemano. No hay recursos para atención de la salud mental en España, está muy dejada de la mano, es deficitaria. A una persona con un intento de suicidio se le lleva a los servicios de salud al hospital, se le da una pastilla, se les deriva a los servicios formales de salud mental que están sobresaturados y le van a dar cita para dos meses después, no tiene ningún sentido, la repetición es prácticamente inevitable. 

¿Por qué se sigue ocultando este problema a la sociedad, cuando hay 4.000 muertes en España al año?

Enfrentarlo requiere recursos de psicología, no solo son esos suicidios confirmados, sino que por cada uno  hay entre 15 y 20 intentos, y 10 o 15 personas, familiares o amigos, que quedan tocadas, que necesitan servicios de salud mental que, por otra parte, tampoco se entiende cómo algo aislado de un solo profesional, lo que requiere es una intervención conjunta de atención psiquiátrica, psicológica y de medicaciones que contribuyan a reequilibrar el estado fisioquímico y la terapia para que la persona entienda sus emociones, defina qué es lo que le está pasando y establezca las estrategias para combatirlo.  Se requiere de especialistas. 

¿Cómo contempla la actual situación por la que atraviesa la violencia contra las mujeres?

Si se define mal el problema, se establecen mal los objetivos y se aplican mal los recursos. Hay muchas personas implicadas, instituciones y presupuesto para que esto se acabe pero casi todo va encaminado a la protección a la víctima, que es necesaria, pero en psicología estamos empezando a entender que hay que modificar los objetivos cuando también hay que poner el foco en las características del maltratador porque, de alguna forma, no se está haciendo o, cuando se lleva a cabo hay asociaciones que entienden que dedicar dinero a ello es quitárselo a las víctimas. 

Con respecto a la atención a las víctimas, en Segovia estamos notando que no hay tantas activaciones para atenderlas en las comisarías o en los cuarteles de la Guardia Civil, como en otras provincias, como en Valladolid, donde hay 350 al año y aquí estamos en torno a 12. Por Ley hay que ofrecer a la mujer atención psicológica y jurídica, pero, según las comisarías, se desestima. 

¿Qué atención debe recibir el maltratador?

Tenemos el programa 'Fénix' donde conseguimos éxitos de modificación de maltratadores por encima del 65%, pero son gente que no tiene patologías añadidas. Con ludópatas,  alchólicos o gente con trastornos psicopáticos no conseguimos ninguna mejora, solo cuando el maltratador no es consciente de que está siéndolo, reacciona cuando se le ponen delante las emociones de la víctima. Habría que modificar los modelos explicativos de la violencia de género que se basan básicamente en la indefensión aprendida, cuando la mujer entiende que no hay salida porque no depende de ella. Hay muchos elementos que tienen bastante coincidencia con las adicciones, tanto por parte del maltratador como por la víctima. 

Una mujer recibe maltrato y, al rato, el maltratador llega con un ramo de flores pidiendo disculpas y prometiendo que no va a volver a ocurrir. Eso es un reforzador muy potente para la mujer, porque la expectativa de ella es que la situación vuelva a la convivencia normal, cuando es un instrumento que dificulta la recuperación.  

¿La situación en Segovia es muy diferente en cuanto a otras provincias?

Las ciudades tienen ritmos diferentes y eso se refleja en todo, en cómo funcionan las instituciones, se generan y se aplican los recursos. Que Segovia vaya más despacio supone que hay menos casos, implicaciones y recursos, tanto en la violencia doméstica, como en intervención en emergencias o inmigración, por ejemplo.  

¿Qué casos son los más habituales que se les presentan a los psicólogos en Segovia?

Han crecido mucho las crisis de ansiedad, las depresiones, debido a la falta de estimulación positiva de relaciones sociales o problemas de obsesiones compulsivas. Como consecuencia de la pandemia nos encontramos con rituales de limpieza donde hay personas que, antes de entrar en casa, si han salido a la calle,  pueden estar dos horas lavándose y cambiándose de ropa... La gente se está aislando y eso contribuye a reforzar los problemas de salud mental que se tengan. Hay problemas también con los niños, son un colectivo que tiene bastantes necesidades de atención psicológica, en los colegios se da instrucción académica, pero nadie enseña a controlar las emociones, como el miedo, el cariño o la sexualidad, es esencial en la vida de un hombre.  

¿Sería necesario introducir algún programa formativo en la enseñanza sobre estos aspectos?

Es imprescindible porque, para que la persona madure, tiene que haber una cierta estimulación basada en cuestiones objetivas, no solo la intelectual, que es imprescindible, sino un entrenamiento en el manejo de las emociones, que ahora no se hace.  Ahora se empieza a trabajar en el tema de los abusos sexuales cuendo empieza a salir lo que estaba ocurriendo, también aparecen los problemas de acoso escolar, que en algunos casos llevan al suicidio de algunos niños... Esto lleva muchos años encubierto y estaba tapado por las instituciones y por algunos estamentos que no les interesaba que viera la luz. De hecho se pretende que el suicidio se siga considerando como un problema individual no de salud social y tiene que ser la sociedad quien dé respuesta. 

¿En qué medidas influyen las redes sociales en situaciones de acoso o de afectación emocional en algunas personas?

Las tecnologías digitales son muy interesantes pero una de las características de los niños y adolescentes es que para ellos todo es a lo bestia, disfrutan a lo bestia y sufren a lo bestia, no hay un equilibrio, entonces igual ocurre con las redes, cuando ayudan, sirven mucho, pero cuando machacan, también lo hacen a lo grande. Antes, el acoso escolar se producía exclusivamente en los recreos o en un momento determinado de las clases, ahora se hace durante todo el día, incluso de la noche, el mensaje puede llegar incluso cambiando de número, es una persecución continua. 

Luego, a partir de una cierta edad, la crítica es demoledora, también dependiendo de quién lo haga y de dónde venga. Utilizar las redes para difamar a una persona es tremendo, aparte de que pueden arruinar  una carrera profesional, por ejemplo a un profesor que se le acuse de ser un agresor sexual de menores siendo falso... 

Como coordinador de la participación de psicólogos en las emergencias, ¿tienen mucha actividad en Castilla y León?

Hay entre 40 y 50 activaciones al año, como acompañamiento a familiares de personas que se han suicidado, durante la búsqueda de ahogados; en accidentes, sobre todo cuando hay niños o muchas personas implicadas, donde hay varios fallecidos, en autobuses... 

Es necesario identificar qué emociones se están manejando,  cada vez que hay una experiencia traumática suele aparecer detrás un sentimiento de culpa por lo que se ha hecho, por lo que no se ha hecho, lo que se dijo o lo que no se llegó a decir...  Hay que saberlo manejar, es muy difícil que una persona lo maneje de manera intuitiva, necesita ayuda. Por ejemplo, en el volcán de La Palma había gente que tenía que dejarlo todo, desde la casa a sus pertenencias o sus explotaciones agrarias.  eso implica un reajuste de emociones, que no es fácil, todo ello lo manejaron los psicólogos de Canarias, aunque desde el resto de España se hizo el ofrecimiento pero no ha sido necesario.