Patronal y sindicatos ven una 'gran dimisión' a la segoviana

D. A.
-

No usan el término popularizado en EEUU, pero ven el mismo problema de fondo: una falta de personal en diversos sectores que, a escala local, viene de lejos y se ha agravado con la covid

Sólo en la Calle Real hay tres negocios (dos hosteleros y un comercio) con carteles de ‘se necesita personal’ o similar. - Foto: Rosa Blanco

Segovia necesita más albañiles, carpinteros, fontaneros, transportistas y repartidores, camareros y cocineros, técnicos de mantenimiento de maquinaria, trabajadores del sector agrario… Incluso personal para el comercio o hasta profesores de autoescuela. Tiene casi 6.000 parados registrados y más de 8.000 demandas de empleo pendientes, pero esta última es la cifra más baja a estas alturas de cualquier año desde 2008, y las empresas advierten hace tiempo que no encuentran candidatos o acaban aceptando los que se ofrecen aunque carezcan de la formación o cualificación deseada. Un problema ya conocido porque viene de lejos, si bien perciben que se ha agravado con la pandemia. A nivel provincial y también nacional e internacional. 

De hecho, en Estados Unidos nunca hubo tantas vacantes como ahora debido a lo que allí han llamado 'la gran renuncia' o 'la gran dimisión', por la huida masiva de personas que decidieron dejar sus empleos o cambiar de sector de 2020 a esta parte, ya fuera por estrés, por las condiciones laborales, por la desmotivación de volver al empleo presencial puro tras beneficiarse de la flexibilidad horaria y la conciliación del teletrabajo, porque las ayudas públicas compensan más que ir a trabajar si es a cambio de un sueldo bajo... O simplemente, porque la etapa dura de covid llevó al empleado a replantearse su carrera laboral, condiciones y objetivos a largo plazo. Y la Federación Empresarial Segoviana (FES) ve semejanzas: «Aquí tenemos el mismo problema de vacantes, lo llamemos como lo llamemos, y va a más», advierte su presidente, Andrés Ortega, aunque los agentes sociales de la provincia, patronal o sindicatos, no utilizan los términos o etiquetas de 'gran renuncia' o 'dimisión'. 

También las asociaciones sectoriales de construcción y transporte perciben que el problema va en aumento, y hay hosteleros que ya están optando por cerrar al menos un día a la semana por falta de plantilla, según el presidente de Hotuse, Jesús Castellanos, quien, por otro lado, recuerda que en EEUU el despido es libre, sin indemnización al trabajador, por lo que «allí es más normal que haya renuncias».

Los sindicatos, mientras, coinciden en advertir el problema, aunque lo atribuyen sobre todo a una «precariedad laboral» en ciertos sectores que, obviamente, los representantes empresariales niegan. «Más que de 'gran dimisión' o 'gran renuncia', yo hablaría de 'gran hartazgo'», señala el secretario provincial de CCOO, Álex Blázquez. «La gente se cansa de abusos, de horas extra sin remunerar, de jornadas maratonianas que no figuran en ningún lado y generan fraude, y evidentemente busca mejorar condiciones laborales. Ése es el fenómeno que se está produciendo, y la gente pone su empeño en mejorar condiciones cambiando de sector», deduce. 

«Desde luego que la gente hoy en día no es tonta y busca mejorar sus condiciones de trabajo», afirma también el secretario provincial de UGT, José Luis de Lucas. «Ya no se conforma como antes con bajos sueldos en hostelería, trabajando en la construcción en pleno invierno a la intemperie, o teniendo que pasar muchas horas fuera de casa con el transporte para poder ganar algo de dinero».

Fue la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, la que convocó a los agentes sociales en mayo «para abordar el tema de la 'gran dimisión' en España», contribuyendo así a difundir la etiqueta que se le ha puesto a este fenómeno laboral, a pesar de que aseguró que su impacto no es tan significativo ni está generalizado como en EEUU u otros países, sino concentrado en sectores como los de la construcción, la hostelería y la agricultura, donde coincidió en afirmar que las condiciones de trabajo podrían ser mejores. Esgrimió así datos de Eurostat que reflejaban un 0,7% de vacantes a nivel nacional, frente a una media europea del 2,6%; o del 4 al 5% en países como Alemania, Holanda o Bélgica, que, eso sí, registran tasas de paro muy inferiores. 

VACANTES Y BAJA DEMANDA. Sin embargo, cuando se pronunció la ministra, los últimos datos de vacantes publicados por el Instituto Nacional de Estadística eran del cuarto trimestre de 2021 y ascendían a 4.661 en Castilla y León y 109.085 en el conjunto de España, mientras que la semana pasada se publicaron los datos del primer trimestre de 2022, que ha batido récords con 8.531 y 133.988 a nivel autonómico y nacional, respectivamente, dentro de una serie estadística que se remonta a 2013.

El INE no detalla vacantes por provincias, aunque, en paralelo, la última actualización estadística del Ministerio de Trabajo sobre demandas de empleo pendientes en Segovia revela que en mayo se contabilizaban 8.005 en total, la cifra más baja para un mes de mayo desde 2008 (6.716), un 33% inferior a la de hace un año (12.013) y menos de la mitad que hace dos (19.251). Además, si se compara con el último mayo sin pandemia, el de 2019 (8.848 demandas de empleo pendientes), son 843 menos; y los puestos que más personal disponible han perdido en estos tres años, los de empleado cualificado de construcción y peón de construcción o agricultura.

«EL MISMO FENÓMENO». Para el presidente de la Federación Empresarial Segoviana (FES), en esta provincia «existe el mismo fenómeno que en EEUU porque nos encontramos con vacantes que no se cubren y desempleados que no encuentran puestos o no los aceptan, por lo que es el mismo problema, lo llamemos como lo llamemos». «Va a más», añade, «y no es cuestión de salarios porque los que se pagan en Segovia están en buena línea de mercado sin que muchos sectores encuentren trabajadores», opina. 

«Un caso muy significativo es el de los profesores de autoescuela, que se pagan muy bien», cita Ortega como ejemplo. Asimismo, el de técnico de mantenimiento «es uno de los puestos más demandados en estos momentos, las empresas están dispuestas a dar formación y aun así faltan», continúa. «En comercio también hay vacantes, aparte de las que ya se sabe que hay en hostelería, construcción, transporte…». Resumiendo, «un problema que no sólo afecta a Segovia, que ya se arrastraba de antes y que se ha agudizado durante la pandemia».

En el caso de la hostelería, el presidente de la asociación sectorial Hotuse, Jesús Castellanos, lamenta que ya hay quienes han tenido que optar por cerrar al menos un día a la semana por falta de plantilla, entre los cuales está él mismo como propietario del Haggen, situado en plena avenida del Acueducto, que desde hace mes y medio no abre los jueves. «Llevo 20 años en este sector y no había tenido que cerrar en la vida, pero ahora no puedo mantener el negocio todos los días si tengo que dar libre a la gente que tengo, y no tengo a más para contratar». 

Castellanos centra el mayor problema de su sector en la pérdida de personal para trabajar en temporada alta, «cuando las plantillas aumentan en torno a un 30%», o para cubrir vacaciones, «y no es por los sueldos», recalca. «En hostelería hay cocineros y camareros que ganan más que muchos funcionarios, pero la gente no pregunta cuánto va a cobrar sino cuándo va a descansar, y el domingo no lo podemos ofrecer», prosigue. «Está pasando en todas partes y la conclusión a la que llegamos, cuando nos reunimos en el Comité Ejecutivo de Hostelería de España, es que todo el mundo quiere horario de oficina, de 8.00 a 15.00 y fines de semana libres, lo cual es imposible en nuestro sector». 

¿AYUDA SOCIAL EN LUGAR DE TRABAJAR? El presidente de Hotuse se alinea además con quienes consideran que el aumento de las ayudas sociales ha complicado la situación: «Cuando he buscado empleados me he encontrado con multitud de gente que ha respondido diciéndome que no quiere jornada completa, sino media, para no perder la ayuda. O incluso que quiere media jornada, y la otra media en negro para seguir cobrando los 500 euros. Ese es el problema que tenemos en España, que los trabajadores no quieren dejar de percibir las ayudas», sostiene. «Por supuesto que no se puede generalizar, que la gran mayoría quiere su jornada completa y tener todo en regla», matiza, «pero muchos te vienen a pedir que quieren trabajar sólo media jornada aunque le ofrezcas completa, y es una minoría creciente», insiste.

«Que quede claro que estoy muy de acuerdo con que se den ayudas para la gente que no encuentra trabajo, pero no para quienes no quieren trabajar, y ese es un problema al que el Gobierno sigue sin poner solución. Que quien tenga una oferta de trabajo, esté obligado a trabajar», reclama.

CONSTRUCCIÓN Y TRANSPORTE. Los presidentes de las asociaciones sectoriales de transporte (Asetra) y construcción (APIC), Juan Andrés Saiz y Javier Carretero, también se pronunciaban semanas atrás sobre la falta de personal dispuesto a trabajar en sus sectores. Sin hablar literalmente de 'gran dimisión' ni 'gran renuncia', durante una rueda de prensa conjunta con FES convocada por otro asunto, describieron complicaciones semejantes.

«Es muy recurrente decir que hace falta pagar más, pero es que ni pagando», decía Saiz Garrido. «La pandemia no sólo ha castigado muy duro a la ciudad y a la provincia, también al sector del transporte. Ha habido transportistas que han muerto y otros han quedado heridos. Muchos también se han jubilado, otros prejubilado... Y este país, esta provincia, ha perdido profesionalidad, una masa laboral cualificada que ha ido desapareciendo sin que se haya renovado. Y no podemos ser todos funcionarios, ni podemos estar todos en esos fondos de subsistencia social. Hay que renovar la ilusión y las esperanzas de la gente joven, y formar a buenos profesionales, porque hay inmigrantes que vienen y son parches».

En estas circunstancias, «la edad está subiendo demasiado y hay grandes dificultades para incorporar gente joven a los autobuses, camiones, vehículos de reparto, etcétera», proseguía el presidente de Asetra. «Ahí tenemos un reto, y hemos cuantificado que Segovia necesita en estos momentos unas 200 personas al año durante cinco años para renovar y recargar de sangre joven el transporte de nuestras empresas. Estamos batallando y no es fácil, porque es difícil encontrar gente joven dispuesta al sacrificio que implica. Se ha roto la vocación», incidía.

«La construcción también está sufriendo un problema importantísimo de personal, calcado al del transporte», añadía su homólogo de APIC. «La edad media en nuestro sector ya supera los 55 años con toda seguridad, y es imposible encontrar gente joven que quiera entrar». 

«En 2004 y 2005 era facilísimo porque había unos sueldos desmesurados. No se podía contratar a tanto personal como teníamos, pero con la crisis de 2007 la gente dejó el sector a marchas forzadas y ahora nos cuesta muchísimo que vengan», recordaba Carretero. «Es un sector donde se empieza desde abajo, desde la base, y se acaba formando a todo el mundo, pero lo que nos cuesta es encontrar gente que quiera empezar de cero, y en Segovia están desapareciendo todas las escuelas de formación. El otro día intentábamos buscar carpinteros porque nos los pedía algún socio y nos dijo de ir a las escuelas de Formación Profesional en Segovia, pero el FP de carpintería ha desaparecido», citaba como ejemplo.

El secretario provincial de CCOO, por su parte, además de los sectores ya citados, reseña trabajos «precarios» como los de la rama privada de limpieza de edificios u otras instalaciones, donde cada revisión de convenio es sinónimo de conflicto y movilización desde hace años. «Nosotros buscamos mejoras desde la negociación colectiva, pero la patronal no colabora mucho, parece que le resulta más fácil bloquearla (el acuerdo nacional de 2022 aún no se ha cerrado, sobre todo por discrepancias con la subida salarial) y echar la culpa después a todo el mundo», critica Blázquez.

Su homólogo de UGT, entretanto, recuerda que antes de ser vigilante de seguridad (aparte de dirigente sindical) fue también transportista, «mal pagado y haciendo muchas horas». «He vivido lo que es conducir a disco roto (el tacógrafo que registra la actividad del profesional al volante) porque a la empresa le compensaba más ese riesgo de multa que una por conducir 17 horas seguidas, y al final lo terminas dejando», relata. «Ahora la DGT tiene eso más controlado, pero siempre queda algo de picaresca por ahí, y aunque es verdad que las empresas están sufriendo las subidas de costes por la energía y las materias primas, los sueldos podían ser mejores en ese y otros sectores», concluye.