«Los bombardeos rusos contra núcleos civiles son brutales»

A.M.
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El periodista de TVE Óscar Mijallo, vinculado con Segovia, enviado a la guerra en Ucrania, afirma no haber visto en otros conflictos un nivel tan alto de destrucción de barrios urbanos

Óscar Mijallo, en el centro, con chaleco antibalas, habla con un militar en pleno frente de la guerra. - Foto: D.S.

En un fin de semana normal no sería extraño ver a Óscar Mijallo, enviado por TVEal frente de la guerra en Ucrania por la invasión de Rusia, echando una mano en el bar 'La Portada', en Prádena, que regenta la familia de su mujer, Lourdes Baeza, también periodista. Estos días se le puede ver pero a través del televisor enviando sus crónicas desde los puntos más duros del conflicto que sobrecoge a Europa, donde permanecerá aún tiempo junto con su equipo integrado por el veterano cámara Miguel de la Fuente y el técnico de sonido Hugo Úbeda-Romero, de 23 años. 

Mijallo, (Arenas de San Pedro, Ávila, 49 años), finalista del XXV Premio de Periodismo 'Cirilo Rodríguez', en 2009, cuando estaba destinado como corresponsal de la cadena pública para Oriente Próximo, con sede en Jerusalén,  en una conversación telefónica con 'ElDía' asegura que le sorprende «la brutalidad de los bombardeos rusos contra los núcleos civiles, observando Kharkiv totalmente destruida, lo que está sucediendo en Mariúpol o en Sumy y cómo lo pasa la gente que ha salido de Volnovaja, en 20 años cubriendo guerras no he visto ningún nivel de destrucción tan elevado en los barrios civiles». 

El autor de los libros 'El Médico de Mosul' y 'La Niña a las Puertas del Infierno', también se muestra sorprendido por la capacidad de resistencia de los ucranianos ante el avance ruso: «En poco más de 15 días, los rusos solo han tomado una capital de provincia,  Jersón, de tamaño medio, unos 300.000 habitantes, pero las grandes ciudades resisten, Kiev no ha caído, sigue en manos de los ucranianos; Járkov es la segunda mayor ciudad de Ucrania, a 30 kilómetros de la frontera con Rusia, con una población de 1.433 886 habitantes y aproximadamente 2.032 400 en su área metropolitana,  la mayoría ruso parlante, ha resistido la invasión y Mariúpol, una ciudad portuaria del sureste, sigue rodeada». Esta situación, en su opinión, se debe a que «los ucranianos han demostrado que, desde 2014, que perdieron Dombás y Crimea, han sabido modificar su ejército y adaptarse a las nuevas circunstancias, parece que de momento   la ofensiva rusa está atascada».

Mijallo, a la izquierda, junto a De la Fuente, invitados a una sopa en el frente.Mijallo, a la izquierda, junto a De la Fuente, invitados a una sopa en el frente. - Foto: D.S.resistencia. Emocionado por la actitud de muchos ciudadanos con los que habla en evacuaciones y le dicen que van a dejar a sus hijos en Polonia o en las ciudades del este y que vuelven a enrolarse en la resistencia, «lo que da idea  del compromiso que tienen estas personas con la defensa de su país», admite,  este periodista que ha trabajado en numerosas zonas 'calientes' del planeta, confía en que se alcance pronto una solución al conflicto: «Putin está en una difícil situación, las últimas estimaciones militares dicen que ha empleado el 100% de las tropas que tenía disponibles para esta ofensiva, unos 250.000 militares, creo que esperaba que el gobierno de Kiev colapsara rápidamente ante su ofensiva, algo que no ha sucedido,  con lo cual puede estar en una especie de ratonera, con unas sanciones muy fuertes que ha hundido el rublo, que está provocando la huida de las compañías».

Habla desde la confianza de que «que no haya un salto hacia adelante, un aumento de las hostilidades, ahora mismo continúan los combates, pero hay signos de que se está negociando, con lo cual esperemos que se llegue a un acuerdo más pronto que tarde, porque un conflicto de estas dimensiones en Europa o una extensión horizontal del conflicto a otros países podría ser nefasta para todo el continente, además hay que recordar que en Ucrania hay muchísimas instalaciones nucleares».

Convencido de que «en la guerra no hay buen gusto», Mijallo defiende respetar los límites legales establecidos y no caer ni en el amarillismo ni en el morbo, «no debemos ser censores de la información de lo que está ocurriendo en las guerras, tenemos que mostrarla con criterio, pero no hay que ocultar el sufrimiento que causan los agresores». 

 

Crónicas de guerra

Recordando a Ryszard Kapuscinski sobre la necesitad de estar en los sitios para contar lo que ocurre –afirmación a la que llegó inspirado por el historiador griego Heródoto–, Óscar Mijallo defiende la labor de corresponsales o enviados en el extranjero que acuden a los lugares en los que se produce la noticia.  Confiando en que el trabajo que se están realizando los profesionales pueda contribuir a que «la gente vuelva a creer en el periodismo, frente a las redes sociales  y a los contenidos que recogen algunos medios generados de forma dudosa», destaca también la labor que realizan los compañeros gráficos y cámaras, «que muchas veces se juegan el tipo», así como quienes editan el trabajo y los que contribuyen a la producción y posibilitan que la información se pueda emitir.   

Convencido de que cuando hay que recurrir a ponerse casco y el chaleco antibalas «la cosa no va muy bien», el trabajo también tiene cosas agradables, como la reacción de una mujer ucraniana que, tras entrevistarla en una aldea en el frente, cerca de Zaporiyia, ofreció al equipo una sopa caliente.  

Sobre la precariedad en el trabajo de muchos reporteros, Mijallo sostiene que «los freelance están siempre más en precario que quienes pertenecen a grandes medios, uno de los eternos problemas, se ven forzados a trabajar en condiciones muy lamentables, los pagan por crónica, muchas veces sueldos que no se corresponden con el trabajo que hacen y, además, no se les  reconoce, luego siempre [a algunos medios] les gusta presumir de que tienen un gran despliegue cuando se están aprovechando de estos compañeros».

Otro fenómeno que suele ocurrir en este tipo de coberturas es que el periodista tenga que atender a varios medios del grupo de comunicación al que pertenece una cadena y ello, paradójicamente, le quite tiempo para poder salir a comprobar lo que está ocurriendo: «Cuando te quieren en directo es imposible ir hacer un buen reportaje y ahí está la lucha para compaginarlo, llegas un día dices que quieres ir al frente y te preguntan si vas a volver a las tres de la tarde para el informativo; y es que no sabes si vas a volver porque hay combates. Es la eterna lucha de las ediciones, pero los editores son conscientes de que cuando vas al frente te tienen que liberar porque la información de directo, cuando colocas a un periodista a muchos kilómetros de donde están pasando las cosas,  da igual que esté en Madrid o en Ucrania», matiza.

¿Cómo es una jornada de trabajo en una guerra?. Mijallo asegura que «aparte de la estrategia que acuerdas con tu jefe de dónde vas a estar, luego hablas con el productor, conforme a la actualidad, y planteas el sitio a donde vas a ir, los riesgos que vas a tomar, si es peligroso dejas un 'backup' de seguridad, dejas dicho a donde vas, que puede haber combates, e intentas salir lo más pronto posible por la mañana para tener el mayor numero de horas de luz para grabar imágenes y testimonios».  

Cuando se ha llegado a  un punto conflictivo, en opinión del periodista, «hay un abanico de posibilidades que nunca puedes saber, es imposible predecir, porque vas con una idea preconcebida y te puedes encontrar con otra historia, como alguien que está viviendo debajo de las bombas o de quien sigue trabajando en una zona de combate; a lo mejor ibas a hacer una evacuación de heridos y te encuentras con una gran historia, das una patada a una piedra y salen 20.000 historias, que es lo bonito de este periodismo». De esta forma una 'superhistoria' termina superando cualquier previsión.