Siempre magister

A.M.
-

El escritor Apuleyo Soto, con medio centenar de libros escritos, a sus 80 años, publica una parte de su biografía contando la historia de su 'Hermosa librería' a la que dio nombre García Lorca

El escritor Apuleyo Soto - Foto: D.S.

En su último libro, dedicado a su 'Hermosa librería',  a la quepuso el nombre del poeta Federico García Lorca, en Alcobendas (Madrid), el escritor, dramaturgo, periodista y maestro  Apuleyo Soto Pajares (Cozuelos de Fuentidueña, Segovia),  recoge una parte de su vida, cuando cuenta con 80 años «redondos», como ya hizo con otro pasaje de su presencia en este mundo cuando escribió 'La soledad del profesor de fondo', dedicado principalmente a su faceta de maestro, «siempre maestro», magister como le gusta autodenominarse, mientras muestra su satisfacción porque antiguos alumnos, ahora universitarios, le reconozcan por las calles del municipio madrileño de Guadalix de la Sierra, donde se jubiló, y se paren a saludarle.   

Con más de medio centenar de libros editados, y cuatro o cinco aún sin publicar, principalmente de literatura infantil, evoca a Mario Vargas Llosa para referirse a los textos autobiográficos: «como dice el Nobel,  lo ficticio resulta a veces lo más real», a la vez que confiesa su admiración por Lorca, para él «un fastuoso poeta al que he tenido en los labios cada día y cada noche», mientras recita:  «Y que yo me la llevé al río/creyendo que era mozuela,/pero tenía marido».

Con 13 años, en el internado de Griñón, regentado por los Hermanos de La Salle –«los del babero blanco»– escribía poemas a la Virgen y se interesó por la literatura con el profesor Carlos Urdiales, que aún vive,  a punto de cumplir 100 años, quien hablaba a sus alumnos del Poema del mio Cid, y de escritores como Rubén Darío, López de Vega, Calderón de la Barca o Quevedo. «Yo he vivido entre poetas, ahora mismo más con los muertos que con los vivos», admite quien dio clase de teatro a las actrices Ana Torret, protagonista de películas como 'El Espíritu de la colmena', de Víctor Erice', o 'Cría Cuervos', de Carlos Saura, en el Colegio Santa Cristina de Madrid,  o a Aitana Sánchez Gijón, en la la compañía María Galleta, que tenía su sede en la Ciudad de los Periodistas, en Madrid.

Quien a la hora de hacer balance de su recorrido vital confiesa que ríe, llora y tiene «penas, penitas, penas como todo el mundo, pero no puedo estar más satisfecho de mi vida, nadie me ha regalado nada, todo ha sido por mi esfuerzo», destaca haber estado «siempre muy cerca de los niños como maestro, porque soy periodista,  pero soy primero maestro, y me ha encantado enseñar, y antes que enseñar me ha encantado aprender para poder enseñar». 

Autor de libros como 'Lope de Vega para niños', 'La poesía es una niña', 'El buey de los cuernos de oro', 'Los tres amigos',  'Diario de vacaciones', 'Pepín pepino' o 'El fantasma miedoso',  recita con rapidez pero acude a la exclamación –«¡uh,uh,uh...!» porque siente vértigo– del número de títulos publicados y, con cierta picaresca, se refiere también a algunos de literatura erótica, como 'Con la verga en la vulva', recordando a su homónimo clásico griego Lucio Apuleyo,  autor de 'El asno de oro',  la primera novela de este género de la historia de la literatura, con quien se siente muy identificado.  Y, hablando de su nombre, recurriendo a datos del INE, asegura que solo hay tres Apuleyos en el mundo: él, su hijo, profesor, y el colombiano Plinio Apuleyo Mendoza, biógrafo de Gabriel García Márquez, quien acudió a saludarte en la Feria del Libro, en Madrid, después de escuchar que se encontraba firmando en una de las casetas. 

En su faceta de periodista, escribió en Arriba, El Alcázar o ABC, donde asegura no haber tenido censura, y trabajó para la Agencia Colpisa, creada por Manu Leguineche, en 1972, para dar servicio a varios periódicos regionales aunque le queda la espina de que el 'jefe de la tribu' le pedía que quitara de sus textos los adjetivos y aumentara los sustantivos mientras que a su compañero Francisco Umbral  «le permitía todo». En esa redacción tuvo la oportunidad de entrevistar a grandes de la literatura domo Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre o Camilo José Cela: «Todos los poetas pasaron por mi casete, iba armado con ella,  donde grababa las entrevistas que hacía». 

Atribuye a la llegada del PSOE al Gobierno, en 1982, su salida como jefe de prensa de la Universidad Autónoma de Madrid y jefe de estudios con el rector Gratiniano Nieto Gallo, sin indemnización, después de once años, porque perdió el juicio por lo laboral lo que achaca a que sus abogados eran socialistas. Y volvió de maestro pero también de librero en Alcobendas, cerca de Tres Cantos, donde se encuentra el campus de la Autónoma. Vio un edificio recien construido y acristalado y lo alquiló por 60.000 pesetas de    entonces que, con la inflación llegó a alcanzar las 150.000. 

En el negocio librero con nombre del poeta de Granada, fue «tan feliz como desgraciado, me robaban la revista Interviú, los libros clásicos,  un día al volver por la tarde el humo salía por el techo, menos mal que no se quemó del todo, o sea que he estado arriba y abajo, he sido pobre y rico, he tenido muchas amigas y alguna que otra amante, hubo de todo en mi librería». Cerró en 1996.

A estas alturas, Apuleyo Soto se considera un «aprendiz de sabiduría,  leo mucho, tanto como escribo, es mi ocupación diaria total, con recuerdos de la infancia,  y adolescencia, incluso hasta de la juventud,  porque los viejos vamos hacia atrás», reflexiona.