La agenda imparable de Francisco

EFE-SPC
-

El Papa parece tener claro que, mientras la salud se lo permita, seguirá al frente de El Vaticano. Su «se gobierna con la cabeza y no con las piernas» no deja margen a la más mínima duda

La agenda imparable de Francisco - Foto: GUGLIELMO MANGIAPANE

La muerte del Papa Emérito Benedicto XVI ha vuelto a disparar las hipótesis sobre una posible renuncia de Francisco ahora que no tendría ningún impedimento, pero el Pontífice argentino ha dejado claro recientemente que mantiene sus planes de futuro, como la celebración del Sínodo en 2024 o el Jubileo de Roma de 2025. 

Nada hace pensar ahora mismo que el fallecimiento del Pontífice alemán pueda desencadenar la renuncia del actual titular del Trono de Pedro. Cierto es que Francisco ha hablado de esa posibilidad en alguna que otra ocasión: «La puerta está abierta, es una opción normal, pero hasta hoy no he llamado a esa puerta, no me he sentido con ganas de pensar en ello. Aunque eso no significa no empezar a pensarlo pasado mañana, ¿verdad? El Señor decidirá», comentó en una ocasión, aunque también ha dejado claro: «Pero, sinceramente, no en este momento».

«La pregunta que se perfila en la Iglesia, con la muerte de Joseph Ratzinger, es si el Papa Francisco querrá considerar también la opción de su renuncia, naturalmente con tiempos y métodos que analizar y ciertamente no de inmediato, pero con menos obstáculos de los que supondría la presencia de otro Papa Emérito vivo», reflexionaba estos últimos días Franca Giansoldati, vaticanista de Il Messaggero, el único diario que lee habitualmente el Pontífice de origen argentino.

Para otros expertos vaticanistas, como Iacopo Scaramucci, del diario La Repubblica, «si hay una certeza, es que (Francisco) nunca delegará el trono de Pedro que le ha sido asignado por el Espíritu Santo a través de los cardenales electores, y si lo hace, será en caso de un impedimento médico, como reveló en la entrevista al periódico español ABC hace varias semanas al confesar que ya había dejado escrita su renuncia solo en ese caso».

Scaramuci explica que con sus declaraciones a ese medio, el Pontífice argentino «sentaba las bases de su futura decisión, ampliaba el alcance de la misma, pero al mismo tiempo la perimetraba: un Papa dimite por decisión autónoma, cuando su estado -físico, mental, espiritual- ya no le permite gobernar la Iglesia». Lo que no es el caso ahora, ni lo será en un plazo breve de tiempo, indican casi todos los especialistas.

Massimo Franco, analista político del Corriere della Sera y autor de varios libros sobre Benedicto XVI y su convivencia con Francisco, como El Monasterio, interpreta que «el hecho de que circule la pregunta sobre la renuncia da a entender que la muerte de Raztinger no estabiliza, sino que incluso corre el riesgo de desestabilizar el Pontificado de Francisco».

«La anomalía de estos casi 10 años (desde la renuncia del Santo Padre alemán) en el fondo ha ayudado y la normalidad ha sido esta. Ahora que no está Benedicto se multiplicarán los rumores de dimisión y las maniobras para preparar el próximo cónclave», añade este experto en el tema, al explicar que una nueva renuncia «se convertiría en una praxis» para la Iglesia y la cambiaría para siempre.

Máxima lucidez

Francisco continuará al frente de la Santa Sede todavía unos cuantos años más «por razones coyunturales y de agenda», pues tiene una serie de compromisos ineludibles como el Sínodo de la Sinodalidad, que aplazó su asamblea final hasta 2024 o el Jubileo de 2025, explica el profesor de Geopolítica vaticana Piero Schiavazzi.

Además, Bergoglio tiene que continuar el acercamiento que puso en marcha con  Moscú y Pekín y que sufrió un parón, primero por la pandemia de coronavirus y, después, por la guerra de Ucrania.

«Si no fuera por esto, quizá renunciaría en marzo próximo, a los 10 años (de su Pontificado), pero ahora no lo hará porque implicaría dejar la imagen de una Iglesia impotente ante la guerra o incapaz de negociar con el gigante asiático», especifica.

«Hay demasiadas cosas que él ha puesto en la mesa. Una renuncia no es una decisión ahora mismo madura, excepto por un empeoramiento de su salud, pero de cabeza está lucidísimo», agrega Schiavazzi.

En la entrevista a ABC, Bergoglio, que ya conocía el frágil estado de salud de Ratzinger, no ponía en duda, sin embargo, sus tareas más inmediatas al frente de El Vaticano. Así, dejaba clara su agenda para este año, con el viaje a África del próximo mes de febrero y su participación en el Encuentro del Mediterráneo en Marsella (Francia).

Asimismo, adelantaba que continuará con su revolución en la Iglesia: «En dos años nombraré a una mujer como responsable de un dicasterio». Esto abriría camino un necesario y muy reclamado camino para el género femenino en la Iglesia, que serviría además para introducirla  en el siglo XXI.

Es cierto que últimamente es habitual ver al Papa en silla de ruedas, pero si a alguien le quedan dudas sobre si su movilidad va a ser un óbice para continuar con su labor, él lo deja claro: «Se gobierna con la cabeza y no con las piernas». Palabra de Bergoglio.